Cristina insiste en que es abogada, una y otra vez. Lo refrendó anoche mismo, al tiempo que algunos medios insistieron en trivializar el tema, principalmente Perfil. Para esa prensa, otrora seria, no es importante la discusión por el título ni tampoco hace falta que sea revelado.
Olvida ese portal que se trata de un delito penal y, peor aún, una enorme mentira sostenida en el tiempo por quien ocupa la primera magistratura del país.
Con solo mirar las redes sociales, u observar la cantidad de lecturas que tienen las notas referidas al diploma de la presidenta, se percibe claramente el interés de la sociedad por saber si le han mentido o no.
Por eso, y por mucho más, es relevante el tópico. El diploma debe mostrarse, y más que ello: debe aparecer el analítico y hasta el libro de actas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Para aquietar a las fieras, principalmente.
En lo personal, uno no tiene mayores dudas: ha entrevistado a una docena de fuentes más que calificadas —incluido un ex profesor de Cristina, empleados de la UNLP y hasta el ex vicegobernador de Santa Cruz— y ha logrado ver cómo se adulteró la ficha de entrega de título para hacer creer que la jefa de Estado sí se recibió.
Para la mayoría de la gente, eso alcanza. Baste observar, se insiste, en las redes sociales y se podrá ver el reflejo de ello. Nadie cree allí que Cristina sea letrada. Por otro lado, es sintomático que nadie haya logrado hacerse con los 10 mil dólares que este escriba viene ofreciendo por una foto de graduación de la mandataria. Es claro que no hay diploma.
Sin embargo, para completar la tarea, hace falta que la UNLP abra sus registros y muestre la documentación pertinente, si es que existe, para sellar la discusión.
En ese contexto, este cronista ha decidido solicitar públicamente ver esa documentación y ofrecer a esa casa de estudios el dinero del premio dolarizado, seguramente de utilidad para tareas “facultativas” de la UNLP (Como puede verse al pie, quien escribe estas líneas ha solicitado ver mismos los registros hace 10 años).
Si la universidad exige que el muestreo sea en privado, así se hará. Pero ya no puede continuar esta situación sin dar ese paso fundamental.
Si realmente hay registros de que Cristina es abogada —uno tiene claro que no—, la facultad de La Plata no tendrá problema alguno en darlos a conocer. De esa manera, habrá saldado el debate y evacuado todas las dudas que hoy ostenta la sociedad.
Si no lo hace, será prueba de que no hay nada de nada, alimentando aún más la suspicacia de la ciudadanía.
Más temprano que tarde, la mentira caerá por propio peso y muchos deberán dar explicaciones. No solo públicamente, sino también a nivel judicial.
Cuando ello suceda, este periodista será el primero en alquilar balcones con la mejor vista posible.
Las primeras notas sobre el título de Cristina se publicaron en 2007