Desde hace un año y medio que no veo a mi hijo de nueve años.

Su padre, el vicepresidente de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, José Ottavis, radicó en el Juzgado 26 de la CABA tres denuncias, cuya falsedad demostré hasta el cansancio.

La jueza interviniente, Norma Abbou Assali, había rechazado las denuncias hechas por Ottavis, entre otros motivos, porque no había testigos, ni pruebas, ni evidencias.

Sin embargo, el 13 de julio de 2011, José Ottavis denunció a la Jueza en el Consejo de la Magistratura. El 15 de julio, y a los mismos elementos que antes la magistrada había rechazado de las denuncias de Ottavis, decidió hacerles lugar, y me asigna un régimen de visitas asistido por una asistente social con mi hijo.

Nada había cambiado desde que Ottavis comenzó con las acusaciones contra mi persona. No aparecieron pruebas nuevas, ni testigos diferentes, ni evidencias de nada que supuestamente pusiera en peligro a mi pequeño. Lo único que sí había cambiado era que la Jueza había sentido sobre sí la presión política del kirchnerismo, y seguramente tuvo miedo.

Por este expediente de Familia pasaron ocho asistentes sociales del Juzgado Nº 26, ninguna aceptó acompañarme en las vistas con mi hijo. ¿Las excusas? Absurdas, como que carecían de tiempo. La realidad es que sabían que el poder político que tenían enfrente podía congelarles sus ascensos en el Juzgado. Así, mi hijo y yo pasamos ocho meses sin vernos. La Justicia nunca dijo nada, ni manifestó preocupación alguna por mi niño.

A principios de octubre de 2011, denuncié ante la jueza Norma Abbou Assali el fraude electoral o fraude procesal que estaba cometiendo Ottavis con respecto a su candidatura a Diputado por la provincia de Buenos Aires. Automáticamente el expediente pasó a la Defensoría de Menores interviniente, a cargo de la Dra. García Viggo, quien retuvo el expediente hasta febrero de 2012, es decir luego de que las elecciones habían pasado.

La Dra. García Viggo resultó ser la nuera de la jueza electoral María Romilda Servini de Cubría. Un dato no menor, por cierto.

Al día de la fecha, la denuncia por fraude electoral contra Ottavis está anexada al expediente y foliada, pero la magistrada nunca se expidió al respecto, aún cuando sabe que tiene la obligación de denunciar de oficio una irregularidad de ese tipo, sin embargo el rigor del poder político K se hace sentir en todos los ámbitos.

El 14 de febrero de 2012, en una audiencia, la jueza de Familia Abbou Assali me señaló ante mi reclamo que mi hijo estaba al cuidado de un violento: “Eso es el pasado, qué quiere que haga”. “Quiero que investigue. ¿La Justicia no investiga hechos del pasado, hechos que ya ocurrieron? ¿O acaso tienen una bola de cristal y hacen futurología?”, respondí.

El resultado de esa audiencia fue el acuerdo de iniciar un proceso de revinculación, para que yo pudiera volver a ver a mi pequeño hijo. Ese proceso estuvo suspendido por casi 10 meses, ya que Ottavis se negaba a hacerse peritajes psicológicos, hasta que finalmente las concretó en diciembre del año pasado.

El resultado: un hombre violento, impulsivo, con baja tolerancia a la frustración, apenas alcanza el pensamiento concreto, se relaciona con la gente especulando qué puede sacar a cambio y con una inteligencia inferior a la media. Sin embargo, para la Justicia, es un padre responsable y ejemplar.

Desde el 13 de julio, cuando esta pesadilla comenzó, entraron a mi casa y robaron documentación, sufrí escraches de toda La Cámpora en la puerta de mi casa, me pintaron amenazas de muerte en la entrada de mi domicilio y fui golpeada por el chofer personal de Ottavis cuando intenté acercarme a saludar a mi pequeño. Todo fue denunciado; aporté fotos y grabaciones. ¿La justicia? Nada. Siente el temor del poder K.

A los señores jueces: soy una simple ciudadana. Tengo tanto miedo como ustedes, sería inconsciente si no lo tuviera. Pero sé que el miedo paraliza, sé que el miedo y el silencio son el sostén de la corrupción y la impunidad, y sé que nada bueno se gesta en el temor. Aprendí que ser valiente no es no sentir miedo, sino trascenderlo y hacer lo que hay que hacer a pesar de sentirlo y, gracias a eso, he recibido un apoyo enorme de la sociedad. La misma sociedad que está dispuesta a acompañarlos si ustedes deciden hacer lo que corresponde, sin mirar conveniencias personales, con honestidad y valentía.

Hay un poder político totalitario, abusivo y extorsivo. Pero el poder real lo tenemos todos nosotros, es nuestra postura la que puede cambiar esa situación.

Llevo en mi corazón el profundo dolor de una mamá que no ve hace un año y medio a su hijo, pero les pido por favor, que por un segundo se pongan en el lugar de un niño de nueve años que no entiende por qué le arrebataron a su mamá de un día para otro.

Cuando recupere a mi hijo, no quiero mirarlo a los ojos y decirle que no hice nada porque tuve miedo; quiero que se encuentre con una mamá que le muestre que contra la injustica siempre hay que dar batalla y me gustaría decirle que los jueces de su país hicieron lo mismo.

Tienen la oportunidad de hacer algo ustedes también, por favor aprovéchenla, estaremos acompañándolos.

Laura Elías