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Impunidad en torno a Natalia Di Gallo

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DE FIESTAS NEGRAS, DROGAS Y MUERTE
DE FIESTAS NEGRAS, DROGAS Y MUERTE

EL SUR TAMPOCO EXISTE

 

Finalmente la Justicia revocó la prisión preventiva de Daniel Ojeda, el único detenido que había por el crimen de Natalia Di Gallo, la adolescente asesinada en diciembre de 2003 en el parque Pereyra Iraola. Era algo cantado.

"Desde el primer momento dijimos que Ojeda no tenía nada que ver; lo metieron dentro de la causa para desviar la investigación", dijo a diario Clarín Juan Di Gallo, el padre de la adolescente de 16 años.

Recordemos que el 1º de enero de 2004 el cuerpo de Natalia fue encontrado en un zanjón del Camino General Belgrano, cerca del parque Pereyra Iraola de Berazategui. El 28 de diciembre anterior, Nicolás Gómez -amigo de Natalia-, la pasó a buscar para llevarla a cenar, pero finalmente fueron al parque. Horas más tarde, Gómez denunció que un hombre los había asaltado y se llevó a la chica. 

Gómez estuvo detenido tres meses, pero luego fue liberado por falta de mérito. La familia de Natalia, por su parte, cree que miente sobre lo que ocurrió aquella noche.


La historia no oficial

"Tengo a la cana encima y lo único que hice fue poner la bolsa donde me dijeron", reprodujo el grabador de los investigadores. Con la cinta en su poder, el fiscal de la causa, Claudio Pelayo, ordenó a los efectivos de la DDI de Quilmes la detención de Nicolás Gómez, la cual se hizo efectiva el miércoles 21 de enero por la mañana en la casa de su madre, Marta, en Florencio Varela. 

No conforme con ello, el fiscal ordenó varios allanamientos más en busca de cómplices: de uno de ellos sería la voz atrapada por las escuchas telefónicas. Aunque en los procedimientos no hubo detenidos, se secuestró gran cantidad de elementos que servirían de pruebas para futuras detenciones. "Se escaparon por poco, pero estamos en la pista correcta", anunció un oficial de la policía bonaerense. Esas palabras durarían poco: de las tres hipótesis que manejaban al principio los investigadores, todas han comenzado a perder peso.

La primera es la del propio Gómez, quien declaró que la noche del 29 de diciembre un desconocido de barba y pelo oscuro rompió el vidrio trasero de su Renault 11 estacionado en el Parque Pereyra Iraola y secuestró a Natalia, que apareció muerta cuatro días después a cinco kilómetros de ese lugar. Natalia, de 16 años, había roto pocos días atrás con su novio Alejandro, y Gómez -ex compañero del colegio Santo Tomás de Florencio Varela-, la invitó a salir esa noche. Tanto en la fiscalía como en la policía esta versión ha perdido total credibilidad. Por caso, jamás se encontraron vidrios sobre el cadáver de Natalia, algo imposible si realmente el desconocido hubiera roto la luneta del auto, ya que según Gómez ambos estaban en el asiento trasero.

La segunda es que la muerte fue causada por una tercera persona o por varias personas más, pero que Gómez actuó como entregador. Los investigadores han trabajado intensamente en esta pista, porque es a la que apuntan la mayoría de los indicios.

La tercera directamente señala a Gómez como el homicida.

Según la revista Semana, "Nicolás Gómez, según sus padres, es un chico como cualquiera, un hincha de River que ama el vóley, a tal punto que construyó una canchita casera en su patio. Gómez terminó la secundaria en 2002 y como no se definía por ninguna carrera universitaria terminó trabajando como remisero aprovechando el regalo de su padre ángel, un Renault 11 celeste. Así, consiguió trabajo en la remisería Fer, a pocas cuadras de la casa paterna, en la calle Húsares al 4500, Quilmes (Nicolás vive con su madre y su hermana mayor Jessica en Florencio Varela)".

