Podría decirse que Rosario Lufrano es una mujer de suerte. Surfea los escándalos de una manera sorprendente, sin que la lleguen a complicar. Nunca jamás.

Basta observar lo que ocurre con la investigación por los bolsos de dinero de la TV Pública, que se llevó puestos a varios directivos. Y a ella ni siquiera la despeinó.

Propios y ajenos se sorprendieron por ello: ¿Cómo es posible que no supiera lo que ocurría a metros de su despacho, ostentando el cargo que ostenta?

Oportunamente, Tribuna de Periodistas reveló, planos mediante, que su oficina estaba pegada a la de los directores que hoy están complicados por la Justicia. Ergo, era imposible que no supiera lo que ocurría.

Así y todo, zafó. Básicamente por un dato que muchos desconocen: su vínculo personal con Alberto Fernández. Quien ofició de abogado suyo cuando arribó a un acuerdo extrajudicial con Radio y Televisión Argentina en el año 2013.

La historia es más que interesante: Lufrano trabajó durante varios años para el Estado, facturando como profesional independiente. Luego, cuando le dieron una patada en el tujes, decidió reclamar judicialmente, argumentando que en realidad había una relación laboral encubierta.

Consiguió entonces hacerse con un millón de pesos, con el patrocinio del hoy presidente de la Nación. Esa suma representaba entonces la friolera de 70 mil dólares.

A pesar de ello, logró que la contrataran años más tarde como presidenta del mismo lugar al que reclamó judicialmente entonces, Radio y Televisión Argentina. Algo nunca visto jamás.

Quien obró el milagro fue Alberto Fernández, que la ubicó en el cargo que ostenta en la actualidad. Sin tener la experiencia necesaria para el mismo.

Como se dijo al principio de la nota: toda una mujer de suerte.


© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados