Este miércoles, justo antes de su acertado anuncio de incrementar la Asignación Universal por Hijo (AUH), Cristina Kirchner hizo una inesperada referencia a sendos cierres de diarios —La Nación y La Prensa— llevados adelante por Domingo Sarmiento en el ejercicio de su presidencia.
¿A qué se debió tal referencia? ¿Fue acaso una suerte de meta mensaje hacia alguien en particular? Es imposible que Cristina desconociera que uno de sus autores, Diego Valenzuela, fue asesor de Francisco de Narváez y ahora es subsecretario del gobierno de Mauricio Macri.
La coautora de la obra, Mercedes Sanguinetti, no parece tampoco referencia del agrado oficial: es egresada de la Maestría en Periodismo de Clarín. ¿Hace falta decir que Cristina citaría a autores de esa talla solo para denostarlos?
En este caso, la Presidenta se permitió hacer esa mención y hasta bromear al respecto con una periodista de diario La Nación. No lo hizo en cualquier momento, sino cuando las aguas de la libertad se muestran embravecidas para el periodismo. Por caso:
-En las últimas semanas, en media docena de ocasiones, la mandataria ha hecho referencia al supuesto avance oficial sobre Clarín, el cual ocurrirá el 7 de diciembre próximo.
-El Senado de la Nación expresó un exagerado repudio contra revista Noticias por su última tapa sobre “el goce de Cristina”.
-Los dueños de Quality Espacio, en Córdoba, recibieron una preocupante amenaza por parte de la AFIP para que no permitan que Jorge Lanata haga su programa allí.
-El kirchnerismo no deja de adquirir más medios de prensa, solo sostenidos a través de la publicidad oficial.
-Los dueños del portal OPI Santa Cruz han sufrido una embestida pocas veces vista con anterioridad. Su pecado fue haber revelado que se había descompuesto el Tango 01.
-La justicia de San Isidro está a punto de procesar a media docena de periodistas que se desempeñan en medios críticos al gobierno, so pretexto de haber hackeado a funcionarios y empresarios (1).
En el marco de todo lo antedicho, ¿cómo deben tomarse las palabras de Cristina? ¿Acaso está en su mente emular a Sarmiento y cerrar diarios? Si así no fuera, ¿para qué dijo lo que dijo?
No ha sido una referencia afortunada. No al menos en estos días, donde los nervios de periodistas y editores están crispados ante tanta dificultad para trabajar.
Cuando desvergonzados funcionarios del kirchnerismo juran que existe completa libertad para que los medios se expresen, se olvidan de la persecución oficial que se hace cada día a esa misma prensa.
TDP puede dar fe de ello, al igual que otros portales no oficialistas: inspecciones de AFIP, amenazas de ministros y secretarios, presiones a anunciantes, ataque a través de medios alineados al Gobierno, querellas por calumnias e injurias (2), etc. ¿Es esto para el Gobierno sinónimo de permitir trabajar con libertad?
El resultado de lo antedicho está a la vista: los medios alineados al kirchnerismo son cada vez más, al tiempo que los críticos son cada vez menos. No es un buen síntoma para la salud del republicanismo.
¿Cómo hubieran explotado algunos de los escándalos más elocuentes del Gobierno si no hubiera existido esa prensa? ¿Cómo enterarse del Schoklender-gate, del caso Ciccone, de los sobreprecios de Skanska, de la desaparición de los fondos de Santa Cruz, si no hubiera existido el periodismo “no militante”?
En momentos en los que recrudece el avance oficial contra los medios, es bueno recordar la frase que pronunció en su momento el ex presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson: “Prefiero una prensa sin Gobierno que un Gobierno sin prensa”.
Christian Sanz
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(1) Solo aparecen tres responsables en esa causa judicial, que merecen ser condenados. Los demás fueron introducidos “a la fuerza” para aleccionarlos.
(2) Aunque muchos creen que el kirchnerismo abolió las figuras de calumnias e injurias, esto no ha ocurrido. Solo se les quitó la penalidad de prisión y se lo reemplazó por una suculenta multa dineraria.