Que Cristina Kirchner no es abogada, no es un capricho de este periodista: es el resultado de la investigación de años y años, donde, no solo se consiguió que lo admitieran exfuncionarios del kirchnerismo, sino también docentes de la Universidad de La Plata y hasta compañeros de “pillerías” de Néstor y CFK, como Rafael Flores y Eduardo “Chiquito” Arnold.
A ello deben sumarse los insistentes pedidos a esa casa de estudios del diploma de la exmandataria por parte de este y otros cronistas, que siempre fueron respondidos de manera negativa. Siempre.
A La Nación y a Chequeado les negaron el título de CFK
Hay más: no existe hasta el día de la fecha persona alguna que admita que fue representada por Cristina Kirchner a nivel legal, ni tampoco hay registro de ella en ningún colegio público de abogados del país.
Y más aún: su desconocimiento del derecho es ostensible y claro. Lo dicen juristas de la talla de Daniel Sabsay y el fallecido César Strassera.
No es lo único: los documentos que se fueron conociendo a lo largo de los años, siempre vehiculizados por los mismos operadores, tienen severas enmiendas, que le quitan legitimidad.
Hasta el libro de inscripción está enmendado y tachado
El cúmulo de errores, genera suspicacias. Es lógico, ya que supera todas las leyes matemáticas del azar.
No es una valoración periodística, sino científica: quienes han desechado la veracidad de esas “pruebas” son peritos independientes, contratados por quien escribe estas líneas.
Peritos calígrafos determinaron que la ficha de CFK era trucha
Todo esto a cuento del sobreseimiento de Cristina en el expediente que la investigaba por usurpación de títulos y honores, resolución que quedó refrendada en las últimas horas por el fiscal Carlos Rívolo.
El fallo es risueño y carece de toda posible seriedad, ya que jamás se llamó a declarar a testigos fundamentales ni tampoco se contrató perito alguno que determinara la veracidad del mal llamado “analítico” (hasta el juez cometió el garrafal error).
El analítico trucho, donde no aparece siquiera el nombre de CFK
Si Bonadío tenía que determinar que Cristina realmente era abogada, ¿no debería haber exigido como mínimo ver su título de abogada y su verdadero analítico? La respuesta es obvia.
Operación en ciernes
Las operaciones detrás del título de Cristina son lejanas e insistentes: hay incluso periodistas que juraron haber visto su analítico, con un pequeño detalle: uno sostuvo que sus notas eran bajísimas y la otra que la expresidenta tenía promedio de “9”. No obstante, si se toma como verídico el analítico “trucho” de Bonadío, puede verse que ambos se equivocaron. ¿Adrede o sin querer?
Como sea, ambos fueron operados, al igual que Omar Lavieri, el periodista de Infobae que dio a conocer el mismo documento horas antes de que fallara Bonadío. Ello lleva a preguntarse: ¿Fue involuntario o se dejaron operar?
Hay tres elementos que hacen sospechar que, en el caso de Lavieri, no fue involuntario: primero, el periodista ya viene con un negro antecedente en el caso AMIA que se contará más adelante; segundo, fue advertido por este cronista de que estaba refrendando “carne podrida” al publicar el "analítico" sin observar tantas irregularidades en el documento.
Tercero y principal: Lavieri advirtió antes que nadie que se venía el sobreseimiento de Bonadío y la confirmación de Rívolo. Véanse los tuits que arrojó hace una semana.
¿Cómo sabía el periodista que el fallo sería el que terminó siendo? ¿Tiene poderes paranormales o fue parte de una operación periodístico-judicial, al igual que pasó en AMIA?
Como se dijo, quien escribe estas líneas le advirtió sobre la falsedad del “analítico” y le ofreció revelar el nombre de sus 40 fuentes de información para que pueda cotejar que Cristina no es abogada. Su única respuesta fue pedir a este periodista que pidiera disculpas públicamente. Nada de cotejos, nada de peritos, nada de nada.
