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Cocaína y descontrol en una fiesta de 15... secretos inconfesables de Maradona y Cóppola

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Extracto de libro "Poli Armentano, un crimen imperfecto", de C. Sanz
Extracto de libro "Poli Armentano, un crimen imperfecto", de C. Sanz

Sírvanse… es de la que toma el Papa”, decía el hombre mientras repartía sobrecitos que evidenciaban tener en su interior un polvo blanco.

 

Era casi patético ver a Coco Villafañe, padre de Claudia y suegro de Diego Maradona haciendo de distribuidor de “papelitos” en la fiesta de 15 años de Natalia Cóppola, hija de “Guillote”.

Eran ya las 3 de la mañana y los invitados habían bebido y comido en exceso.

Tal vez había un costado paradójicamente bueno en lo que “Coco” estaba haciendo: pretendía ayudar a quitar parte del cansancio que aquejaba a los invitados. De la peor manera.

La escena era dantesca y realmente denostaba el peor reflejo de una conducta de vida a la que estaban ya habituados los principales organizadores del evento.

Entre aquella noche en el Alvear y el día de hoy, pasaron para Cóppola varias décadas y muchas cosas más.

La pregunta del millón: ¿Cómo llegó un hombre como él al sitial de poder que supo ostentar? ¿De qué manera pudo acceder a la intimidad del poder, a tratar y manejar a poderosos y famosos si cuando estaba cerca de los 40 años todavía era un oscuro gerente del Banco Federal?

Tal vez su historia no difiera de la de muchos otros personajes que han pasado de la nada absoluta a ser importantes “empresarios” con prestigio y dinero.

...

Sin duda alguna, 1950 fue un año emblemático. Además de haber sido el que dividió el siglo en dos, fue el año en que el gobierno del Gral. Perón mostraba pleno auge. Europa, por su lado, trataba de acomodarse al nuevo tablero del mundo luego de la finalización de la Segunda Guerra.

El 12 de octubre de ese mismo año nacía alguien que iba a ser blanco de mil y una especulaciones: Guillermo Esteban Cóppola.

Cerca de la cancha de San Telmo, en la vernácula Isla Maciel, vino al mundo junto a su padre camionero y su madre cosmetóloga amateur, quienes compartían una pequeña piecita con su abuela ciega y su hermano Juan Carlos.

Su infancia y adolescencia lo vieron pasar por un conventillo de la calle Constitución. Su primer empleo conocido fue el de vendedor de naranjas y mandarinas en un carro, a los 12 años. Unos años después sería "el pibe de los mandados" en una farmacia. Mientras tanto concurría al colegio Juan de Garay, en la Boca. A los quince años entró como cadete -por gestión de su hermano- al entonces Banco Italiano. A los 20, se pasó al Banco Federal Argentino. Se recibió de Licenciado en Administración de Empresas en la UCA gracias a una beca otorgada por sus jefes, y llegó a ser Gerente Departamental de la misma institución que apadrinó sus estudios universitarios.

A los 28 años, en 1976, tuvo la virtud de adivinar el futuro que subyacía en la representación de jugadores de fútbol. Entre sus clientes contó a Vicente Pernía -el primer jugador al que representó -, Nery Pumpido, Alberto Tarantini, Reinaldo Merlo, Mario Kempes, Hugo Gatti, Hugo y Oscar Ruggeri, hasta llegar finalmente a representar al máximo ídolo del fútbol nacional: Diego Armando Maradona.

A mediados de los ochenta, a los 36 años, abandonó definitivamente su trabajo de Gerente de banco, y se dedicó de lleno a la representación de jugadores.

Fue así que, con convicción y muchos dólares en el bolsillo, decidió convertirse en personaje del Jet Set.

Poseedor de autos importados, relojes de oro y amigos influyentes, Cóppola ha sido un asiduo visitante de la quinta de Olivos durante la presidencia de Menem. Con ese poder a cuestas, en enero de 1996 -en plena campaña “Sol sin drogas”-, Guillote ha logrado viajar al Uruguay sin que lo revisaran en la Aduana .

