A partir de la detención de Jorge Néstor Mangeri, encargado del edificio donde vivía la asesinada Ángeles Rawson, comenzaron a suceder cosas raras. Algunas verdades reveladas terminaron de caer y las contradicciones se hicieron aún más contrastables.
Por caso, se demostró que Mangeri no solo no estaba “fugado” como se dijo en un principio, sino que tampoco ostentaba —al menos hasta el miércoles pasado— las heridas que se dejaron ver en su rostro en las últimas horas. Esto fue revelado por canal TN a través de un irrefutable video.
¿Habrá sido como dijo su esposa, Diana Saettone, que las heridas fueron provocadas por puntuales torturas hechas por uniformados de la policía? Aún es aventurado decirlo, aunque no deja de ser sospechoso lo sucedido. Dicho sea de paso, otra falacia que terminó de caer es la que aseguraba que la mujer había declarado contra su cónyuge. Cierto es que jamás dijo nada que lo incriminara.
De la misma manera, han ido desmoronándose otras mentiras, como la que aseguraba que Ángeles había hecho una llamada telefónica desde su celular, o aquella que rezaba que jamás había vuelto a su casa el fatídico día de su asesinato.
Esos dogmas, no casualmente, fueron introducidos por su padrastro, Sergio Opatowski, y refrendados por su madre, Jimena Aduris. Hay que decirlo: la fiscal Paula Asaro fue la encargada de derribarlos uno a uno con inusual eficacia.
De esta manera, el expediente fue avanzando con gran velocidad y puso al borde de la imputación al círculo familiar de la mismísima Ángeles. Ese era el camino inevitable… hasta que la política metió la cola.
El viernes a última hora, cuando estaban por ser acusados los padres de la adolescente, la viceministra de Seguridad, Cristina Caamaño —mujer del riñón de Sergio Berni—, se hizo presente en el lugar, acercando a un “oportuno” testigo de identidad reservada que terminaría siendo la pieza maestra para librar de culpa y cargo a la familia de Ángeles. En el mismo acto, se haría carne la imputación al encargado del edificio y aparecerían “por arte de magia” los golpes en su rostro.
“La aparición de Caamaño es inusual, jamás un funcionario del Ministerio de Seguridad tendría que haberse metido en esta causa”, aseguró a este medio un mediático perito criminalístico. El profesional sospecha que Mangeri es un chivo expiatorio y, a ese respecto, dejó una frase elocuente: “Cuando se mete la política, siempre se embarra la cancha”.
Las suspicacias sobre la figura del padrastro de Ángeles no son mera especulación periodística: la titular de la Asociación Víctimas de Violación (AVIVI), María Elena Leuzzi, dijo a quien escribe estas líneas que el día posterior al crimen de la joven, el hombre “estaba muy nervioso".
Leuzzi no es cualquier persona, sino una gran conocedora de los patrones de conducta de delincuentes y malvivientes.
“(Opatowski) entraba y salía permanentemente a fumar. No se acercó en ningún momento a Jimena, la mamá de Ángeles, estaba muy nervioso”, agregó la titular de AVIVI.
Independientemente de estas cuestiones, otras dudas se acumulan al paso de las horas y la falta de respuestas promete ser parte del escándalo que se desarrolle en el corto plazo en el marco de este expediente. Algunos de los interrogantes:
-¿Por qué el juez Javier Feliciano Ríos dejó temporalmente el expediente a cargo de un subrogante, Roberto Ponce?
-¿Quién y por qué aseguró que hubo un careo entre Mangeri y Opatowski el pasado viernes cuando ello es falso?
-¿Cómo es posible que la familia de Ángeles supiera de antemano que iban a allanar su domicilio? ¿Por qué contrataron a una abogada justo horas antes de que sucediera?
-¿Por qué en lugar de hacer la denuncia correspondiente cuando desapareció Ángeles, su padrastro prefirió ir al ministerio de Seguridad a encontrarse con Sergio Berni?
-¿Cuál es el vínculo real entre Opatowski y el secretario de Seguridad?
-¿Fue Berni el que mandó a su protegida, Cristina Caamaño, a “embarrar la cancha”?
Pocos saben que los vínculos entre el súper secretario y la familia de Ángeles son un secreto a voces en el entorno de la cartera de Seguridad. No es nada del otro mundo en realidad: Perfil reveló este sábado que, a través de Berni, el clan reservó un hotel en San Pedro.
“El hotel Howard Johnson de San Pedro, confirmó que este jueves se hizo una reserva a nombre de Jimena Aduris y Sergio Opatowski, la madre y padrastro de Ángeles Rawson, la adolescente hallada muerta en el CEAMSE (…) Sergio Berni fue quien hizo el contacto con el lujoso hotel”, según publicó ese portal.
Como puede verse, hay más preguntas que respuestas. Eso sí, nadie parece dispuesto a responderlas.
Mientras esto ocurre, el padre de Ángeles, Franklin Rawson, ha comenzado a esbozar crudas sospechas sobre Opatowski y, en menor medida, sobre su ex mujer. Nada le cierra y todo le cierra. Por ello, ha tomado una sabia decisión: constituirse como querellante en el expediente judicial… por su cuenta.
Ello le permitirá observar la causa judicial en detalle y poner el foco en las incongruencias que allí se acumulan.
Como dijo alguien alguna vez, “no se puede tapar el sol con un dedo”.