Son elocuentes, persistentes, incluso ingeniosos en puntuales situaciones. Pero no dejan de ser sectarios.
Me refiero a los periodistas que sin dudar defienden al macrismo de cualquier acusación que pulule por ahí. Sin hesitar. Ni siquiera a la espera de lo que digan las evidencias, que a veces demoran en aparecer.
Los tipos gritan, golpean mesas de ostentosos canales de televisión y argumentan con una lógica de primer grado. Incluso publican libros. Siempre defendiendo las acusaciones que pesan sobre Mauricio Macri y sus acólitos. O ex acólitos.
Son tipos que le hacen al periodismo un daño tremendo, porque ponen un manto de duda sobre todo tipo de situaciones, incluso aquellas que acumulan evidencia irrefutable. Y le roban a la ciudadanía la posibilidad de sacar sus propias conclusiones.
Lo ocurrido con la tristemente célebre reunión donde se coló la frase de la “Gestapo”, es un buen ejemplo de ello. Porque estos tipos, que se dicen periodistas, salieron a coro a defender a personajes que no se habían animado a defenderse a sí mismos. Inaudito.
Y es grave lo que pasó en aquel metting, porque denota cierta pulsión del macrismo para con el espionaje ilegal. Que funciona de manera acumulativa: familiares del ARA San Juan, Hugo Alconada Mon, la hermana del propio Macri, su cuñado, etc. O es todo una gran coincidencia o estamos frente a una patología enfermiza que roza al expresidente y su entorno. Aclaro, por las dudas, que no creo en casualidades, y menos aún en política.
Sea como fuere, el tratamiento que le dieron los medios “independientes” al caso de la “Gestapo” es penoso. La mayoría prefirió silenciar la noticia y solo publicó las repercusiones que regaló María Eugenia Vidal cuatro días más tarde, cuando fue entrevistada por La Nación Más.
Lo curioso es que jamás pudo explicar qué hacían miembros de la AFI en una reunión con su ex ministro de Trabajo y empresarios. El nudo central de la cuestión.
Dicho sea de paso, ¿por qué demoró tanto Vidal en dar respuesta a lo que, según el PRO, fue una operación para ensuciarla? No hay respuesta a ello, como tampoco lo hay al hecho de que la UCR no se animó a firmar el comunicado de marras.
Insisto en un punto: la cuestión de los periodistas alcahuetes, que defienden lo indefendible y callan cuando las papas queman, le hace gran daño al trabajo de la prensa. Como lo hacen aquellos colegas que defienden al kirchnerismo frente a cualquier acusación, incluso las que están recontra probadas. Terminan siendo sectarios. Fanáticos que no piensan con claridad.
Y ahí es cuando aparece otro condimento, siempre miserable: el tópico de la comparación. “Los kirchneristas son peores que los macristas”. O viceversa. Como si eso atemperara algo. Imbéciles todos.
Tal vez lo ocurrido con la “Gestapo” y Villegas y Vidal, y todos esos tipos, sea solo una postal de lo mal que está el periodismo. Acaso una excusa perfecta para barajar y dar de nuevo. Y replantear las bases de este oficio, que según Gabriel García Márquez es el más hermoso del mundo.
Es que, ahora mismo, mal que le pese al gran maestro, esta profesión no estaría siendo nada bonita.
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