Nadie puede dudar que Javier Milei llegó con las mejores intenciones a efectos de enderezar la economía argentina. Se trata de una labor ardua y compleja, que requiere de una expertise que pocos podrían aportar.
A esos efectos, el presidente libertario aplicó una severa motosierra y achicó gastos por doquier, sin medir consecuencias. En muchos casos, el achicamiento fue correcto. En otros, no tanto.
Por caso, los jubilados y la clase media pagaron gran parte del recorte, y la política poco y nada. No obstante, la inflación empezó a descender y la mayoría de los números macroeconómicos se muestran promisorios. Es un punto a favor de Milei.
El mandatario tendrá que rever la áspera cuestión del financiamiento a las universidades, punto neurálgico en el cual intentó meter mano sin suerte. La sociedad, en su enorme mayoría, le puso un coto.
Y aunque el presidente se niegue a ver la realidad, los que marcharon lo hicieron de manera genuina y espontánea. Muchos de los cuales incluso fueron sus propios votantes.
Ello revela un fenómeno curioso: los “propios” ya no estarían bancando algunas de las medidas del otrora león libertario.
No se trata de nada nuevo ni novedoso: la discusión por la incorporación del cuestionadísimo Ariel Lijo como ministro de la Corte Suprema de Justicia ya había provocado puntuales decepciones en las filas libertarias.
A ello se suma la incorporación de referentes del massismo en lugares clave de la administración pública, como la Dirección General de Aduanas. Y otros.
Más decepciones: ¿Por qué Milei decidió duplicar los siempre oscuros fondos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), llevándolo a la friolera de $4.000 millones? ¿Será acaso porque, como reveló Diario Mendoza Today, desde allí se paga a los trolls que en Twitter se dedican a destrozar a los “enemigos” del presidente?
Digresiones aparte, en su columna semanal en diario La Nación, el implacable Carlos Pagni regala este jueves toda una revelación: “Para administrar esta política (de manejo de trolls), Caputo recurrió a sus socios de la consultora Move. Guillermo Garat, ex asesor de Eduardo Wado De Pedro fue a YPF. Diego ‘Derek’ Hampton se impuso en la Ansés. Varias colaboradoras de Move fueron destacadas en el PAMI. Aterrizaje en las grandes cajas sin las cuales la lucha contra la casta se hace demasiado desigual. Lecciones aprendidas de La Cámpora”.
Amén de los turbios manejos que empieza a evidenciar en su gobierno, Milei ostenta un tópico que genera aún más preocupación: su salud mental.
En los corrillos de Círculo Rojo el comentario es insistente e inquietante. Anoche mismo, en el evento de la Fundación Libertad, poderosos empresarios y referentes políticos no hablaban de otra cosa.
Disparó el tema la disertación del propio mandatario, cargada de burlas hacia ciertos economistas. ¿Corresponde a la investidura de un jefe de Estado tal muestra de ridiculez? ¿Debe un estadista mostrar tal nivel de intolerancia?
Milei debería prestar atención a esos detalles, sobre todo en el contexto de una sociedad que ha demostrado empezar a perder la tolerancia ante el brutal ajuste sufrido. Gente que no llega, no a fin de mes, sino a mediados de mes. A pesar de tener dos o tres empleos.
La ciudadanía observa que, a pesar de las promesas, la reactivación no aparece. Cada día hay más y más despidos y las pymes se muestran estranguladas ante la suba de tarifas y el cese de la actividad.
Se trata de números “oficiales”, provenientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC). Ni un sólo indicador positivo. En dicho marco, el aparente “desorden mental” de Milei se hace más ostensible.
Nadie se anima a decir que el rey está desnudo, pero es algo que está a la vista. Ergo, todos lo estarían viendo. Por ahora, algunos insisten en decirle al presidente que viste hermosos ropajes. Pero cada vez son menos. Y menos… Y menos.