El quiebre entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández sigue firme y promete nuevos capítulos. Uno de ellos se pudo ver este sábado en el aniversario de la guerra de Malvinas, con sendos actos organizados por uno y otro por separado.

El presidente tuvo su momento en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado en el Espacio Memoria y Derechos Humanos de la ex-ESMA. Por su parte, la vicepresidenta participó de un acto en el Congreso de la Nación.

Lo curioso es que ambos se dejaron ver junto a Sergio Massa, cada uno a su turno. Una muestra cabal de la versatilidad del presidente de la Cámara de Diputados, a quien Cristina empieza a imaginar como posible candidato a presidente por el Frente de Todos en 2023. ¿Será Massa la misma sustancia que fue Daniel Scioli en 2015 respecto de Cristina? Imposible saberlo.

Como sea, empieza a preocupar a las huestes kirchneristas la ruptura entre las cabezas del Poder Ejecutivo. Lo que muchos imaginaron como una bronca temporal, comienzan a observar que se encamina a un camino de “no retorno”, sobre todo por la intransigencia de la expresidenta.

En realidad, hay posible un camino de conciliación entre ambos, que empezó a analizarse en segundas y terceras líneas del gobierno. Pero el precio es muy elevado. Cristina le exige a Alberto que entregue la cabeza de tres de sus principales funcionarios: el ministro de Economía, Martín Guzmán; el titular de la cartera de Producción, Matías Kulfas —allí imagina a Massa previo a 2023—; y el canciller Santiago Cafiero.

De los tres, el más complicado es Guzmán, cuya figura se vio erosionada luego de las negociaciones con el FMI. Como contó oportunamente Tribuna de Periodistas, el funcionario les mintió descaradamente al presidente y a su vice respecto de cómo avanzaba aquel trámite con el organismo internacional. Les pintó un panorama que era totalmente irreal. A partir de entonces, Cristina lo bautizó “el mitómano”.

En el mismo contexto, tal como anticipó este portal el pasado 14 de marzo, renunció una de las funcionarias de mayor confianza de Guzmán, Mercedes D’Alessandro, directora de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, por "diferencias" en torno a lo que se acordó con el Fondo. Otra víctima de la “mitomanía” del ministro.

En otro orden de cosas, en la TV Pública ha estallado la furia de propios y ajenos por los ostentosos gastos que se están ejecutando en torno al Mundial de Qatar. Solo el envío de Claudio Martínez y Sergio Goycochea, que pidieron estar en el sorteo del mundial, costó la friolera de 16 millones de pesos.

Pero no es lo peor: el canal estatal se encuentra a punto de enviar 75 periodistas a ese país a efectos de cubrir aquel evento internacional. Consultados por TDP, funcionarios del gobierno aseguraron que “solo serán 65, no 75”, como si no fuera una enormidad tal número.

“Estamos pidiendo que nos mejoren las condiciones laborales y los sueldos y (Rosario) Lufrano no nos da pelota, y encima los periodistas que están allá se muestran gastando guita a lo loco en pelotudeces. Solo mirá el Instagram de Sofia Martínez boludeando en Qatar y lo vas a entender”, dijo a este sitio un empleado histórico de la TV Pública.

En otro orden de cosas, generó enorme repercusión el anticipo de este cronista, de que le darían a Nacha Guevara más de 11 millones de pesos por su exilio durante la dictadura militar. La resolución, firmada por Martín Soria, refiere que la artista debió irse del país el 24 de marzo de 1976. Sin embargo, ello no es así: su partida fue en 1974, durante el gobierno de Isabel Perón, por presiones de la Triple A. Meses más tarde regresó al país y volvió a irse, en 1975.

La propia Guevara lo reveló en 2020: “La invitación aparece una mañana en el periódico con una amenaza de las tres A, la Alianza Anticomunista Argentina, que amenazaba a intelectuales, militantes, científicos, y las cumplía a las amenazas en general. Entonces, apareció esa amenaza que nos daba 48 horas a Héctor Alterio, a Horacio Guaraní, a Luis Brandoni, a Norman Briski y a mí para salir del país", sostuvo. Dato mata relato.

Finalmente, está a punto de aterrizar en el país un inesperado escándalo con tufillo a corruptela en torno del millonario negocio del hidrógeno verde que ha importado Agustín Pichot oportunamente. Solo hay que poner el foco en la firma Fortescue Future Industries, que ha firmado un suspicaz acuerdo con la provincia de Río Negro.

En el medio aparecen negociaciones nada claras, que se dieron cuando el exrugbier ocupaba el puesto de director de la Casa de Chubut en París, de la mano del fallecido Mario Das Neves.

Su eyección de esa dependencia en 2019 es otra trama polémica que jamás se ha investigado, con gastos que nunca se rindieron y dinero que se evaporó sin explicación.

Pero esa es otra historia, de las tantas que regala la impredecible Argentina.


© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados