Ningún talento, sólo dos primicias y una excelente campaña de marketing. Esos son los secretos del éxito del último libro de Luis Majul, El dueño, obra que intenta —y no logra en absoluto— ser una suerte de biografía no oficial de Néstor Kirchner.

Debe reconocerse al colega la capacidad para instalar la idea de que ha hecho una rigurosa investigación, con datos jamás contados por ningún otro periodista. Sin embargo, esto no es real, pero vayamos por partes.

Lo primero que llama la atención es la tapa del libro, la cual no posee fotografía alguna y ostenta una tipografía poco comercial. Luego, el libro abunda en errores de ortografía e incorrecto uso del lenguaje. Por caso, Majul utiliza reiteradamente los equivocados términos "ni bien" y "en base a",  cuyo correcto uso sería "no bien" y "sobre la base de", respectivamente. A esto debe sumarse lo redundante de ciertas palabras y la mala conjugación de algunos verbos.

Hay que decirlo: si El dueño fuera una buena obra de investigación, tranquilamente se podrían obviar esos detalles; pero no.

Salvo dos datos puntuales —la revelación de que Néstor K fue auxiliado por funcionarios de la AFIP para "arreglar" su declaración jurada y una entrevista exclusiva al empresario Juan Carlos Relats—, todo lo demás es un refrito de cosas que ya han publicado diversos medios de prensa, la mayoría hace más de un lustro, cuando aún era riesgoso enfrentarse al kirchnerismo. De hecho, gran parte de la biografía de Néstor utilizada por Majul fue sustraída de un excelente libro escrito hace muchos años por el periodista Daniel  Gatti, llamado El amo del feudo.

Luego, hay cosas insólitas, como un capítulo denominado "La historia secreta de la venta de YPF", donde aparecen los detalles de la operación "dictados" por parte de la familia Ezkenazi, los compradores del 15% de la compañía.

En sentido similar, hay otra parte del libro que intenta "vender" como exclusividad el día que Néstor le pidió a Cristina que renunciara a su cargo de presidenta de la Nación. Lo interesante es que eso mismo fue publicado en su momento por diario Perfil.

Independientemente de ello, sin ánimo de vanagloria, el 95% de lo que dice el libro de Majul fue publicado por Tribuna de periodistas a lo largo de los últimos seis años, incluso con mayores detalles que los aportados por el malogrado periodista (1). Las figuras de Lázaro Báez, Cristóbal López, Ricardo Jaime, Claudio Uberti y otros, que Majul presenta como de su propia indagación, han sido radiografiadas in extenso por este medio.

Lo brillante del autor de El dueño es que ha armado un escenario de misterio en torno a su libro y hasta se ha atrevido a asegurar que su vida corría peligro por las revelaciones de su obra. Eso lo ha convertido en un best seller inmediatamente después de salir a la venta en las librerías.

"Es un vendedor de humo, un caradura que disfraza sus libros de investigación periodística", admitió un ex colega que trabajó muchos años a su lado y se fue cuando descubrió su elocuente falta de ética.

El dato es real: a principios de los años 90, Majul publicó dos supuestas investigaciones tituladas Los dueños de la Argentina, volumen I y II. Ambos libros fueron en realidad un compendio de datos aportados por el desaparecido narcolavador Alfredo Yabrán —de quien Majul cobraba rigurosamente una importante cuota dineraria—a efectos de erosionar a los empresarios argentinos que interferían en los negocios en los que él quería incursionar, con especial énfasis en un ex socio suyo, Carlos Bulgheroni (2).

