La derrota de ayer de Juan Carlos Romero en Salta dejó varios heridos en la política, principalmente dos: Mauricio Macri y Sergio Massa, quienes le dieron su total apoyo en su disputa contra Juan Manuel Urtubey.
El líder del Frente Renovador fue aún más lejos que el jefe de Gobierno porteño: a mediados de diciembre del año pasado, había estado ya en Salta donde lo “bendijo” como eventual titular de la lucha antidrogas en caso de llegar a ser presidente.
En plena recorrida por Tartagal, junto al propio Romero, Massa aseguró que “hay que construir un plan de seguridad en serio, por eso pienso unificar trabajos de fuerzas federales de seguridad en única agencia que se dedique al combate contra la droga”.
Quienes lo escucharon se miraron entre sí, sorprendidos, al recordar que el ex gobernador salteño —Romero— aparecía complicado con el tema narcotráfico desde los años 90, y aún antes.
¿Cómo no sabía eso Massa? ¿Nadie se lo advirtió?
Como se dijo, la historia no es nueva y mucho menos novedosa, la conocen todos aquellos que viven en Salta desde hace dos décadas.
Drogas y poder
La idea de que Salta es una de las provincias donde el poder político está vinculado por excelencia a la venta de drogas no es antojadiza. Hay un largo historial de hechos acaecidos en los últimos años que dan cuenta de ello.
Primeramente, hay que tener en cuenta que es una provincia ubicada de manera estratégica para ingresar narcóticos al país, lo cual fue aprovechado históricamente por grandes barones de la droga utilizando como reaseguro el financiamiento a ciertos gobernantes y políticos salteños de turno.
El primer indicio fuerte se dio a mediados de los años 80, cuando se estrelló un avión perteneciente al entonces gobernador de Salta, Roberto Romero —padre del actual “candidato”, Juan Carlos—, en la zona de San Antonio de los cobres con 200 kg de cocaína. Todas las miradas se dirigieron al mandatario, quien jamás pudo quitarse el mote de "narco", ni siquiera después de fallecer en un sospechoso accidente.
Los días de gloria de Romero coincidieron con el período en que nuestro país pasaba a ser "productor" de narcóticos y dejaba de ser lugar de "tránsito".
Fueron los días en los que se hicieron fuertes los grandes capos del tráfico de estupefacientes como los tristemente célebres hermanos Castedo, quienes comenzaron a "bancar" algunas campañas políticas a cambio de poder moverse con tranquilidad en su negocio.
Como ya publicó este periodista en el año 2006, el clan se encuentra en la mira de los investigadores por dos motivos no menores: uno, por su relación con la muerte de una vendedora llamada Liliana Ledesma y, dos, por ser culpables de gran parte del tráfico de drogas en la provincia de Salta.
A pesar de la protección oficial histórica —que permanece hasta hoy—, los Castedo siempre han mantenido perfil bajo; sin embargo, una investigación italiana los puso en el máximo nivel de exposición. Se trata de un artículo publicado por el diario romano Il Giornale, sobre una red de tráfico internacional desbaratada en Europa. Allí se dan detalles del envío de cocaína desde nuestro país hacia el viejo mundo a través de una organización denominada "el cartel de los Losano". Quien aparentemente recibía la droga era un tal Morgan Marco Ulivieri, hijo de una condesa italiana.
La frutilla del postre
Las sospechas sobre la familia Romero no son antojadizas: padre e hijo aparecen desde hace años en los archivos de la DEA norteamericana por sus vínculos con el mundo de las drogas.
En el mismo sentido, a fines de los años 70, apareció el nombre de Romero padre vinculado al mundo de los narcóticos en la página 103 del libro Mamá Coca del periodista Anthony Henman: "(…) Es, no obstante, de la vecina Argentina de donde han provenido las más asombrosas revelaciones de implicaciones a alto nivel en el negocio de la cocaína, indudablemente, no con respecto a los actuales gobernantes militares, altamente paranoicos y ultra reservados, sino con relación a personajes que predominaron en el último periodo de la presidencia de Isabel Perón. La historia fue revelada por el servicio de informaciones del ejército en las vísperas del golpe de 1976 e incluía a una serie de prominentes figuras del ala derechista del movimiento peronista, entre los que figuraban el ignominioso Ministro de Bienestar Social, López Rega; el Ministro de Relaciones Exteriores, Alberto Vignes, y una corte de figuras secundarias como el Ministro Raúl Lastiri, el senador Cornejo Linares, el director del diario 'El Tribuno', Roberto Romero (...) Operando una serie de bien equipados laboratorios de cocaína cerca de Salta, en la frontera con Bolivia, estas figuras controlaban una red de gran alcance que utilizaba la Policía Federal para la distribución interna en el país y la cobertura del servicio diplomático para la consolidación de una ruta segura para las exportaciones."
El documento de la DEA que complica a Romero
Lo antedicho, como se sostuvo, no es secreto ni mucho menos. Quien albergue alguna duda solo debe caminar las calles de Salta y no habrá lugareño que no se lo confirme. ¿Acaso no lo sabía Massa?
Es sugestivo que el líder del FR no haya tomado las precauciones del caso a la hora de apoyar a un candidato como Romero, sobre todo cuando aún persisten en el aire las sospechas que Elisa Carrió arrojó sobre su persona.
No casualmente por sus supuestos vínculos con el tráfico de narcóticos.