Fuera de su vida pública, los investigadores sospechan que Nicolás tiene estrechos vínculos con un grupo cuasi mafioso. La versión off the record de los indagadores dice que esa noche del 29 de diciembre, un grupo de jóvenes montado en un Peugeot 504 blanco, luego de cometer un robo menor, fue visto en el Parque Pereyra Iraola. Que el líder de esa banda sería un chico apodado "El Cabezón", cuya casa en Bosques fue allanada, aunque él logró escaparse. Y que Nicolás Gómez lo conocía.

Un ex preso señaló oportunamente que la banda que actuó en el crimen de Natalia estaría vinculada con el negocio y la venta de cocaína y marihuana

La otra persona que integraría este grupo sería la reproducida en un identikit armado en base a las declaraciones de varios testigos, quienes aseguraron haber visto esa noche en el parque a un joven de barba y pelo oscuro. Curiosamente, la misma descripción que dio Gómez del supuesto secuestrador. Y también sería conocido de Gómez.

"Está claro que en este caso actuaron por lo menos dos personas y que Natalia fue agredida sexualmente", dispara Roberto Damboriana, abogado de la familia Di Gallo. El padre de la víctima, Juan Di Gallo, también sospecha del joven: "No creo para nada en la versión que da: sabe más de lo que dice y está ocultando algo", asegura.

En el mismo sentido, otros testimonios suman puntos a la hipótesis de la entrega: un matrimonio que volvía de un bingo la noche del crimen declaró que vio cómo un joven subía a golpes a otra persona a un auto en la zona del Parque Pereyra Iraola. Lo llamativo de esta declaración es que la pareja señaló que delante de ese auto, el Renault 11, había otro, un Peugeot 504, del cual se asomaba una cabeza que miraba para atrás como asegurándose de que la persona golpeada entrara al vehículo.

Se sabe hoy que Natalia recibió un fuerte golpe en la cabeza, aunque los primeros peritajes sostuvieron que murió asfixiada dentro de las bolsas de consorcio donde la encontraron, y que las bolsas no tenían rastros de haber estado en contacto con la tierra del parque. "A la chica la envolvieron en otro lado y luego dejaron el cuerpo en el lugar donde fue encontrado. Por eso estamos seguros de que fueron varios los que la mataron", dijo a la prensa un comisario que participó de la investigación.

Concluyendo

Las versiones sobre una supuesta entrega vinculada al submundo de la droga en la zona sur de la provincia de Buenos Aires son un secreto a voces en el marco de la causa por la muerte de Natalia Di Gallo y tal vez por eso nunca se termine de esclarecer la verdad detrás de este tema. La mafia se mueve comprando voluntades, ya sea a través de dinero o a través de la violencia. Sus largos tentáculos alcanzan a facciones de poder político y judicial que no permitirán jamás que se sepa qué hay detrás de este tipo de crimenes.

Hace más de un año, cuando habían pasado unos pocos días de la muerte de Natalia, desde este periódico anticipamos que la causa quedaría en la nada. No porque tuviéramos poderes paranormales, sino porque sabíamos -de buena fuente- quiénes podían ser los cabecillas de la mafia que mató a la chica Di Gallo.

Son nombres de punteros políticos muy importantes, que aparecen nombrados en otras muertes (1) y que están amparados por conocidos intendentes de la zona sur del gran Buenos Aires.

Para comenzar a llegar a la verdad, la justicia tendría que investigar a Darío Rasmussen, dueño de un boliche bailable llamado Rimbo, en Avenida Calchaquí 4249 de la zona de Quilmes y relacionado con la policía local y el intendente de la zona. Es la punta del ovillo...

 

Christian Sanz

(1) Uno de los varios muertos es Hugo Daniel Ramos, asesinado el jueves 24 de Octubre de 2002 por el hijo de un puntero de Avellaneda.

 

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