“No hay otra, Milei termina como Bucaram”. Contra lo que podría suponerse, la frase no corresponde a un referente kirchnerista sino a uno de Juntos por el Cambio, que decidió trazar un cruel paralelismo entre el actual presidente argentino y el malogrado mandatario ecuatoriano.
A Abdalá Bucaram también le decían “loco” por las excentricidades que decía y hacía. Llegó a presidir Ecuador tras anunciar un plan económico que se asentaba en la convertibilidad de la moneda con el dólar estadounidense, respaldados totalmente por la reserva monetaria internacional.
Además, implementó un sistema económico y financiero neoliberal ideado por Domingo Cavallo que aumentó el costo de servicios básicos como el gas doméstico, la electricidad, el agua potable y los teléfonos, produciendo fuertes protestas a nivel nacional.
Igual que Milei, desde el primer día de su llegada a la presidencia se encargó de enfrentarse con todos los poderes, partidos, ex presidentes, sindicatos, banqueros e incluso con los obispos. Para él, unos eran corruptos, otros, incapaces, mentirosos, conspiradores, burros.
Pero la chispa que provocó su caída fue la aplicación de un duro plan de austeridad económica que empobreció aún más a una población con escasos ingresos y que sólo fue aplaudido por Wall Street y el Banco Mundial.
Luego de seis meses de gobierno, durante el período comprendido entre el 10 de agosto de 19963 y el 6 de febrero de 1997, fue destituido por el Congreso de Ecuador por incapacidad mental para gobernar.
De manera similar a las proclamas de Milei, Bucaram utilizaba citas bíblicas y se comparaba con Jesús. “A Cristo lo llamaron loco y lo mataron –gritó Bucaram en una gira proselitista durante su campaña–. A Gandhi lo llamaron loco y lo mataron. Llaman loco a Abdalá y no sé si me matarán.”
“La mezcla de paranoia, grandilocuencia y alarde es puro Bucaram”, señaló “The Wall Street Journal” al referirse al entonces candidato. Cualquier similitud con Milei, es pura coincidencia.