A medida que pasan las horas, el expediente que investiga la muerte de la pequeña Candela Rodríguez va cobrando más y más protagonismo en los medios de prensa. Al mismo tiempo, en sentido inversamente proporcional, la trama va revelándose menos creíble cada día.
¿Cómo es posible que un caso que según los propios investigadores judiciales estaba relacionado con narcotraficantes, policías y bandas súper preparadas a nivel logístico, terminó mostrando como responsables a una mujer que usó su propia casa para el secuestro —algo que casi no tiene antecedentes en la historia criminal—, un carpintero, un fletero y dos torneros, uno de ellos de 75 años?
Las contradicciones se suman por docenas a medida que pasan los días y las explicaciones oficiales cada vez son más escasas. Si a ello se suma que en las últimas horas apareció un —muy oportuno— testigo de identidad reservada, la ensalada está completa. ¿Qué mejor que un anónimo declarante que avale todo lo que la Justicia no puede explicar en torno a los detenidos?
El testimonio de este supuesto informante ha permitido detener a un sexto sospechoso llamado Hugo Bermúdez, quizás el único que realmente ostenta un perfil ajustado a lo que amerita la trama criminal.
Sin embargo, sus palabras denotan demasiado conocimiento sobre el hecho de marras y no pocas contradicciones. ¿Se trata acaso de un arrepentido que estuvo también involucrado? ¿Se trata de un testimonio armado por la policía? En realidad, hay un poco de ambas cosas, como se verá más adelante.
Primero lo primero. El testigo es tan poco creíble que sostiene que vio cómo secuestraban a Candela por mera casualidad, cuando “salía a pasear”. Dice textualmente el hombre:
-"Que por la tarde yo pasaba dando vueltas por el barrio y vi a Candela que estaba a la vuelta de mi casa. Que Néstor el carpintero le llevó comida, que el mismo martes Néstor y su sobrino que tiene unos 24 años, el cual es de tez blanca, ojos oscuros, de pelo negro, grandote y que tiene un Gol (sic) de color azul se llevaron a Candela, pero no por la fuerza.”
¿Cómo vio todo eso y cómo no lo vieron a él? Por lo que puede percibirse, el testigo no solo pudo observar cómo la secuestraban a Candela, sino también los momentos en que le llevaban comida. Por otro lado, la descripción que hace de uno de los supuestos secuestradores denota lenguaje policial.
-"Que a Candela le prometieron que le iban a dar comida y ropa y la llevaron a la casa de Néstor y Nelly que queda en Charrúas 1081 de Villa Tesei.”
¿Cómo sabe que le prometieron algo? ¿Estuvo allí? Si estuvo allí, ¿no es parte de la banda?
-"Que el martes a la noche cuando estábamos todos durmiendo, escuché cómo que a alguien le tapaban la boca, unos pasos y como rasguñaban las paredes, que yo golpeé la pared y ahí empezaron a rasguñar, volví a golpear y después no escuché más nada.”
Por lo que cuenta el testigo, o se encontraba en la casa de al lado o la habitación contigua de donde estaba Candela. Acá aparece claramente la primera falacia, ya que se ha demostrado que Candela fue bien tratada por sus captores, a los cuales aparentemente conocía.
-"Que al rato, Mariela Jazmín y yo escuchamos una frenada de auto, por lo que salí y escuché a una nena que gritaba ayuda, ayuda, y la subieron al Gol azul del sobrino de Néstor y se la llevaron para la casa rosa de la calle Kiernan.”
Acá el testigo se contradice a sí mismo, ya que anteriormente aseguró que Candela fue llevada “no por la fuerza”.
-"Que el miércoles pasé por la puerta de la casa rosa y los vi a Nelly y a Néstor adentro de la casa rosa. Que a la noche si pasabas por la casa rosa, escuchabas pasos y que se movían mesas.”
¿Qué significa esto, qué prueba? ¿Se movían las mesas? Un parapsicólogo por allí.
-"Que yo vi a Néstor que tenía pintura rosa en las manos, lastimado y un pelo largo negro enganchado de la uña.”
