La cinematográfica triple fuga que se vive en estas horas —poco creíble, por cierto—, amerita insistir en un tópico que tiene estrecha vinculación con esa trama: los aportes de campaña del Frente para la Victoria en 2007.
No casualmente en una entrevista hecha por este cronista, Sebastián Forza comentó que nunca había puesto un solo peso a pesar de aparecer como aportante de Cristina Kirchner.
Lo mismo ocurrió con Gabriel Brito, titular de la firma Global Pharmacy Service S.A., quién no sólo denunció no haber aportado suma alguna, sino que fue más allá y, a través de una serie de mails —que llegaron hasta lo más alto de la Auditoría General de la Nación—, pidió la intervención de la Obra Social Bancaria.
Todo esto ocurrió mucho antes de que el propio Juez Norberto Oyarbide ordenara una serie de detenciones e investigaciones al respecto.
El dato viene a cuenta de que en estos días, merced a la fuga de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci, solo se habla del triple crimen y ha quedado a un lado ese escandaloso expediente.
En ese contexto, aún hay gente que goza de total impunidad, muchos de ellos dueños de cuevas financieras que aún hoy persisten en funcionar en total ilegalidad.
Por caso, nada ha ocurrido con los socios de Cooperativa Vernet, señalados una y otra vez en ambos expedientes, principalmente el de los aportes.
Tampoco sucedió nada con los integrantes de Maderccoop, Invercoop y un importante empresario “dueño” de la cooperativa Crédito Sur, a quien le encantan los autos de colección, y en cuya oficina ubicada en Sarmiento al 700. Es el mismo que aparece complicado en el expediente que investiga la desaparición del financista Stefanini.
Según se desprende de una declaración del otrora prófugo y hoy próspero empresario farmaceútico Marcelo Abasto, en la antesala de su despacho este mismo empresario tenía importantes tertulias con Sebastián Forza, Martín Magallanes, Walter Maffini e Ibar Esteban Corradi.
Salvo Forza, que terminó muerto, los demás aparecen como financistas de dudosa reputación en el expediente del triple crimen.
Otro de los que zafó hasta ahora de las garras de la justicia es Jacobo Beraja. Tampoco pasó nada con la Cooperativa Farmacéutica Asoprofarma perteneciente al Colegio de Farmacéuticos de General San Martín y la Cooperativa de Crédito Concred. Todos ellos endosaban cheques de Abasto, como se dijo otrora prófugo por el triple crimen.
No es moco de pavo: todos los mencionados aparecen de manera reiterada en el expediente que investiga los aportes de campaña de 2007, donde, según un documento refrendado por el cuerpo de peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se lavó dinero.
De esto puede dar fe la escribana Andrea Rey, quien en la antesala del despacho del exsuperintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli, le pidió a uno de los aportantes “truchos” que firmara un acta a efectos de “ratificar” su aporte por la fuerza.
Lo raro es el lugar donde se hizo, ya que fue en la mismísima Superintendencia de Salud y no en la sede del Frente para la Victoria.
Hasta Néstor Lorenzo, bautizado por Graciela Ocaña como “el Yabrán de los medicamentos”, admitió que en algún momento Capaccioli le pidió un millón de pesos. Dicen que el empresario farmacéutico respondió ante ese requerimiento: “¡Un millón! ¿De dónde querés que los saque?”. Capaccioli, con total inocencia, le habría respondido: “Néstor, sólo los cheques, no el dinero”.
En ese contexto, no es casual que el mediático abogado Mariano Cuneo Libarona rechazara ser parte de la defensa de un ex hombre fuerte de la Asociación Bancaria.
Otro tema: al lavado de dinero, habría que agregar las compras compulsivas de automóviles en Lonco Hue por parte de los mismos actores, quienes de esta forma —y como no se hacian las transferencias de dichos dominios— podían evadir y lavar dinero, comprar propiedades, pagar deudas, etc.
En definitiva, Forza, Lorenzo, Zanola, Magallanes, Ibar Corradi, Lanatta, Martín De Marco, Maffini, Hendler, Martino, Loiácono y otros de los implicados en la trama, compraban autos, cambiaban cheques, adulteraban medicamentos, exportaban efedrina y aportaban a la campaña 2007, siempre en un círculo muy cerrado.
Siempre los mismos lugares, las mismas cooperativas, los mismos piratas del asfalto y un interés especial para que Cristina Kirchner llegara a la primera magistratura en 2007.
Quienes podrían dar fe de todo esto son Sebastián Forza y Martín Lanatta. Uno murió acribillado en agosto de 2008; el otro se ha evaporado luego de supuestamente fugarse de una cárcel de máxima seguridad. Todo muy conveniente.