Murió Emilio Massera. ¿Qué más puede agregarse a una noticia que es toda una connotación en sí misma? ¿Hace falta recordar el irreversible daño que hizo al país junto a otros jerarcas, en días de la sangrienta dictadura militar?
Massera fue el exponente más criminal de la “Junta” que detentó el poder durante el denominado “Proceso de Reorganización Nacional” —por cierto, una curiosa denominación para encubrir años de terror y genocidio— y que dejó irreparable devastación humana a su paso.
El “Almirante Cero”, como gustaba que lo llamaran, fue el más duro de los duros en el marco de esa gran asociación ilícita que gestó la dictadura. Fue el ejecutor, no solo de miles de asesinatos, sino también de la expropiación de bienes de personas que poco antes habían “desaparecido” por la acción de sus propias manos.
En sentido similar, Massera fue parte del maquiavélico plan que llevó al país a la colosal deuda externa que hoy ostenta y que destruyó la potente industria nacional. Lo hizo a través del terror, como solo saben hacerlo los criminales de su calaña.
Por todo ello, fue juzgado y condenado en 1985, en el marco del Juicio a las Juntas, al ser considerado culpable de tres homicidios agravados por alevosía, 69 privaciones ilegales de la libertad, 12 tormentos y siete robos. Poco le duraría el castigo: cinco años más tarde, el ex presidente Carlos Menem mediante el decreto 2741/90, lo indultaría en medio de un elocuente descontento social.
En 1998, sería nuevamente condenado, esta vez por robo de bebés. Sin embargo, sería beneficiado con un injusto arresto domiciliario por tener más de 70 años.
La naturaleza le cobró lo que la Justicia no pudo, en 2002, cuando sufrió un derrame cerebral. El colofón de esa historia ocurrió esta tarde, a las 16 hs, cuando Massera murió a causa de un paro cardíaco.
Como decía mi abuela, “se la llevó de arriba”.
Christian Sanz