¡Pobres peronistas! Tener que tragarse el sapo de Gildo Insfrán, un tipo de los más oscuros que ha regalado la democracia argenta.
Al gobernador de Formosa no le falta nada: denuncias por corrupción, violación a los derechos humanos, narcotráfico, votos “truchos” y mucho más. Al frente de una provincia que ostenta los peores índices de pobreza, desnutrición y analfabetismo.
Y en ese contexto, a los pero-kirchneristas no les queda más que defenderlo... o hacer silencio. Es casi como tener que tragar aceite. Uno lo hace, sí, pero con un gesto de desagrado inevitable.
Lo de Formosa es brutal, porque obliga a tolerar —y defender, se insiste— lo mismo que el PJ asegura condenar por propia ideología.
Entonces ocurre lo inevitable: la mayoría calla. Porque nadie quiere quedar “pegado” a un tipo como Insfran.
Porque, hay que decirlo: ¿Alguien tiene alguna duda de lo que pasa en Formosa, siendo que existen tantos y tantos videos —y testimonios en primera persona— contando los abusos que allí se suceden, sin solución de continuidad?
El caso Insfrán dejó a los peronistas expuestos por completo. Tenían la oportunidad perfecta de separar “la paja del trigo” y mostrarse autocríticos. Pero no. Prefirieron bancar a un mafioso, un delincuente de alta gravitación.
Luego de esto, nada de lo que digan podrá ser tomado en serio. Porque, cuando intenten levantar su dedo acusatorio contra alguien en particular, ¿alguien dudará en recordarles que defendieron al peor de todos?
El peronismo acaba de estrellarse. Y lo hizo en el peor lugar: en Formosa.