Un nuevo escándalo roza a la Aduana Nacional, según consigna diario Clarín en su edición del día de la fecha, a raíz del pedido de captura del director de esa dependencia en Ezeiza, Carlos Mechetti, por supuesto contrabando.
El funcionario está acusado de liderar una organización que permitía el ingreso ilegal de mercadería junto a otros siete empleados de la Aduana y uno de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. El esquema —no desconocido dentro de la Aduana— funcionaba sobre la base de coimas que empezaban a un nivel medio y trepaba hasta la cima de la estructura aduanera de Ezeiza.
“Por las escuchas se sabe que se llegó a pagar hasta 500 dólares por valija en el caso del contrabando de ropa. Todo estaba tarifado”, asegura Clarín.
Lo escandaloso del caso es que no es esta la primera vez que se denuncian hechos de tal tenor ni será la última. La corrupción en la Aduana viene de larga data y permite controlar una caja dineraria que pocos negocios logran. Por caso, este periodista denunció en octubre de 2006 parte de esa misma estructura de corrupción sin que nadie se hiciera eco de ello, aún cuando se detallaron “in extenso” los nombres y apellidos de una treintena de funcionarios aduaneros con sus respectivos legajos.
El titular de la Aduana en esos días era Ricardo Echegaray, hoy al frente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). A él le fueron entregados esos listados por quien escribe estas líneas pero jamás el funcionario movió un solo dedo para intentar cambiar esa situación.
En dicho marco, es dable mencionar que el propio Mechetti fue designado Director de la Aduana de Ezeiza en lugar de Rosa Nélida García, una funcionaria protegida por Echegaray y bajo la recurrente lupa de la Justicia por haber sido en su momento quien firmó los cheques de reintegros en el caso de la llamada "Mafia del Oro".
A su vez, Mechetti ha sido —hasta el año pasado— jefe de la Sección Rezagos y Secuestros de esa misma dependencia, y fue puesto en lugar de García también por Echegaray, por Disposición N° 432/2009, aún cuando ya existían serias observaciones por su inconducta profesional.
Quejas foráneas
La historia no oficial de la detención de Mechetti está refrendada por funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, los cuales vienen observando con impaciencia los continuos desaguisados aduaneros.
Desde el imponente edificio de la calle Colombia, en la Ciudad de Buenos Aires, se han presentado ante el Gobierno diversas quejas sobre la falta de controles oficiales. Esto, según los funcionarios extranjeros, ha ayudado al crecimiento del narcotráfico y el consecuente lavado de dinero.
Parte del encuentro de Hillary Clinton con Cristina Kirchner tuvo que ver justamente con ello: la secretaria de Estado norteamericano le dijo sin medias tintas a la Presidenta argentina que su gobierno seguía de cerca las maniobras de contrabando vernáculas que ostentan la inevitable complicidad de funcionarios de la AFIP.
En tal sentido, el funcionario que más sospechas genera a los norteamericanos es el actual titular de ese organismo, Ricardo Echegaray. “Es imposible que Echegaray no esté al tanto de tantos hechos de contrabando, sobre todo porque fue él quien designó a casi todos los funcionarios que han caído en desgracia en los últimos años”, admitió una importante fuente aduanera, en su momento mano derecha del desplazado Mechetti.
Es por ese motivo que desde el país del norte se viene promoviendo el nombramiento de María Silvina Tirabassi, hoy titular de la Dirección General de Aduanas, al frente de la AFIP.
No casualmente el pasado lunes 8 la titular de la Aduana fue premiada por la embajadora de EEUU, Vilma Martínez, como una de las “líderes locales” más importantes de la Argentina. Todo un emblema de apoyo.
Como sea, en las últimas semanas ha comenzado una guerra feroz dentro de la AFIP siendo Echegaray y Tirabassi los principales actores. El enfrentamiento ha llegado a tal nivel que, entre íntimos, la funcionaria acusa al titular de la AFIP de haber provocado el "agujero fiscal" que obligó a Cristina a tener que apropiarse de las reservas del Banco Central “para pagar la deuda interna y externa”.
A no impacientarse, el culebrón recién empieza…
Christian Sanz