A pesar de las vacaciones, suceden cosas en el marco de la causa que investiga la ruta de la efedrina. Son cosas que no aparecen en el expediente, pero que ocurren al fin. Luego del oportuno y conveniente fallecimiento de Luis Tarzia, comienzan a circular versiones respecto a la seguridad personal de Rodrigo Pozas Iturbe.

    Una fuente relacionada a la causa judicial admitió a este periódico: "Las cosas se han puesto muy complicadas, no solamente porque el Juez (Federico Faggionato Márquez) se ha encargado de que Rodrigo no pueda brindar su declaración para las apelaciones correspondientes, sino que además le han negado la nulidad pedida a la rueda de reconocimiento (1)".

    Los dichos del informante revisten una gravedad elocuente, especialmente porque ha comenzado a circular el rumor de que policías del penal de Villa Devoto habrían recibido una interesante oferta dineraria a efectos de hacer "desaparecer" a Pozas Iturbe. El chisme recorre los pasillos de los tribunales de Zárate-Campana y no es desconocido por el propio mexicano, el cual obviamente teme por su vida.

    Acrecienta las sospechas otro hecho ocurrido a fines de 2008 y que pasó totalmente desapercibido para la opinión pública: el encuentro entre el supuesto cónsul mexicano en la Argentina, José Luis Ponce, y el detenido Pozas Iturbe, en el cual el primero pidió al segundo que se autoinculpara a efectos de "aliviar" su pena carcelaria. Se destaca lo de "supuesto" porque la verdadera cónsul mexicana es Ana Ruiz Hurtado.

    Todo sucedió luego de que Pozas Iturbe finalizara su primera declaración indagatoria, en un marco sumamente misterioso. En medio del trayecto que lo llevaría nuevamente a la cárcel, el vehículo se detuvo imprevistamente, se lo hizo descender y fue llevado a una oficina donde le fue anticipado que el Cónsul de México estaba por llegar para hablar con él.

    El encuentro —luego de dos horas de espera por parte de Pozas Iturbe— se hizo sin su abogado de por medio y merced a una gestión del juzgado de Zárate Campana. Allí ocurrió lo ya descripto: se intentó hacer autoinculpar al detenido y se lo amenazó por no haber accedido.

    Una vez enterado del incidente, el indignado abogado de Pozas Iturbe, Manuel Izura, se propuso averiguar quién era el enviado Ponce. Supo posteriormente que se trata de un ex fiscal de México y ex funcionario de la Siedo, una especia de Sedronar mexicana. Lo que desconocen tanto Pozas Iturbe como su abogado, es que Ponce también fue enviado a hablar en su momento con los mexicanos que fueron arrestados en Ingeniero Maschwitz el 18 de julio de 2008. También les quisieron "dar letra".

    Tribuna de periodistas quiso hablar con Ponce a su celular (15-4175-1174), pero fue imposible. Se dejaron varios mensajes en su casilla y jamás respondió.

    Quién sí habló con este medio fue un funcionario del juzgado de Zárate-Campana, en el marco del incidente descripto: "Lo que tendrían que hacer es cruzar los llamados entre el celular de Ponce y el juzgado, es lo que va a terminar de demostrar la complicidad judicial en el intento de eliminar a los testigos".

    Concluyendo: este medio ha denunciado extensa y detalladamente al juez Federico Faggionato Márquez en el marco de su participación en la "ruta de la efedrina". Se demostró fehacientemente que no trabaja independientemente, que ostenta un nivel de vida que no puede justificar y que presiona a los testigos para justificar una trama que le es dictada por el Poder Ejecutivo.

    ¿Qué más hace falta para que sea separado de su cargo en la Justicia?

Christian Sanz

(1)  La rueda de reconocimiento fue armada por el juez para que Ricardo Martínez señalara a Pozas Iturbe.