En un clima de enorme tensión, en el día de la fecha ha comenzado a sesionar la comisión legislativa especial que “aconsejará” a la presidenta Cristina Kirchner respecto a la eventual remoción de Martín Redrado al frente del Banco Central.
El encuentro, de carácter secreto, se desarrolla en el Salón Gris del Senado y es presidido por el vicepresidente de
Como es sabido, se trata de un cuerpo que se encargará de tareas meramente administrativas, como la de fijar día y hora de sesiones, decidir respecto a la documentación que será solicitada para trabajar y hasta tendrá injerencia sobre los nuevos “pedidos” que ingresen a la comisión. Uno de ellos es el que presentaron los legisladores Margarita Stolbizer y Gerardo Milman en las últimas horas, solicitando una oportuna ampliación en la investigación sobre la gestión de Redrado al frente del Central.
Empieza a partir de hoy, un nuevo capítulo de una novela que parece no tener fin, donde el oficialismo intentará refrendar la eyección del tristemente célebre economista. Un dato: pocos saben que la comisión estuvo al borde de peligrar al no poder garantizarse siquiera los 37 votos del Senado que precisa para obtener el quórum pertinente.
Los días pasados, han sido de negociaciones febriles e incesantes intentos de cooptación de gobernadores que permitan lograr las mayorías necesarias. Se han prometido fondos frescos y hasta cargos de segunda y tercera línea en lugares estratégicos de la administración pública. Dos de los tentados, por caso, han sido los pampeanos Carlos Verna y María Higonet.
Mientras esto ocurre, Redrado ha comenzado tibios acercamientos con el peronismo opositor, a efectos de asegurarse un respaldo personal para cuando esté alejado definitivamente del BCRA. No casualmente dejó verse públicamente junto al diputado Ramón Puerta el pasado 19 de enero.
Es que, según consigna diario Clarín en el día de la fecha, el economista tendría decidido renunciar a su cargo inmediatamente después de exponer sus argumentos en sede del Congreso de
En tal sentido, es dable recordar que ha sido Clarín el único medio que anticipó, el domingo pasado, que el ¿titular? del BCRA amenazaría con hacer públicas las "listas específicas de los amigos del poder que compraron dólares”, lo cual ocurrió efectivamente ese mismo día por la noche.
Se trató de una jugada que finalmente le jugó en contra a Redrado, ya que el oficialismo a pleno salió a cruzarlo y a exigirle que haga la denuncia pertinente por el eventual ilícito cometido en la compra de billetes extranjeros.
A esta altura, caben dos preguntas:
1-¿Por qué el Gobierno denunciaría una jugada que lo terminará perjudicando?
2-¿Cuál es el motivo por el cual Redrado no termina de mostrar el bendito listado?
La respuesta a la primera pregunta tiene que ver con una cuestión elemental: si hubo compra irregular de dólares por parte de amigos del poder —o quien fuere—, la responsabilidad recae en Redrado por no haber controlado como debía.
Se trataría de empresas y personas que, más allá de su cercanía con el poder, contaban con información privilegiada acerca de que el BCRA levantaría el precio del dólar entre enero y junio del año pasado y se anticiparon con grandes volúmenes de compra a un precio inferior. Uno de los nombres que circuló esta mañana por los pasillos del Central es el de la familia Eskenazi, fuertemente beneficiada por el kirchnerismo.
El segundo interrogante es de más difícil resolución. En el entorno de Redrado aseguran que el listado es una carta fundamental en el marco de la puja que este mantiene con el Gobierno y que su intención era mantenerla oculta hasta último momento. No podrá hacerlo: más temprano que tarde deberá revelar los nombres, ya sea ante
Independientemente de lo que ocurra con la lista de amigos del poder o con él mismo, Redrado ha ganado la guerra. Después de una gestión mediocre, sin grandes resultados ni logros, se ha erigido en la punta de lanza de supuesta resistencia al “autoritarismo oficial”.
Tan es así que, en estas horas, el economista recibe el irrestricto apoyo de diversos referentes extranjeros de la talla del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet; el presidente del Banco de Francia, Christian Noyer; el ex presidente del Banco de México, Guillermo Ortiz, y el presidente de
Y como si fuera poco, hace pocos días, en un conocido restaurante de
Aggiornando una simpática propaganda de la época del menemismo: Kirchner lo hizo.