Es un hecho: el ex Jefe de gabinete, Juan Manual Abal Medina, volverá al Poder Ejecutivo tras un tiempo de restiro y distancia con el kirchnerismo. Lo convocó el vice Juan Manuel Olmos para que ayude en la construcción de puentes internos e intente algún tipo de diálgo con sectores de la oposición.
Se trata de un hombre virulento, frontal, polémico, que supo estar al frente de una vasta carrera política dentro del kirchnerismo que arrancó en días de la Alianza, cuando fue titular del Instituto Nacional de la Administración Pública, la escuela gubernamental de formación de funcionarios y empleados del Estado.
Abal Medina es hijo del homónimo ex secretario general del Movimiento Justicialista y sobrino de Fernando Abal Medina, uno de los creadores de la organización Montoneros. Se recibió de licenciado en Ciencias Políticas en 1994 con diploma de honor, medalla de oro y un promedio de 9.4. Luego obtuvo una maestría en el Instituto de Altos Estudios Universitarios y un doctorado en Ciencias Políticas en FLACSO de México.
Quienes lo conocen aseguran que se trata de una persona con un extenso conocimiento de política, no solo a nivel nacional sino también internacional. En tal sentido, Juan Manuel ha sido compilador de una vasta obra relacionada a ese tópico, amén de haber publicado decenas de artículos en revistas académicas especializadas de la Argentina y el exterior. “Siempre fue un tipo muy versátil, conocedor en profundidad de las materias que enseñaba”, admitió a Tribuna de Periodistas un docente del Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires que supo compartir con él la materia Ciencias Políticas en el año 2006.
Sin embargo, la misma fuente admitió que al paso de los años la estrella del ex Jefe de Gabinete de Cristina se fue apagando. “Hoy lo veo y lo desconozco, es una persona que vive alterada, sacada. Es el extremo opuesto de la persona aplomada que conocí”, advirtió.
No es el único que lo dice, sus propios alumnos aseguran lo mismo públicamente: “El Abal Medina que yo frecuenté jamás hubiera dicho que la Justicia es una mierda. Siempre fue un caballero, una persona diplomática”, reveló su ex alumna Carina González a este medio.
La pregunta surge inevitable: ¿Qué le pasó al funcionario en los últimos años? La respuesta es incómoda por demás y la han aportado con gran temor tres funcionarios oficiales, uno de ellos de la propia jefatura de Gabinete de Ministros, cuyas iniciales son GM.
Ninguno se animó a mencionar la cuestión por su nombre pero sí coincidieron todos en referirse a ella con curiosos eufemismos que dejan a la vista la problemática: “No es mal tipo, solo tiene un problema que no puede controlar”, advirtió un secretario de Estado que supo acompañar a Abal Medina cuando este era asesor de Néstor Kirchner como diputado de la Nación. El informante señaló su nariz al tiempo que mencionaba esas palabras.
Algo similar dijo el ya mencionado GM, actual funcionario de relevancia de la jefatura de Gabinete: “(Juan Manuel) tenía mucha presión por su cargo y ello lo obligaba a recurrir a una ‘ayuda extra’ para poder estar despierto y activo desde temprano. Hay días en los que no duerme directamente. Lo malo es que se pone muy irritable cuando le da el bajón”.
La tercera fuente reporta a la mismísima Secretaría de la Gestión Pública y aseguró lo mismo. Agregó sin medias tintas que la cuestión “es un secreto a voces” dentro de esa dependencia. Se insiste: todos hablaron con gran temor.
Como puede verse, se trata de un tema más que delicado, ya que involucra a uno de los funcionarios que, no solo supo tener más poder dentro del gabinete de Cristina, sino que además está por volver. Sin embargo, ¿se puede culpar a alguien por sufrir una patología que supera su propia voluntad?
Es una situación complicada, ya que hay quienes aseguran que nadie en esas condiciones puede ocupar un cargo de relevancia. Otros dicen exactamente lo contrario. Existen monografías y vastos tratados a ese respecto, pero nadie ha dicho aún la última palabra a nivel científico.
Como sea, este tópico que involucra a Abal Medina es de una incomodidad permanente dentro del Gobierno, más aún cuando se lo está convocando para regresar al gabinete. Todos lo conocen y callan al respecto.