A pesar de lo que digan propios y ajenos, Mendoza no es ejemplo de nada. Ni de transparencia ni de republicanismo. Ni nada de nada.
Sorprende cuando aparecen notas editoriales en diarios de Buenos Aires destacando la presunta ausencia de mácula de la provincia. Como si fuera una suerte de Finlandia de cabotaje. Y nada que ver.
Porque, a pesar de aquella pretensión, que es loable y entendible, en Mendoza sí pasan cosas indecorosas. A montones. Y nunca nadie da cuenta de nada. Jamás.
Apenas sí hubo en la provincia dos intendentes peronistas que terminaron presos, solo un rato. ¿Y qué? Luego, nada de nada.
A falta de uno, se han robado dos bancos en Mendoza, y ¿quién está preso por ello? ¿Hay acaso alguna investigación en curso por lo ocurrido? ¿Alguien imputado siquiera? La respuesta es un rotundo “no”.
Y lo peor es que los tipos que vaciaron aquellas entidades caminan con sus frentes en alto ahora mismo, y viven en ostentosas casas que se compraron con la plata que se robaron. Y se ofenden si alguien los señala, porque juran que son “señores”.
Y se lo creen y todo. Incluso algunos son dueños de grandes medios, acaso para protegerse de los señalamientos de terceros.
La impunidad con la cual se birlaron esos dos bancos envalentonó a los que llegaron luego, peronistas y radicales. Radicales y peronistas. Y de los otros también. Nadie zafa.
Entonces avanzaron con millones de curros, vaciando todo a su paso. Porque, si nadie fue preso por robarse un banco enterito, ¿quién iba a decir algo por avanzar con cajas menos portentosas?
Ello explica el vaciamiento de OSEP y otros organismos provinciales. Durante décadas. Ante las narices de todos. Con una impunidad que abruma.
Y ahí están jueces y fiscales, que la ven pasar y no dicen ni “mu”. Y reputados funcionarios del Tribunal de Cuentas, y de la Fiscalía de Estado, y de la Oficina de Ética Pública, y la mar en coche. ¿A nadie se le ocurre meter las narices allí?
Los políticos se acusan en redes sociales, unos a otros, de cosas terribles. Y a nadie se le ocurre llamarlos para que cuenten lo que tengan que decir. O aportar lo que deban aportar. Ni jueces, ni fiscales, ni nadie.
Penitentes, El Azufre, chalecos antibalas, inseguridad, crisis de salud, y tantos otros escándalos locales quedan plasmados en la realidad pasajera de Twitter, nada más.
¿Y los medios? Bien, gracias. Ahí están impávidos, contando pelotudeces, historias que no le importan a nadie. Anestesiando cerebros para que otros puedan chorear en paz. Un círculo perfecto. Billetera mata periodismo.
¿Dónde está el pretendido republicanismo pues? ¿Quién puede refutar estas líneas? ¿Quién se animará a arrojar la primera piedra?
Es bien cierto que la decadencia es el ropaje que viste a gran parte de la corporación política. Pero no es menos real que los políticos no salen de abajo de una piedra, sino que son parte de la propia sociedad. Todo está podrido, hay que decirlo.
SIn embargo, salir de esa putrefacción es lo más sencillo del mundo, solo hay que tener voluntad. Luego, lo demás llegará por añadidura. Pero hay que dar el primer paso, que siempre es el más complicado.
Uno lo ha intentado, al armar diario Mendoza Today, que tiene ínfulas de independiente. Pero es una gota en el mar. En una provincia donde no hay mares, solo desiertos. Es nadar contra la corriente. Todo el tiempo.
Pero no es lo importante ese medio, ni quien escribe estas líneas, ni las buenas intenciones. Lo relevante es el sopapo que se intenta dar, que busca despertar conciencias dormidas. De ciudadanos que ven pasar al rey desnudo y no dicen nada. Porque nadie se anima a ser el primero en mencionar lo que todos saben y callan. Que Mendoza no es ese oasis maravilloso y pulcro que muchos imaginan.
Pero urge hacerlo. De una buena vez. Para que otros también se animen. Uno a uno. Y que cambie todo, de una vez y por todas.
En alguna oportunidad, la Madre Teresa de Calcuta lo ejemplificó mejor que nadie: “A veces creemos que lo que hemos logrado es una gota en el océano, pero sin ella, el océano estaría incompleto.”