El testigo intenta sugerir que Néstor tiene las manos lastimadas por haber forcejeado supuestamente con Candela, pero como se aclaró antes, no hubo forcejeo alguno. Por otro lado, demuestra tener una vista descomunal ya que habría visto un pelo y de color negro. ¿Quiere sugerir que era el cabello de Candela? ¿No podría ser el pelo de una brocha con la que estuvo pintando el acusado?
-"Que tanto Hugo, Nelly y Néstor, iban y venían de la casa rosa. Que Candela estaba ahí adentro. Que el fin de semana antes de que aparezca muerta Candela el Gol de color azul del sobrino de Néstor daba vueltas por la zona.”
Una prueba irrefutable de culpabilidad, por lo visto.
-"Que ese Gol, no sé efectivamente si es del sobrino de Néstor, pero va y viene de la casa de Néstor. Que uno de esos días lo vi a Néstor con una bolsa de color gris entrando a la casa, que la bolsa estaba vacía.”
Un párrafo contradice al anterior… sin palabras.
-"Que se comenta en el barrio que Hugo fue quien la mató, que a él se le fue la mano. Que Hugo conocía a Candela y a la familia y éste tenía problemas con la familia de Candela.”
¿Quién lo comenta, en qué contexto? Si realmente había problemas entre Hugo y la familia de Candela, ¿por qué no se investiga a la familia?
Como puede verse, la investigación judicial y policial hace agua por todos lados. Testigos que ven lo que ningún otro vecino pudo observar, pistas que se descartan sin explicación —como la que apunta a la propia familia— y detenciones que no encuentran justificación oficial. Se insiste: esas son solo algunas de las contradicciones que presenta el referido expediente.
“Acá tenés a la policía implicada en el crimen y ellos mismos no pueden ser los que investigan y hacen procedimientos. Es obvio que algunas pistas las plantaron ellos, como el testigo reservado”, admitió a este medio un importante comisario que supo colaborar en el triple crimen de General Rodríguez.
La misma fuente de información, confirmó lo mismo que deslizó un informante del juzgado de Morón a Tribuna de Periodistas: el testigo es “trucho”. “La declaración se armó con algunas cosas que dijo el papá de Candela ante el fiscal (Marcelo Tavolaro), un integrante de la misma banda y agregados que hizo la (policía) bonaerense. Poco serio”, aseguró el funcionario consultado.
En sentido similar, la fuente admitió que el testigo jamás estuvo en el juzgado de Alfredo Meade en persona. “Acá trajeron un sobre lacrado con una supuesta declaración, nada más. No existe un testigo puntual, sino un mamotreto armado con piezas de rejunte”, agregó.
Ello explicaría por qué Alfredo Rodríguez, papá de Candela, pidió en su momento ciertos beneficios a los funcionarios judiciales antes de brindar su testimonio personal. También justificaría las insistentes palabras del fiscal Federico Nieva Woodgate, quien aseguró que en sus tres declaraciones el hombre no aportó nada relevante.
Como se dijo más arriba, es probable que el mencionado Hugo Bermúdez —conocido vendedor de drogas de la zona de San Martín— haya sido partícipe del crimen de Candela, pero no queda claro cómo se llegó hasta él. Si es culpable del delito, deberá explicar sus lazos con la familia de Candela, con los autores del crimen y hasta con la policía. Es que, según recoge hoy diario Clarín, Bermúdez “saludó a los abrazos a los policías” que lo fueron de detener.
Hay que mencionar que la trama referida ha transcurrido en una zona donde se mezclan los negocios sucios, cometidos por bandas mixtas integradas por delincuentes y policías. No casualmente, las primeras detenciones comenzaron a hacerse carne cuando se descubrió que una tía de Candela había sido secuestrada por una banda de narcos en la zona de San Martín.
A partir de entonces, la investigación viró en 180 grados, dejando de lado las pistas vinculadas con uniformados y narcos, y poniendo el foco en cinco supuestos “perejiles”. ¿Se puede ser tan obvio?
En fin, la información escasea y los medios solo parecen dar relevancia a los testimonios oficiales, una receta que mostró ser tan peligrosa como ineficiente en expedientes de la talla del atentado a la AMIA y el triple crimen de General Rodríguez.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1