El gran escándalo de la semana que pasó es de Perogrullo: refiere a las fotografías del cumpleaños de Fabiola Yañez en la Quinta de Olivos que se filtraron a la prensa.
Es parte de una película que los medios han mostrado como un hecho en sí mismo y que en realidad ostenta diferentes secuencias, que comenzaron hace algunas semanas y se profundizaron al principio de la que pasó.
Arrancó con un comentario “al pasar” de Alberto Fernández, cuando le dijo al gobernador tucumano, Juan Manzur, “Sin vos sería difícil”. Fue un mensaje por elevación a Cristina Kirchner y al núcleo duro del kirchnerismo, a quienes acusa en privado de hacerle la vida imposible, operando en las sombras.
Un dato no menor: Manzur es el mismo que la vicepresidenta criticó hace unas semanas, preguntándose retóricamente por qué no estaba procesado por el Plan Qunita. Por eso, la frase del presidente cobra doble significación.
Todo es parte de una guerra que empezó con el tópico de las vacunas —el gobernador tucumano es sinónimo de Hugo Sigman (AstraZeneca), y Cristina hace lobby en favor de Marcelo Figueiras (Sputnik)— y que derivó en cuestiones de básica gobernabilidad.
A aquel desaire a la vicepresidenta, Alberto le sumó un episodio que para muchos fue menor, pero que ostenta un simbolismo descomunal: durante la semana que pasó, a 2 años de las PASO de 2019, el PJ recordó aquella victoria con una foto del bunker del Frente de Todos en la que no estaba Cristina. Acaso la única imagen en la que no aparecía.
Ello provocó la inmediata furia de La Cámpora y, consecuentemente, de la expresidenta. “Che, se olvidaron de alguien”, posteó la cuenta oficial de Twitter de la organización que lidera Máximo Kirchner.
Luego Cristina agregó su propio comentario, con la inefable picardía que la caracteriza: “Es buena le memoria”, puntualizó. Alberto no hizo comentario alguno. Tampoco ninguno de sus funcionarios cercanos.
No casualmente, luego de esos episodios, apareció la dichosa fotografía de Olivos, que refiere al pasado 14 de julio de 2020, donde se ve al presidente junto a Fabiola Yañez y su grupo de amigos.
Allí despuntaban las modelos Sofía Pacchi y Stefanía Domínguez; el actor Fernando Consagra; Rocío y Florencia Fernández; Santiago Basavilbaso; el colorista Federico Abraham y la estilista Carolina Marafioti.
El primer reflejo del jefe de Estado fue negar todo y acusar que la imagen había sido trucada con Photoshop. Luego apareció una segunda fotografía y no hubo más que hacer. Alberto debió admitir que había mentido. Una vez más.
Lo hizo en el contexto de un acto público en Olavarría, en el cual jamás pidió perdón por lo ocurrido y solo atinó a echarle la culpa a su mujer. Un pifie tras otro.
Tribuna de Periodistas consultó entonces a funcionarios cercanos a Alberto y dijeron que nada tenían para comentar.
Por su parte, desde el núcleo duro del kirchnerismo dejaron una frase que resume todo: “Que se hagan cargo ellos”.
Es la postal del cisma que se vive ahora mismo entre el cristinismo y el albertismo. Un quiebre que Eduardo Duhalde y otros peronistas “tradicionales” miran con suma atención. También Manzur.
Si se observan las redes sociales con puntillosidad se verá la soledad que abriga al jefe de Estado, sobre todo desde el sector K. Apenas sí hubo un tuit de La Cámpora este sábado, pero no fue para respaldar a Alberto, sino para atacar a los medios que insuflaron el escándalo de Olivos.
Entretanto esto ocurre, el presidente busca con supina desesperación encontrar a la persona filtró las fotos de Olivos a los periodistas.
Se habla del peluquero que estaba en el meeting, incluso se habla del empresario taiwanés. Pero la respuesta es más simple: solo hay que mirar al Instituto Patria, a uno de sus vocales más importantes. Que responde a Cristina, ciertamente.
A esta altura, poco importa quién hizo llegar aquellas imágenes a la prensa. Lo relevante para el Frente de Todos ahora mismo es hacer una evaluación de daños y tratar de que lo ocurrido no afecte las elecciones por venir.
Ello es virtualmente imposible, tal cual ha explicado la titular de Management and Fit, Mariel Fornoni: "Estamos haciendo en este momento el sondeo (del impacto de la polémica). Sin ver los datos, puedo decir que va a ser muy contraproducente, porque hay mucha gente muy enojada".
La misma mujer añadió: "Más allá de que el núcleo más fiel termine defendiendo esta postura, hay un montón de gente que está muy irritada con la situación y me parece que la respuesta fue peor que la situación en particular. No cabe dudas que va a impactar".
Sería el fin para los planes de Cristina, que busca potenciar —incluso aumentar— la presencia del Frente de Todos en el Congreso Nacional. Para poder avanzar en las medidas que no logra destrabar. Ya sea el nombramiento del procurador General de la Nación, ya sea la reforma judicial, etc.
Desde la oposición, por su parte, miran extrañados, sin saber cómo proceder. Un sector propone avanzar en un juicio político contra Alberto, pero otros creen que no es conveniente.
¿Qué ocurriría si el procedimiento avanza finalmente y el jefe de Estado es separado de su cargo? Cristina sería la nueva presidenta en el acto.
El silencio de la vicepresidenta respecto del “Olivosgate” —incluso el de sus laderos— hace pensar que, tal vez, ese era el fin de todo el plan. Sacar a Alberto del medio para hacer lo que él no se anima. Explicaría el episodio de las fotografías.
El próximo martes se sabrá cómo sigue el culebrón, con el mendocino Alfredo Cornejo como personaje destacado de la movida. Ahora mismo, el exgobernador organiza una reunión por Zoom para intentar convencer a los referentes de Juntos por el Cambio de avanzar en el oportuno juicio político.
Desde Coalición Cívica ya dijeron que no están de acuerdo. María Eugenia Vidal, tampoco.
Finalmente, pase lo que pase, Alberto debería preocuparse por un nuevo frente que se está por abrir: tiene que ver con la compra de los test rápidos de Covid por parte del Estado.
Un negociado que apunta a Diego Comerci, militante y biotecnólogo del Conicet. Una ayudita: la firma involucrada se llama Chemtest SA. Están avisados.
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