Las agresiones que el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández, exterioriza para con la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, no son más que un síntoma cabal de que no tiene argumento razonable y fáctico posible para debatir sobre los temas sensibles del país. Cuando Fernández dice que a Carrió "el agua no le sube al tanque", es porque tiene cola de paja, y no puede refutar las afirmaciones de esta última respecto a su inservible política contra el narcotráfico.

¿Qué evidencia falta para terminar de demostrar que el titular de Justicia ha demostrado ser un inútil en su cargo?

El florecimiento de carteles que trafican estupefacientes, la aparición de sicarios foráneos, la multiplicación de cocinas de droga, la explosión de Paco, la libre circulación de narcotraficantes colombianos y mexicanos, la insólita desregulación de precursores químicos, etc ¿no son síntomas de la ineficacia de Fernández?

¿Qué más hace falta para demostrar que los dichos de Elisa Carrió son totalmente reales?

Las palabras del ministro "todoterreno" no hacen más que exteriorizar su vacuidad mental. Decir que Carrió "no tomó la pastillita a la mañana", es utilizar el argumento que usarían precoces adolescentes de secundario mientras pelean por un alfajor en el recreo.

Si Carrió es una "mentirosa histórica, consuetudinaria", ¿cómo explica Fernández que el país esté infestado de drogas? ¿Por qué el narcotráfico ha venido a la Argentina a asentarse definitivamente? Pareciera que la mentirosa no es Carrió, sino más bien él mismo.

Fernández, antes de decir tantas imbecilidades, debería dar explicaciones por tanta ineficiencia. Si trabajara en una empresa privada, hace años ya habría sido eyectado con una oportuna patada en el tujes.

Pero el ministro tiene suerte, no sólo trabaja para el Estado —como siempre lo ha hecho, ya que no sirve para hacer otra cosa— sino que lo hace en la generosa Argentina.