Otro dato: en sus detalles biográficos, Majul suele mencionar que comenzó a desempeñarse como periodista a los 18 años —esto es, a fines de los años 70—, pero omite decir de qué manera lo hizo. En el año 2004, Tribuna de periodistas lo contó con lujo de detalles sin que el colega desmintiera una  sola línea, aún cuando se le dio derecho a réplica (3). Así fue mencionado:

"En el año 1979 la familia Vigil, Editorial Atlántida y algunos periodistas que trabajaban allí, asociados con la Escuela de Mecánica de la Armada, simularon un reportaje a una madre secuestrada para engañar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

A esos efectos, sacaron de la ESMA a una mujer llamada Thelma Dorothy Jara de Cabezas y la llevaron a Montevideo junto a marinos y hombres de prensa. Una vez allí fraguaron y publicaron un reportaje con la detenida y lo publicaron en varias revistas de Editorial Atlántida, junto a sendas fotos en las que se veía a Jara de Cabezas sonriendo junto a un conocido monumento de la ciudad uruguaya. 

¿Cuál era la utilidad? los marinos de la ESMA mostraban estas revistas a los visitantes de la Comisión de Derechos Humanos para hacerles creer que el tema de los desaparecidos sólo tenía que ver con una campaña en contra del país y que esas personas por las que reclamaban estaban gozando de buena salud en el exterior.

Este escándalo que fue develado oportunamente por el ex legislador Eduardo Varela Cid, nunca terminó de sincerarse, ya que nunca se habló de los periodistas que ayudaron a pergeñar semejante aberración. Sus nombres permanecieron ocultos bajo siete llaves y ningún periodista —por cuestiones de corporativismo— quiso indagar demasiado.

Quien escribe estas líneas ha podido saber, por parte de dos fuentes independientes, que uno de los corruptos que ayudó a los marinos de la ESMA a armar los artículos falaces es el mismísimo Luis Majul.

La propia Jara de Cabezas confirmó lo antedicho sin animarse a nombrar al periodista: "había periodistas que tenían una actitud avergonzada: 'espero que no me hagan firmar esta nota', dijo uno, y efectivamente se publicó con un seudónimo".

Elocuencia aparte.

Concluyendo

En el año 1999, cuando Carlos Menem finalizaba su segundo mandato presidencial y ostentaba una gran debilidad de poder, aparecieron docenas de obras periodísticas que denunciaban la corrupción de su gobierno. Años antes, muy pocos periodistas se habían animado a señalar las irregularidades menemistas. Uno fue quien escribe estas líneas, al publicar en el año 1996 —momento de gran poder de Menem y sus hombres— el libro La mafia, la ley y el poder, donde se mostraba cómo el menemismo había permitido el ingreso del narcotráfico en la Argentina y la protección que se daba desde el gobierno a ciertos traficantes de estupefacientes sirios.

Actualmente sucede lo mismo, a medida que el poder kirchnerista va en franca disminución, comienzan a aparecer "valientes" obras periodísticas que denuncian la corrupción oficial. Es que es más fácil pegarle al oficialismo ahora, en momentos en que los Kirchner sólo atinan a dar inútiles "manotazos de ahogado" para no perder lo poco que les queda de poder.

Muy pocos se han atrevido a enfrentar al kirchnerismo en sus primeros días de mandato oficial, siendo Tribuna de periodistas uno de los contados medios que desnudaron la corrupción K. Por caso, ya en los años 2003 y 2004, este periodista desnudó hechos de corrupción que involucraban a los poderosos Ricardo Jaime y Ricardo Echegaray.

En esos días, muchos de los colegas que hoy "descubren" la corrupción K, llamaban a la redacción de Tribuna para que "meditáramos bien" antes de publicar las denuncias efectuadas contra lo que en esos días denominaban un "gobierno progresista".

¿Qué hacía Majul en esos días? Entrevistaba a personajes de la farándula de la talla de Susana Giménez y les preguntaba trivialidades tales como "¿le tenés miedo a la muerte?". Nada decía el periodista sobre escándalos como el de los Fondos de Santa Cruz o los vínculos de funcionarios del kirchnerismo con las valijas con droga de Southern Winds.

Ha debido pasar mucho tiempo para que Majul se diera cuenta de la corrupción K.

¿Pan y circo?

Christian Sanz

(1) Se desafía a cualquier lector a que compruebe lo dicho. Todo ha sido publicado por este medio.

(2) Tan es así, que Majul jamás menciona a Yabrán, ni siquiera cuando habla de Bulgheroni, su más importante socio.

(3) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=642