¿Por qué Mauricio Macri le ganó a Daniel Filmus? ¿Qué lectura puede hacerse de lo ocurrido? Lo más obvio que puede referirse de la elección de hoy es que la ciudadanía que vive en la congestionada Capital Federal está conforme con la gestión de Mauricio Macri. Es una verdad de Perogrullo, pero verdad al fin.
Hay que mencionar que gran parte de la buena imagen que ostenta Macri está sostenida por la victimización a la que lo llevó el kirchnerismo, no ahora ni hace unos meses, sino desde que asumió en el año 2007.
La no transferencia de la Policía Federal —que obligó al reelecto jefe de Gobierno a crear a la Metropolitana— sumado a la quita de colaboración por parte del oficialismo en temas esenciales de la ciudad, sumado a las insistentes operaciones en su contra —toma de escuelas y expedientes inventados mediante—, hicieron que Macri fuera cada vez más respaldado por los capitalinos y al mismo tiempo el gobierno nacional fuera perdiendo apoyo por parte de estos mismos.
Macri no ha hecho demasiado por la Capital, pero no descuidó el circuito vinculado a lo cultural y se preocupó por hacerle creer a la sociedad que la inseguridad era parte principal de su agenda diaria. Ayudaron, desde ya, los consejos de su gurú de cabecera, Jaime Durán Barba, quien sabe sostener que ninguna acción de gobierno es lo suficientemente representativa si no se sabe cómo publicitarla.
Con el tiempo, Macri se ha vuelto un gran difusor de sus propias ideas, superándose a sí mismo en temas de comunicación y llegando al extremo de asistir a clases de teatro y hasta de dicción. A ello, supo agregarle la capacidad de seleccionar a los mejores compañeros de campaña: Cristian Ritondo como eficaz arquero de los golpes del oficialismo; Marcos Peña como su amable y tranquilizador jefe de campaña y María Eugenia Vidal, con su frescura, juventud y claridad, como la mejor compañera de fórmula.
Daniel Filmus, por su parte, no supo encontrar la manera de hacer llegar su mensaje de manera clara y eligió —le eligieron, en realidad— a un compañero de fórmula desconocido y más aburrido que él mismo, Carlos Tomada. Por otro lado, Filmus dedicó más tiempo a denostar a Macri que a anticipar lo que haría si hubiera sido el ganador de la puja electoral. En buen romance, se dedicó más a destruir que a construir y esa fue la fórmula que lo llevó a la derrota.
Alguien tendría que haberle dicho al actual senador que el votante capitalino es afecto a escapar a esa manera de hacer política, que tal vez si hubiera dedicado más tiempo a ser una oferta superadora que a criticar sin cesar, podría haber hecho una mejor elección.
Los porteños, a diferencia de los ciudadanos de otros conglomerados, saben escapar de aquellos que construyen su discurso a través de la destrucción de sus adversarios. No solo sienten que se subestima su inteligencia, sino que creen también que el que critica en verdad no tiene propuestas concretas.
Por eso Macri optó por responder cada golpe del kirchnerismo con un llamado al diálogo, no fue una reacción espontánea sino una brillante estrategia de Durán Barba.
Si Filmus no hubiera apelado a los ataques sistemáticos para basar su campaña, seguramente hubiera perdido la elección de marras de todos modos, pero lo hubiera hecho por un margen mucho menor al que finalmente resultó. Macri, por su parte, no hubiera obtenido el gran caudal de votos que logró.
Muchas cosas pueden decirse a raíz del resultado de estos comicios, pero una sola debería importar al kirchnerismo: la manera de hacer política que le sirvió para lograr pasadas victorias, ya no da para más.
La sociedad clama, más que nunca, por política más transparente y menos confrontativa. No es poco.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1