Este martes, Cristina Kirchner intentó refutar la implacable acusación del fiscal Diego Luciani. Lo hizo con enorme histrionismo y con un timing perfecto, pero careció del elemento fundamental: evidencia.
La hoy vicepresidenta aseguró hoy que la "sentencia" en su contra por fraude en la obra pública "está escrita" y que todo fue "un armado".
Acto seguido, aseguró que iba a rebatir las pruebas de la Fiscalía. Sin embargo, un rato más tarde dijo que no había pruebas contra ella. Si es así, no había nada que rebatir.
Una vez más, Cristina demostró su desconocimiento del Derecho, ya que lo que es prueba —y lo que no lo es— lo valora la propia Justicia. Lo curioso es que, durante la hora y media que habló, jamás la vicepresidenta dijo que era "inocente".
Lo que sí aseguró es que 49 de las 51 obras por las cuales se las acusa ya habían sido “revisadas” por la Justicia y hasta hubo un sobreseimiento.
Sin mencionar tres cuestiones obvias: primero, la jueza que dictó la medida —María Valeria López Leston, de Río Gallegos— es ultra kirchnerista; segundo, la magistrada en cuestión no consideró -ni contó con- los elementos de prueba que hoy ostenta la Justicia; tercero, ¿por qué Cristina no habló sobre las dos obras restantes, sobre las cuales no hubo sobreseimiento alguno?
No es todo: la otrora presidenta jamás pudo refutar que nunca se terminaron las obras adjudicadas a Lázaro Báez.
Tampoco pudo desmentir que le pagaron al empresario por anticipado, sin pedirle que culmine el trabajo. Siquiera explicó por qué ocurrió tal irregularidad.
Para defenderse, la vicepresidenta tomó tramos de puntuales testimonios que le convenían, quitándolos de contexto en algunos casos. Y dejó de lado todos aquellos que la complicaron.
En buen romance, del 100% de los testimonios en su contra, solo se concentró en un 5%. ¿Qué onda con el 95% restante?
A su vez, Cristina se mandó varios pifies, tres de ellos de antología. Por un lado, sostuvo que jamás de investigó la fusión entre Telecom y Cablevisión, que benefició al grupo Clarín, comandado por Héctor Magnetto.
Amén de que la mención enchastró a su propio marido, Néstor Kirchner —quien obró aquel milagro—, los jueces Ricardo Guarinoni y Eduardo Gottardi, miembros de la Sala II de la Cámara en lo Civil y Comercial Federal, sí investigaron la medida y emitieron un fallo ad hoc en agosto de 2022.
El segundo desacierto se dio cuando leyó varios mensajes de José López, uno de los cuales se refería a un tal Chancalay, a quien la vicepresidenta asoció erróneamente con el jugador de Racing. El colega Juan Cruz Sanz contó en Twitter que en realidad era Marcelo Chancalay, un puntero de la Villa 20, empleado planta permanente del ministerio de Desarrollo porteño, que se metió en la obra pública con su empresa Mach SA.
El tercer pifie refiere a su mención de que los 9 millones de dólares revoleados por el exsecretario López eran “macristas”. ¿De dónde sacó tal pretensión? Más aún: ¿Qué personaje “macrista” sería el responsable de ese dinero? ¿Por qué no lo individualizó? ¿Por qué incluso no hizo la oportuna denuncia en la Justicia?
No hay mucho más que agregar. Solo lo obvio: Cristina está desesperada y no sabe a qué más apelar más que su conocido histrionismo. Luego, no pudo rebatir los probados hechos de corrupción que le endilgan.
Hay que agregar un dato fundamental: lejos de su pretensión de la existencia de "lawfare", en la investigación de marras intervinieron 13 jueces y 4 fiscales.
Finalmente, mencionar un dato inquietante a los intereses de la vicepresidenta: cada vez logra menos adhesión, no solo por parte de referentes del peronismo, sino también en las calles y redes sociales.
La reina pareciera estar desnuda. Finalmente.