Los eternos imaginativos dicen que, el tarot, es un sistema simbólico que se compone de 78 cartas y se dividen así: 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores. Esto es una cadena sin interrupción de transmisión de cierta pretendida sabiduría ancestral de maestro a discípulo, oralmente expresada y luego escrita.
Esto, dicen, constituyó uno de los misterios de un Dios con mayúscula (seguramente el dios judeocristiano dejando de lado a otros dioses y diositos en que creen otros diversos pueblos del orbe), de la vida humana y del universo concebido como un cosmos-orden (que según mi óptica, dicho sea de paso, se trata de un universo encabritado, es decir que de orden tiene poco y nada, ya que es el producto de una magna catástrofe denominada big bang y aún hoy, vemos que en su seno, ocurren toda clase de terroríficos accidentes de diversas magnitudes, como explosiones estelares (novas y supernovas), choques entre galaxias, planetas embestidos por asteroides, cometas, etc.
La base del tarot, fue elaborada en ciertas escuelas iniciáticas (se dice) como un método para transmitir cierto conocimiento acerca de cierta supuesta relación del hombre con su dios, y con el cosmos.
Puesto que, según esta creencia, y sólo creencia, que interpreta ciertas supuestas leyes que rigen esa relación, el tarot ha sido utilizado durante centurias con la finalidad de conocer nada más, ni nada menos que el pasado, todo el presente y el futuro... (hasta... no se qué mayor extensión).
Dicen “los que saben” (que dicho sea de paso, para mí no saben un bledo) que los 22 Arcanos Mayores representan ciertos principios universales, ciertos estados de evolución y ciertas situaciones propias de la existencia del hombre durante su evolución biológica. Esto, afirman, que involucra los valores más elevados del ser humano al mismo tiempo que los más tenebrosos de la personalidad. Estos soñadores crearon a ciertos “personajes” de ficción y otras cosas, como “la emperatriz”, “la muerte”, “la torre”, “el diablo”, “la Luna”, el “Sol”, y otras locuras.
Los 56 arcanos menores (dicen estos inventores de fantasías) se relacionan con los acontecimientos diarios, “ciertos” aspectos puntuales de la existencia (?). Se trata, nada más ni nada menos que de ¡las cartas! (bastos, oros, espadas y copas) Puras invenciones de la mente humana.
¡Qué ingenuidad! ¿No es cierto, amigos lectores racionalistas?
Son 40 las cartas de la baraja española, más una serie que abarca un total de 16 cartas más que se toman en cuenta.
Estos inventores de la nada como presunta realidad, nos hablan también de lo “arcano” que significa secreto, algo recóndito, y cada carta representa en el Tarot cierta “verdad” secreta que se halla en los símbolos.
También algunos investigadores de la nada, fijan el origen del Tarot en Egipto relacionado con el libro de Thot, un dios de la magia que conoce el futuro.
Hay otros que relacionan el Tarot con la cábala (tradición oral de los judíos que explicaba y fijaba el sentido de los libros del Antiguo Testamento). Hoy se puede denominar así: arte supersticioso que, valiéndose de transposiciones, anagramas, combinaciones de letras hebreas y de las palabras del Antiguo Testamento, pretende descubrir el sentido de éste.
Se dice también que el tarot proviene de ciertos “maestros espirituales” que conservaron sus conocimientos herméticos.
En Occidente, para ciertas escuelas esotéricas, el Tarot fue empleado como vía de conocimiento y elevación espiritual, mediante la meditación o la interpretación de ciertos mensajes.
Pero en realidad, el Tarot es una más de las supersticiones como la cartomancia arte supersticioso que pretende adivinar el futuro por medio se simples naipes, cuando ni siquiera los más duchos físicos nucleares del mundo pueden predecir el comportamiento de una sola partícula subnuclear, de esas que aparecen cual “fantasmas” durante las experiencias con los gigantescos aceleradores de partículas como el Cosmotrón, el Betatrón, el Large Electron Positron (LEP), y otros productos de la tecnología con el fin de descifrar la intimidad de la materia-energía.
¡Verdaderamente! Ante el actual conocimiento científico de última generación, toda la charlatanería como el Tarot, la Astrología, la Criptozoología, la Quiromancia, la Nigromancia, el “mal de ojo”, “la bofetada del muerto” y otras sandeces por el estilo, quedan expuestas al más evidente ridículo.
Por ello, es necesario difundir la verdad a “los cuatro vientos” para que no se ilusionen al divino botón los incautos creyentes y llenar así los bolsillos de esos engañadores, que bien saben que se hallan en la impostura.