En un gesto que mueve al asombro más elocuente, la defensa del ex presidente Carlos Menem pidió hoy la anulación del juicio oral y público contra este por el "supuesto" tráfico de armas del Ejército a Croacia y Ecuador, con el argumento de que no hubo "dolo", es decir intencionalidad, por parte de su cliente.
En la reanudación de las audiencias del proceso tras la feria judicial, el abogado Maximiliano Rusconi, defensor de Menem, afirmó que "al momento de la firma de los decretos presidenciales no había obstáculos" y se trataba de "actos absolutamente lícitos".
Rusconi pidió que se declare la "nulidad del requerimiento de elevación a juicio" que en su momento hizo el entonces fiscal federal Carlos Stornelli y la querella formada por la Aduana.
Han pasado muchos años y la sociedad ha olvidado ya este escándalo, tapado ya por los incesantes hechos de corrupción kirchnerista. Sin embargo, se hace necesario traer a la actualidad los puntos centrales de este hecho, ocurrido hace más de diez años, para entender la elocuente culpabilidad de Menem.
Una trama política
A principios de 1995 la sociedad se desayunó con uno de los mayores escándalos que se iban a vivir a lo largo de ese año: se descubrió la tristemente célebre venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia por parte de la Argentina.
Todo esto no hubiera revestido las connotaciones que tuvo si no fuera por que involucró a funcionarios de alta jerarquía, desde el Presidente de la Nación hasta funcionarios de la Cancillería y el ministerio de Defensa.
El contrabando a Ecuador, por ejemplo, provocó una pelea en el Gobierno y un escándalo internacional porque, como miembro del Protocolo de Río, la Argentina —junto con Estados Unidos, Brasil y Chile— había decretado un embargo militar contra ambos países en guerra.
El papelón se fue incrementando hasta que finalmente pudo demostrarse que toda la operatoria se había manejado desde las más altas esferas del Gobierno.
Como ejemplo pueden tomarse las declaraciones que hicieron en su momento el Comandante de Operaciones Aéreas, brigadier Hector Genolet, encargado del control de la salida de aviones, y el brigadier Juan Paulik, acerca de que el Gobierno sabía —por lo menos después del segundo de los cuatro vuelos que transportaron el cargamento—, que las armas llegaban a Guayaquil y no a Caracas.
En el mismo sentido, el traficante de armas Diego Palleros aseguró en un reportaje aparecido en diario Clarín el 29/07/98, que el presidente Carlos Menem, su Gabinete y el jefe del Ejército, general Martín Balza, "sabían perfectamente" que las armas autorizadas a salir del país con destino a Venezuela y Panamá entre 1991 y 1995, en realidad, eran para Ecuador y Croacia, respectivamente.
La entrevista, realizada por Ana Gerschenson en la celda que ocupaba Palleros en la prisión de máxima seguridad de Johannesburgo, ahonda en algunos detalles que comprometen a personas muy importantes del quehacer político y merece ser transcripta en su totalidad:
-Usted jura que es inocente, pero ¿por qué entregó armas a Ecuador que estaba autorizado a vender sólo a Venezuela?
-Habría que preguntarle a Fabricaciones Militares. Ellos me llamaron como intermediario para que les consiguiera compradores porque necesitaban vender el stock fuera de uso, que había quedado de la guerra de las Malvinas. Hayton Trade consigue la representación y comienza a buscar compradores. Una vez que se consigue el comprador nuestra tarea termina: el envío, los papeles de Aduana y la entrega es responsabilidad de Fabricaciones Militares, Hayton Trade no interviene para nada.
-De todas maneras, usted tramitó un certificado de destino final de las armas en Venezuela que resultó ser falso...
-Yo nunca estuve en Venezuela, y ese certificado no fue falso y lo consiguió el grupo brasileño de Hayton Trade. Se remitió por "courier" directamente de Brasil a Fabricaciones Militares sin pasar por mis manos. En el ámbito de la venta de armamentos los certificados son puramente formales, no significa que las armas terminan en ese destino, y eso lo sabían todos en el Gobierno.
-Pero las armas a Ecuador las trianguló usted...
-El comprador ahí era el francés Lasnaud, que vive en Miami, y, por otra parte era conocido de Estrada. El estuvo en Ezeiza inspeccionando el embarque con Fabricaciones Militares, e incluso se quejó de que los proyectiles eran viejos, y Sarlenga le dijo que se los iban a cambiar más adelante. En un principio Lasnaud pensaba venderle las armas a Liberia, porque las operaciones se arreglaron antes de las escaramuzas en la frontera de Ecuador y Perú. Pero estalló el conflicto, porque nunca fue declarada la guerra entre los dos países, y los FAL que FM le vendió a 300 dólares, él los pudo ubicar a 500 porque estaban desesperados.
