Cristina Kirchner no es abogada, nunca se recibió ni hay constancias de ello, esa es la pura verdad. Lo único que puede refutarlo es la aparición de su diploma, o el analítico, que tendrían que tener en su poder las autoridades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Como ello no existe, el kirchnerismo ha “convencido” a puntuales periodistas para que afirmen que sí se graduó la hoy jefa de Estado. Lo curioso es que lo han hecho sobre un increíble dogma de fe.
Nadie les mostró el título de Cristina a esos periodistas, pero ellos lo creen igual, a pie juntillas. Es un criterio curioso para un hombre de prensa. Si hoy yo afirmara que ví una vaca volar es probable que los lectores me exigieran una prueba de ello, y tendrían razón.
¿Por qué no ocurre lo mismo con quienes juran que vieron el título de Cristina? ¿Por qué nadie exige que muestren una fotografía del mismo?
Oportunamente, revelé cuáles son los elementos que demuestran que la presidenta no es abogada. Es una nota que aún al día de hoy nadie ha podido refutar, no solo por los documentos publicados, sino además por la calidad de las fuentes mencionadas.
Es curioso, porque luego de que Daniel Sasbay pusiera en duda que Cristina es abogada, aparecieron sendas columnas en diario El Cronista Comercial, con severos errores al momento de citar la denuncia penal que yo mismo impulsé en 2007. ¿Fueron casuales esas equivocaciones o parte de algo más? ¿Por qué ese matutino se interesó repentinamente por ese tema?
La operación que llevó adelante El Cronista es algo que ni siguieran se atrevieron a realizar medios oficialistas como Pagina/12 y Tiempo Argentino. Fue algo aislado y alevoso, solo complementado con lo escrito por Laura Di Marco en su biografía sobre Cristina Kirchner.
Curiosamente, allí menciona fuentes de información que luego la refutaron, como es el caso del periodista Diego Gueller, en quien se sostiene para afirmar que la mandataria es abogada. “Nunca hablé con Di Marco; es más, yo soy de los que dudo que Cristina sea abogada”, me dijo el colega en una conversación privada por Twitter.
La periodista también menciona a Rafael Flores como sostén de sus afirmaciones, pero este último también pone en duda que la hoy jefa de Estado sea abogada. ¿A quién consultó entonces la colega?
En un artículo que carece de las fuentes necesarias para justificar lo que intenta sostener, Di Marco asegura que hay quienes pueden dar fe en Santa Cruz que Cristina actuó como abogada. ¿De quiénes se trata? ¿Por qué no menciona a esos supuestos testigos? Sencillamente, porque no existen.
Una infidencia: hace unos meses, Di Marco intentó explicarme por Facebook por qué aseguraba que Cristina sí se recibió. Argumentó, entre otras cosas, que “hasta sus más acérrimos enemigos no ponen en duda de que es abogada”, como si alcanzara con ello.
Pero lo más revelador fue cuando la colega me dijo que la mandataria “no muestra su título porque sus notas no eran brillantes”. ¿Cómo se entiende entonces que El Cronista haya publicado que Cristina se recibió con promedio de 9?
A esta altura, lo único real y cabal es que no hay un solo escrito judicial firmado por la presidenta, mal que le pese a la periodista.
En ese contexto, hay una cuestión más inquietante aún: Di Marco aún no ha respondido a los duros señalamientos que le fueron hechos por la escritora Graciela Brunetti, quien la acusó de haber plagiado varios tramos de su libro sobre la presidenta "Arreglate como puedas".
La única verdad es la realidad, dice un viejo dogma peronista. Y la realidad indica que Cristina carece de los más elementales conocimientos de derecho. Desconoce términos que se aprenden en primer año de abogacía —como cuando confundió media docena de veces “sindicación” con “sindicalización”— y cita erróneamente varios artículos del Código Penal.
Jorge Vanossi, ex docente de la UNLP, fue profesor de Cristina y asegura que nunca se recibió; lo mismo ha dicho María Cristina Kirchner, hermana menor de Néstor; idéntica revelación ha hecho Eduardo Arnold, ex vicegobernador de Santa Cruz. ¿Por qué de eso no habla Di Marco?
Más aún, ¿por qué la colega nunca hizo referencia a la supuesta ficha de entrega de título que dio a conocer la UNLP, la cual está visiblemente adulterada y corresponde a Valentín Olmos? Silencio de radio...
Finalmente, debe decirse una verdad de Perogrullo: si existiera el bendito diploma, ya lo habría mostrado el propio gobierno hace tiempo y por todos los medios posibles, tapándome la bocota de una vez y por todas.
Hace diez años pedí por primera vez a la UNLP que me enseñara el título y/o el analítico de Cristina; jamás me respondieron. Volví a insistir en los últimos días, pero también reinó el silencio.
No obstante, hay colegas que juran que la misma universidad les mostró el documento, no una, sino dos veces. ¿Es creíble?
Una sola cosa queda clara a esta altura: si la presidenta se hubiera recibido, hace muchos años ya alguien se hubiera ganado los 10 mil dólares que ofrezco por su foto de graduación. Nadie lo ha logrado, ni siquiera los colegas que juran que Cristina está diplomada.