La campaña del Frente de Todos de cara a 2023 se mueve al compás del humor de Cristina Kirchner, que en estas horas se muestra enardecida por los avatares que le regala el expediente judicial que investiga el atentado en su contra.
Es entendible el enojo de la vicepresidenta: la Justicia le asestó dos reveses seguidos en torno a su pedido de recusación de la jueza María Eugenia Capuchetti. Primero fue la propia magistrada la que rechazó apartarse de aquella causa. Luego, la Cámara Federal hizo lo propio.
Era cantado. Por caso, este periodista lo anticipó en sus redes sociales apenas hecho el planteo judicial. Básicamente, porque la jueza ha hecho un trabajo impecable, desprovisto de simpatía ideológica alguna.
Cristina no acepta la independencia de la Justicia, ni en este ni en ningún otro caso. Pretende que se haga lo que ella quiere que se haga. Lo plantea abiertamente, a través de caprichosos videos que postea cada tanto en sus redes sociales, donde demuestra carecer del mínimo conocimiento del derecho argentino. Es algo que uno viene diciendo desde 2007: no es abogada.
Como sea, la vicepresidenta no tolera que aquellos que han atentado contra su humanidad sean un grupo de impresentables que no tienen donde caerse muertos. Pretende forzar que se trata de una conspiración de la “ultra derecha internacional”, molesta por sus políticas a favor del pueblo.
Esa obsesión no la deja pensar con claridad. Entonces avanza en planteos sin sentido, que incluye los papelones de rigor. De hecho, en uno de los videos que publicó en su cuenta de Twitter esta semana, Cristina confundió a la “copita” Brenda Uliarte con una chica llamada Maite Britez, que ni siquiera se le parece.
Lo hizo a efectos de forzar un supuesto vínculo entre la banda de los copitos y el referente de la agrupación Centro Nueva Derecha Hernán Carrol, cercano a Patricia Bullrich y Javier Milei.
Pero la jugada de Cristina no solo es judicial, sino también electoral: busca hacerle daño a Juntos por el Cambio, cuyos dirigentes no paran de crecer en las encuestas, más por demérito del kirchnerismo que por mérito propio.
Para contrarrestarlo, reputados miembros de La Cámpora, de la talla de Eduardo “Wado” de Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque, impulsan en estas horas una jugada de alta gravitación. Que incluye la aparición de ambos en programas periodísticos en canales y radios identificados con el antikirchnerismo. La idea es “humanizar” a los miembros de aquella agrupación de cara a 2023.
El propio Larroque sorprendió esta semana en una descontracturada entrevista que le hizo Carlos Pagni en canal La Nación Más. Allí aprovechó para seguir esmerilando la figura de Alberto Fernández, quien ya ha pasado a ser una figura decorativa dentro del gobierno.
No obstante, la movida camporista va más allá: incluye reuniones con referentes de la política de la oposición, encuentros con empresarios otrora tildados de “enemigos” y charlas en “off the record” con periodistas críticos.
Esto último explica la “revelación periodística” que explotó esta semana sobre Sergio Berni. Jorge Lanata fue el encargado de hacer público que el hoy ministro de Seguridad era dueño de una casa y tres departamentos en Bariloche que no figuraban en su declaración jurada.
A su vez, el conductor de PPT dio cuenta del crecimiento reciente de su patrimonio y sus vínculos económicos con el CEO de Garbarino, el siempre oscuro Carlos Rosales.
Ciertamente, Berni fue víctima de una operación de prensa que nació al calor de las necesidades políticas de los barones del conurbano y puntuales miembros de La Cámpora.
El propio ministro aseguró que la acusación de Lanata era parte del "adelantamiento del año electoral" y que le tocaba a él porque era "un actor de la política".
"Ya en el 2015 me hicieron exactamente lo mismo. La Corte Suprema de Justicia y su Tribunal de Cuentas y sus peritos, durante cuatro años, estudiaron todo mi patrimonio y fui sobreseído", dijo el funcionario bonaerense.
Lo que omitió mencionar es que en aquella denuncia, iniciada en diciembre de 2014 por el fiscal federal Eduardo Taiano por una denuncia del entonces diputado nacional por la UCR Manuel Garrido, fue sobreseído por el juez Luis Rodríguez
Ningún mérito: se trata de un magistrado ultra kirchnerista que, no solo enfrentó severas acusaciones por cobro de sobornos, sino que llegó a su cargo tras copiarse en el examen ad hoc.
Rodríguez zafó a Berni en 2019 asegurando que "no se han detectado bienes que hayan sido omitidos por los encartados Berni y Propato en sus declaraciones juradas". Sin embargo, jamás investigó cómo se adquirieron las millonarias propiedades adquiridas por el ministro y su esposa. Ni tampoco escarbó en los bienes que aparecían a nombre de presuntos testaferros de ambos.
Pero no se trata solo de su fortuna mal habida: Berni debería dar cuenta por su errática gestión como titular de la cartera de Seguridad -hay un muerto cada tres días en territorio bonaerense y la inseguridad no para de crecer-, a pesar de lo cual insiste en permanecer en su cargo.
El macrismo se ahoga en su propio ego
Fuera de las vicisitudes del Frente de Todos, los referentes de Juntos por el Cambio viven su propio culebrón, que regala a diario nuevos y jugosos capítulos. Algunos de ellos escandalosos.
A medida que se acerca 2023, los egos empiezan a asomar y juegan muy malas pasadas. Sobre todo en el terruño que más cela el PRO, la Ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri desconfía de Horacio Rodríguez Larreta -cree que cederá protagonismo a la UCR- y por ello ha colado a su propio candidato, su primo Jorge, que es Macri.
Como respuesta, el alcalde porteño ha motorizado el lanzamiento de su propio candidato, Fernán Quiros, hoy ministro de Salud de la Capital Federal. También respalda a la titular de la cartera de Educación, Soledad Acuña. Hombre precavido vale por dos.
A su vez, Larreta trabaja en su propia candidatura a presidente de la Nación, de la mano de su joven novia, Milagros Maylin, a quien debió blanquear por temor a un inminente “carpetazo”.
El jefe de Gobierno sospecha que estuvo a punto de ser escrachado por “personeros” que responden a Patricia Bullrich, su gran contrincante. Por eso se apuró a hacer público su “amor”.
No obstante, la que filtró la información de la pareja a los medios fue su propia esposa, Barbara Diez, quien, dicho sea de paso, suele recordarle que aún siguen casados.
La bronca de la mujer nació en 2019, cuando se enteró del oculto romance entre Larreta y la joven Milagros. En ese contexto, decidió hacer una picardía: deslizó a los medios que la novia de su marido estaba embarazada.
Para que el escándalo no viera la luz, el alcalde porteño debió hacer una fuerte jugada que le costó varios millones de pesos. Ese dinero obró el milagro del mutismo mediático.
Como se dijo, el mayor enemigo de Larreta no es Macri como muchos creen, sino su propia esposa. ¿Qué ocurriría si la mujer decidiera revelar los detalles de los millonarios negocios que hizo su marido con el grupo económico IRSA, la mayor empresa argentina inversora en bienes raíces?
La trama es densa y áspera, e inquieta profundamente a Larreta, quien logró que la mayoría de los medios desistieran de publicarla. Se describe en una extensa denuncia que este periodista hizo contra él durante 2010 por “negociaciones incompatibles con la función pública”.
El expediente se encuentra virtualmente paralizado, aun cuando se han pedido interminables medidas de prueba, que jamás se realizaron. Baste mencionar que el hermano de Horacio, Augusto Rodríguez Larreta, supo ser gerente de relaciones institucionales de IRSA al momento de refrendarse algunos de los negocios más rentables en la CABA.
Como uno suele repetir, el alcalde porteño es un verdadero intocable. Uno de los dos personajes más blindados por los medios argentinos. El otro es Sergio Massa, también denunciado por quien escribe estas líneas, por enriquecimiento ilícito.
Esa presentación también está paralizada por la Justicia, en este caso por el siempre suspicaz Marcelo Martínez de Giorgi, quien se niega a avanzar un ápice.
Entretanto, a sabiendas de la impunidad que lo recubre, Massa acaba de adquirir otra estancia, la célebre "Momentos", que supo pertenecer al cantante Julio Iglesias. Se encuentra en el partido de Maipú.
Su fortuna, que ha crecido de manera directamente proporcional al trabajo de su esposa Malena Galmarini en AySa, no tiene límites. Es un escándalo del cual todos hablan en los pasillos de la empresa estatal de agua.
Entretanto, Massa se escuda en su errática gestión como ministro de Economía. En unos días anunciará un nuevo blanqueo de capitales, acordado en reserva con EEUU.
Es parte de un convenio que, so pretexto de traer dólares al país, terminará revelando millonarias cuentas secretas de argentinos que fugaron divisas a ese país. Muchos de ellos son importantes personajes de la política vernácula. De ambos lados de la grieta.
Ya mismo se pueden ir alquilando balcones.
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