En la insulsa noche del domingo fui invitado a un “espacio” de Twitter. Una suerte de chat que se desarrolla en esa red social, donde se dan los más interesantes debates políticos.
Lo novedoso es que lo organizan y llevan adelante pibes muy jóvenes, principalmente “libertarios”. Y logran audiencias que muchos programas de radio envidiarían.
Por caso, anoche mismo había más de dos mil personas —en tiempo real— escuchando el cruce que me tocó vivir con el exsecretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.
Me sorprendió ver que el otrora funcionario K hablara de sí mismo como si fuera Gandhi. Como si su paso por el gobierno de Néstor y Cristina hubiera dejado un derrame de abundancia en la Argentina. Dejando de lado en su discurso toda autocrítica, principalmente aquella que refiere a su prepotencia, por la cual se volvió —tristemente— célebre.
En su alocución, Moreno hablaba sobre la violencia de los años 70 e invitaba a superar esa década. Fue cuando decidí cruzarlo: “Me parece hipócrita que alguien que se manejó de manera violenta condene la violencia”, le dije.
Moreno cambió de tema. Me invitó a “debatir ideas y no personas”. Le insistí: le dije que podíamos debatir de lo que él quisiera, pero que me parecía un hipócrita de todos modos.
Experto en tirar la pelota afuera de la cancha, el otrora secretario de Comercio insistió en filosofar sobre el “sexo de los ángeles” y el “agujero del mate”. Pero volví a traerlo a la realidad: “Usted habla como si fuera una maestra jardinera y está condenado por peculado, en un causa donde tres instancias confirmaron que es culpable y no puede ejercer cargos públicos”.
Moreno juró y perjuró que no estaba firme esa sentencia. Y yo le creí. Pero luego, al hurgar en el expediente judicial, descubrí que había mentido (ver fallo al pie). Es lo que haría a partir de ese momento, falsear datos una y otra vez. No solo en la discusión conmigo, sino también al hablar con algunos tuiteros del “espacio” referido.
Más allá de la manipulación de las cifras del Indec, hecho del cual zafó “por la ventana”, gracias a los oficios del millonario juez Rodolfo Canicoba Corral —al cual Carrió suele denominar “Canicoima”—, pesan sobre Moreno acusaciones graves, que lo llevarán a sendos juicios orales.
El primero, por corrupción en el manejo de fondos en el Mercado Central; el segundo, por falsedad ideológica en el marco de la presunta adultación de un acta de la firma Papel Prensa.
Hay una tercera causa relacionada a este último expediente que también llevará a juicio al exfuncionario, esta vez por amenazas simples y coactivas. Tramina en el Tribunal Oral Federal N.º 8.
Es curioso, porque Moreno no suele hablar de este tipo de cuestiones y los periodistas que usualmente lo entrevistan evitan preguntarle al respecto.
Por el contrario, le permiten divagar y delirar respecto de cuestiones políticas que terminan siendo polémicas. Porque es donde aprovecha para decir que Alberto Fernández es un inepto en el cargo de presidente y redunda en tópicos similares. El ráting vuela y los colegas festejan.
Anoche mismo intentó argumentar que el kirchnerismo era algo así como “peronismo de izquierda”, negando toda posibilidad de que Néstor y Cristina hubieran reivindicado alguna vez a la agrupación Montoneros.
Mi respuesta fue bien sencilla: le recordé que Kirchner había elegido asumir el 11 de mayo de 2003, cuando se cumplían 30 años de la asunción de Héctor Cámpora como presidente. La misma jornada en la cual, por pedido de Montoneros, se liberó a cientos de presos de la cárcel de Devoto.
También le hice recordar la frase que usó Néstor al asumir: “Volvimos”, con obvia connotación a la misma agrupación terrorista. Coronado todo ello por el nombre de la agrupación que representa a los K: La Cámpora.
“El kirchnerismo siempre repudió al peronismo, jamás usó sus símbolos y escudos en sus boletas, ni cuando era Frente para la Victoria, ni ahora cuando es el Frente de Todos”, agregué.
La respuesta de Moreno fue genial: “Yo viví todo eso, no fue así”. Como si tal comentario invalidara todo lo ocurrido, que está debidamente documentado. “Usted incurre en una falacia ad hominem”, le comenté, sin esperarme que desconociera el término.
Fue momento de pasar a nuevas preguntas, por parte de otros integrantes del referido “espacio”. Quedando en el tintero millones de interrogantes, algunos de los cuales fueron apareciendo en Twitter mientras el exsecretario de Comercio Interior seguía divagando. Estas son algunas de las preguntas que ya no responderá Moreno:
-Si no es violento, ¿por qué solía pasearse con el campeón de Kick Boxing, Jorge “Acero” Cali?
-¿Por qué permitió la fusión de Multicanal y Cablevisión, que terminó beneficiando al grupo Clarín?
-¿Qué eran las ROE y por qué fracasaron ?
-¿Cómo se distribuían las ROE —permisos de exportacion— de trigo y maíz conocidos como ROEs verdes?
-¿Qué relación tuvo con Ider Perreti? ¿Qué pasó con el CAP (Consejo Argentino de Productores)?
-¿Qué función cumplía la CAPECO y dónde operaba físicamente?
-¿Quién la integraba (personas físicas y jurídicas)?
-¿Existía una Secretaría “paralela” manejada por el propio Moreno?
-¿Por qué Cristina decidió eliminar la ONCCA en febrero de 2011?
-¿Hubo un cupo dentro del cupo que dispuso que el 25% de los permisos de exportación para trigo y maíz (no así para la soja) fueran a parar a manos de los socios de la flamante cámara CAPECO, presidida por Peretti?
Como se dijo, son preguntas que no tienen respuesta... al menor por parte de Moreno.