Nada nuevo bajo el sol: el kirchnerismo persiste en maquillar la realidad sobre lo que ocurre en estas horas en Ucrania. En sus tuits, Alberto Fernández y Santiago Cafiero omiten mencionar la palabra “Rusia”. Tampoco hablan de “invasión”, sino de “conflicto”. Ni hablar de mencionar a Vladimir Putin. Ello jamás ocurrirá. Vade retro.
A su vez, la postura del núcleo más duro del Frente de Todos es aún más sintomática, porque directamente no hablan del tema. Baste mencionar el mutismo de la propia Cristina Kirchner, que suele verse en el espejo del dictador ruso. Con todo lo que ello implica.
Lo mismo ocurre con los kirchneristas de “paladar negro”, que no se han pronunciado siquiera, acaso creyendo que esa mesura les será oportuna y beneficiosa. ¿O no sería peor si tuitearan a favor de Rusia, que es lo que les gustaría hacer ahora mismo?
Saben que ello sería como pegarse un tiro en el pie, y no lo harán. Porque mastican vidrio, sí, pero jamás lo tragan. No son tontos, aunque hagan todo lo posible por disimularlo.
Pero ese no es el tema, sino la inconveniencia de no decir nada de nada en torno a un conflicto que ha paralizado al mundo por completo. Básicamente porque nadie sabe en qué terminará.
¿Habrá intervención armada de otros países a favor de Ucrania? Si es así, ¿qué hará Rusia? ¿Podría haber una tercera guerra mundial? Si la hubiera, ¿se utilizarán bombas atómicas? Etcétera.
Tales son los interrogantes y temores del mundo entero ahora mismo. Y en ese contexto, el gobierno argentino solo regala más incertezas.
Acá no hay cuestiones ideológicas ni de simpatía alguna. Para entender lo que ocurre hay que desproveerse de aquellas incómodas doctrinas. La avanzada que lleva adelante Putin en estas horas, también sería condenable si hubiera sido pergeñada por EEUU, o cualquier otro país de occidente.
Lo curioso es que, si ello hubiera sido así, si en lugar del presidente Ruso hubiera sido Biden quien atacara Ucrania, los comunicados del gobierno argentino carecerían de palabras edulcoradas. Allí sí hablarían de ataques injustos, y avanzadas imperiales, y totalitarismo yanqui, y todo lo demás.
Pero no es Biden, sino Putin. Y Putin es “del palo”. Entonces está todo bien. A callar oportunamente. Todos. Como siempre.
A pesar de los envenenamientos a adversarios, y la presión sobre los medios, y la insoportable corrupción, y la mar en coche. Porque es Putin. Y está todo bien.
Como se dijo, Rusia es el espejo imposible del kirchnerismo. Lo que desearía Cristina para la Argentina, pero no puede. Dominio de los medios, la Justicia, el Parlamento, expulsión de los adversarios políticos y demás.
Entonces la discusión se contamina por completo, porque bajo ese prisma todo se ve diferente, y la discusión ya no es por los “hechos”, sino por quién los comete.
Un mal chiste finalmente, de los tantos que suele obsequiar el Frente de Todos. Porque, hay que decirlo, estos tipos se creen estrategas y en el fondo son un grupo de payasos.
© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados