Como cada año, este sábado se desarrolló el ostentoso desayuno de la Coviar en Mendoza, en el contexto de la célebre Fiesta de la Vendimia.
Allí se cruzaron reputados funcionarios nacionales con referentes de la política local a efectos de impulsar una serie de medidas que ayuden a los productores vitivinícolas, no solo mendocinos, sino de todo el país.
Ello tras las inclemencias climáticas sufridas en los últimos meses, que dejaron miles de hectáreas afectadas en todo el país.
Sergio Massa fue el encargado de hacer los anuncios de marras, ante un auditorio que lo observó con oportuno escepticismo. No solo porque el ministro de Economía es un usual incumplidor de promesas, sino porque algunas de ellas ya habían sido efectuadas en noviembre pasado y quedaron en la nada misma. La principal fue el “dólar vino”.
Ni siquiera el gobernador Rodolfo Suarez le creyó a Massa. “Es importante que el Gobierno nacional cumpla su palabra y ayude a superar la coyuntura”, le espetó tras escucharlo en su propio rostro.
Los bodegueros tampoco le creyeron. En charlas reservadas con Tribuna de Periodistas, que cubrió el evento, todos se mostraron incrédulos. Todos.
Dicho sea de paso, Massa no fue nada bienvenido en la provincia, ni tampoco el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, otro de los presentes en el evento de la Coviar. Ambos debieron ser “cubiertos” a través de un sorprendente operativo de seguridad para no quedar “al alcance” de los mendocinos.
Es curioso, porque en el pasado el mismo evento supo contar con la presencia de los presidentes y vicepresidentes de turno. Pero ello hoy no es posible: ¿Cómo podría un Alberto Fernández evitar ser abucheado? ¿O una Cristina Kirchner?
Ambos saben que son historia pasada, cadáveres políticos sin chances de volver al poder. No obstante, se aferran a un discurso que intenta mantenerlos en el centro de la escena.
Por caso, el jefe de Estado persiste en dar señales claras de que busca su propia reelección. Como si tuviera alguna chance de obrar semejante hazaña. El kirchnerismo “duro” sospecha que es solo una buena actuación de Alberto para mantenerse en el centro de la escena política y no sufrir el síndrome del “pato rengo”.
Los mismos que adhieren a esa hipótesis insisten en pedirle a Cristina que sea candidata, a pesar de la negativa persistente de la vicepresidenta. Este sábado, fue la propia senadora Anabel Fernández Sagasti que lo dijo sotto voce: “Debe ser la candidata a presidenta porque es la que más mide y también la que más adeptos genera", apuntó.
Pero Cristina tiene otros planes: busca dejar el campo minado para el próximo gobierno, que no será del Frente de Todos. Hará lo mismo que en 2015, cuando jugó a la derrota de Daniel Scioli.
Quien trate de entender la jugada, no lo logrará jamás. Es parte de la naturaleza de la vicepresidenta, que actúa igual que el escorpión de la fábula, que termina muriendo tras picar a la rana que amablemente se ofreció a trasladarlo de una orilla a la otra.
Massa no desconoce la situación y es por ello que ha empezado a desinflar su propia candidatura, insuflada durante meses antes familiares, amigos y asesores. “Tal vez sea preferible postularse para 2027”, le dice a su esposa, Malena Galmarini.
Dinero para la campaña no les falta, ni tampoco militantes. Cualquier atisbo de auditoría realizada a AySA y/o Trenes Argentinos revelará aquella verdad.
Lo que ocurre en esta última empresa es directamente escandaloso: según pudo comprobar TDP, en 2019 metieron 25 personas; en 2020, 106; en 2021, 239; y en 2022, 203. En total, “clavaron” 573 empleados nuevos, que son mayormente militantes.
“Un trabajador para pedir un pase a un sector le dan dos millones de vueltas y hasta le responden que no están tomando personal para ese sector, sin embargo metieron a toda esta gente”, dijo a este portal una relevante fuente de Trenes Argentinos.
El mismo informante añadió: “Si un trabajador que, por ejemplo, tiene 10 años de antigüedad pide un pase por motivos de salud, lo más probable es que esté años a la espera de la autorización de Recursos Humanos”.
Como reveló hace algunas semanas TDP, esa área es manejada por Matías Bide, militante del Frente Renovador y hombre de confianza de Massa. Un tipo casi tan corrupto como su jefe.
Quien escribe estas líneas ha reiterado hasta el hartazgo los curros del hoy ministro de Economía, a través de su millonario testaferro, Daniel Guerra, “dueño” del departamento que suele utilizar Massa cuando viaja a Miami.
Guerra es el mismo que compró en 8 millones de dólares “al contado” un haras en San Andrés de Giles, al que los lugareños suelen llamar “Lo de Massa”. Allí suele llegar el titular de la cartera de Economía con su esposa, en helicóptero, con una impunidad que solo puede regalarle un país como la Argentina.
¿Los medios? Bien, gracias. Nadie jamás dirá nada sobre Massa, es el gran intocable. Dueño “oculto” de varios medios de comunicación. Nadie lo sabe, pero cada vez acumula más acciones en portales, radios y un conocido canal de televisión por cable. Habrá más novedades para este boletín.
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