-El certificado de destino final de las armas de Panamá, que en realidad fueron a Croacia, sí lo consiguió usted...
-Sí, pero es totalmente legítimo. Yo fui y lo pagué. El certificado es un supuesto. Dice: "En el caso de que Panamá compre, el mismo sería destinado a las Fuerzas de la República de Panamá"... todo así, condicional, porque estuvo siempre claro que ése no sería el destino final de las armas sino que pasarían a un intermediario que a su vez las revendería.
-Los decretos presidenciales dicen claramente que autorizan a sus empresas a vender armas a Venezuela y Panamá...
-Yo le digo una sola cosa: el Presidente de la Nación y sus ministros sabían muy bien que Panamá no tiene fuerzas armadas y lo firmaron igual. Me parece que eso lo dice todo. El Gobierno sabía perfectamente adónde iban a parar las armas. No podían dejar de saberlo. Porque cuando Fabricaciones Militares despacha el embarque en Ezeiza para Venezuela y ve que el plan de vuelo de Fine Aire tiene una parada en Guayaquil. ¿Por qué lo dejan seguir? Todos sabían todo.
-¿Está diciendo que no fue ni Sarlenga ni Camilión el cerebro de las operaciones?
-Camilión es inocente. Cuando él quiso parar las operaciones no lo dejaron porque las órdenes venían de mucho más arriba...
-¿Del Presidente?
-El Presidente firmó los decretos...
-¿El general Balza jugó algún papel en las maniobras?
-Con respecto a Balza, si bien no participó directamente en estas operaciones, es un hipócrita si dice que las desconocía o que fue engañado.
-¿Usted ordenó que se depositara la coima de 400 mil dólares en 1994 en la cuenta de Daforel?
-Yo no tengo nada que ver con esa coima...
-¿El destinatario de esa coima era Emir Yoma?
-...Yo no quiero contestar esa pregunta todavía...
-Pero no lo niega...
-(silencio)....
-¿Sarlenga es la cabeza visible de las maniobras?
-Sí. Aunque le repito que todos sabían. (Domingo) Cavallo, por ejemplo, miró para otro lado pero firmó porque necesitaba la plata (para el presupuesto). Entraron más de 70 millones de dólares.
-¿Por qué se escapó si es inocente?
-Porque tenía miedo. Sobre todo después de la causa por contrabando que abrió el juez Aguinsky, que es política. Quieren usarme de chivo expiatorio para no asumir las responsabilidades. Pero yo soy un hombre honesto, no soy un delincuente. Trabajé con el gobierno de Alfonsín y no tuve ningún tipo de problemas. Yo no engañé a nadie, ni nadie engañó al Gobierno.
-¿Está negociando su extradición con el gobierno argentino?
-Si yo estoy acá es porque no tengo amigos políticos que me defiendan. ¿Con quién quiere que negocie? No tengo ningún problema con el juez Jorge Urso, si me llama a declarar, pero no pienso seguirle el juego a Aguinsky, que sólo me quiere meter preso, y yo quiero vivir los últimos años de mi vida libre, tranquilo, no en la cárcel por algo que no hice.
La estrategia utilizada por Palleros, conocida como “goteo de información”, intentó ejercer una especie de presión sobre el Gobierno para que éste a su vez influya sobre su situación judicial.
Con estas declaraciones, asimismo, avanzó en la línea según la cual la venta de armas a Croacia entre 1991 y 1995 parece ser una decisión de Estado.
En su momento, Palleros había afirmado por escrito ante el juez federal Jorge Urso que depositó una coima de 400 mil dólares destinada a "un conocido empresario ampliamente vinculado al Gobierno", sin dar nombres. Más tarde, en el transcripto reportaje concedido a Clarín dio a entender que ese empresario era el ex asesor presidencial Emir Yoma.
Las dudas sobre Emir giran, además, sobre un documento de abril de 1994 de la empresa DEBROL —la intermediaria con Croacia— en la que Palleros le "pide" a Sarlenga que deposite 400 mil dólares de una comisión legal por la venta de armas a Croacia en la cuenta 69.383 que la empresa fantasma uruguaya Daforel tiene en el banco Manfra, Tordella and Brooks (MTB) de Nueva York. Como esa no era la cuenta habitual que usaba Palleros para depositar las comisiones del 10 por ciento que cobraba, fuentes judiciales creen que esa nota de Debrol fue la forma en encubrir la coima.
Finalmente, un dato de color: el armamento, habría estado guardado en los depósitos fiscales de Ezeiza, pertenecientes a EDCADASSA, empresa relacionada con el “extinto” Alfredo Yabrán.
Todo un culebrón.