Cóppola tiene dos hijas: Natalia, que es fruto de su relación con Yeya, su primera mujer; y Bárbara, hija de su segunda pareja, la actriz Amalia Yuyito González.

Con el tiempo, Guillote llegó a manejar los asuntos de más de 180 jugadores consecutivamente.

Su historia con Diego se inició en julio de 1985. Los presentó el ex futbolista Carlos Randazzo, un hombre que fue acusado de ser distribuidor de drogas y que posteriormente se vio involucrado en una causa penal por el asesinato de Virgilio Escobar.

Dos meses después de conocerse, la buena relación entre ambos se trasladó al terreno comercial. El 19 de septiembre de 1985, Maradona se alejó de Jorge Cysterszpiller y anunció que su nuevo representante era Cóppola.

Su sociedad duró hasta 1990. Diego jugó en Italia y en ese período el empresario ganó más de un millón de dólares, siendo reemplazado por su socio, Marcos Franchi, en el manejo de los intereses del jugador.

Los mejores días de su asociación con Maradona en Italia se podían traducir en una movida continuada que se iniciaba en el restaurante La Sacristía, siguiendo en el piano bar La Stangata -o en las mejores discos de los barrios residenciales de Posillipo, Casciassa y Bella de Notte- y terminaba en el Hotel Paradiso.

Lo peor vendría luego. El 18 de julio de 1989 la hinchada de Nápoli le iba a declarar la guerra a Maradona, después de un mediocre partido frente al Pisa. Pronto se descubriría que el jugador había consumido drogas antes de jugar algunos partidos. Eso al menos había demostrado un análisis antidoping realizado a Maradona el 17 de marzo de 1991 al finalizar un encuentro contra el Bari.

Era el inevitable broche para una mala racha que se había iniciado tiempo antes, cuando una mujer llamada Cristiana Sinagra denunció al jugador por no reconocer la paternidad de su hijo –Diego Armando-, nacido en Italia el 20 de septiembre de 1986.

Cuando este tema trascendió a la prensa, Cóppola sostuvo que “Diego está tranquilo porque ese hijo no es suyo”, argumento similar al que ha solido esgrimir cuando le preguntaban acerca de la adicción a las drogas por parte de su representado: “Diego nunca se drogó”, aseveró en más de una oportunidad.

En ambos casos, la realidad terminaría demostrando que Cóppola estaba equivocado.

Prueba de lo dicho se vio el 26 de abril de 1991 cuando la policía detuvo a Maradona junto a dos amigos en un departamento de la calle Franklin, en medio de restos de lo que aparentaba haber sido una noche de alcohol y drogas.

En ese momento todos miraron a Cóppola quien, a pesar de haberse jactado siempre de saber todo acerca de la vida de Maradona, ese día dejó de poner las manos en el fuego por él: "Yo a la cama con Diego no voy... ".


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3 comentarios Dejá tu comentario

  1. Que les pasa , que les ocurre con estas porquerías de personas. Como jugador MARADONA fantástico y punto , No tiene nada más para rescatar. Mal padre, pésimo esposo, delirante, enfermo, maltratador de mujeres. Resumiendo una cloaca.Por eso pregunto, que hacen esos ignorantes llorando y preocupados por éste tipo.

  2. A Claudia se le olvido mencionar las vinculaciones de Diego con las peores lacras de la política Americana como el siniestro Fidel Castro para empezar luego siguiendo por Chavez los K etc....Hay que ser muy retorcido como para aprovechándose de su notoriedad apoyar a lo más destructivo y condenable que estamos soportando en el Continente.

  3. Coppola no se equivocaba... simplemente mentia. No se le pide peras al olmo. Claudia dice porque se preocupan algunos por Maradona. Porque ella se preocupa por Gary Chicoine??? Cada uno tiene sus avatares en la vida. Pasa que Claudia pretende que todos seamos chiconautas. Lo siento, pero yo no voy a adorar estafadores, violadores pedófilos y psicópatas. Eso queda para vos y Lucia Angelica Folino, entre la nutrida gente que trata al obeso hijo de puta como si fuera un dios o Dios.

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