El ofrecimiento de las 40 fuentes a Lavieri para que cotejara por su cuenta
Amén de las sospechosas enmiendas del “analítico”, que incluyen la carencia de datos sobre Cristina Kirchner en la segunda hoja, hay otros datos de relevancia que fueron observados por un exalumno de la Universidad de La Plata a pedido es este diario:
“Mirando un poco así a vuelo de pájaro se ven algunos números que no cierran, por ejemplo, en la fotocopia donde figuran los datos borroneados de Cristina dice que comenzó el curso en 1972... Ok, pero en el analítico pone como primera materia rendida Introducción al Derecho el 9/3/72...pregunto: si empezó en 1972 ¿cómo rindió esa materia que es de curso anual con 96 horas el mismo año 72 en marzo? Se supone que tuvo que haberla cursado en 1971....pero los biógrafos dicen que antes de ingresar en abogacía hizo un curso de Psicología, que tuvo que hacerlo en 1971 porque en 1970 hizo el 5º año de la secundaria... ¿entonces empezó en marzo de 1972 y al fin de ese mes ya rindió esa materia anual? No cierra”.
Uno de los peritos contratados por este periodista para analizar el “analítico” trucho, Fernando Lionel López, advierte algo aún más preocupante respecto de las correlatividades:
“Como exalumno de la carrera de Derecho recuerdo que la materia Filosofía del Derecho se daba en primer año y de no aprobarla era imposible cursar la materia Civil l. Hoy en día la materia Derecho Procesal l no se puede cursar sin antes aprobar Filosofía del Derecho que fue su penúltima materia”.
Hay que recordar que el mismo profesional advirtió que en ese documento “existen al menos cuatro grafías diferentes. Hay manchas y tachaduras que no están testadas, lo cual, es inadmisible en un documento público”.
En otro orden de cosas, el abogado José Magioncalda advirtió: "El analítico no tiene firma de autoridad que lo expide, sólo la que certifica que es copia. Consecuencia: no es instrumento público".
Como sea, debe insistirse en un punto no menor: la UNLP estuvo cerrada entre octubre de 1974 y abril de 1975, lapso en el cual Cristina aprobó tres materias, siempre según el "analítico" objetado.
¿Cómo explicar esto que publicó la propia CFK y luego borró?
En ese contexto, nuevamente la pregunta: ¿No vieron todas esas irregularidades el tándem Bonadío-Rívolo-Lavieri?
Lavieri, siempre Lavieri
Omar Lavieri es conocido en el mundo del periodismo, suele caminar los pasillos de Tribunales y consigue, cada tanto, alguna que otra primicia. Trabajó en varios medios y terminó recalando en Infobae, del siempre incombustible Daniel Hadad, a la sazón afecto a las más sorprendentes operaciones de prensa.
Lo que pocos saben es que en los años 90 Lavieri fue uno de los que más quedó expuesto en medio de la operación mediático-judicial que se armó en torno al atentado a la AMIA.
En esos días, escribía para diario Clarín lo que le dictaba el exjuez Juan José Galeano, quien terminó eyectado de su cargo por mal desempeño de sus funciones.
Hay que mencionar que, entonces, los sobres con dinero se ofrecían con una increíble naturalidad y muchos colegas amasaron una considerable fortuna. A cambio, había que seguir a pie juntillas lo que decía Galeano, aún cuando la mentira era insostenible.
Entre los que replicaban las mentiras de Galeano —a quienes unos pocos advertíamos que estaban siendo operados— aparece la sombra de Lavieri.
Quien lo reveló fue el periodista Gabriel Levinas en una interesante entrevista concedida al desaparecido periódico La Maga. Fue el 26 de agosto de 1998:
"El periodista Omar Lavieri, el día 21 (de julio de 1994), hace un pacto con Galeano. Hubo testigos del pacto y aparte se puede demostrar solamente leyendo el Clarín. El pacto es así: 'Vos solamente mandás adelante la teoría de la Trafic, y tenés acceso irrestricto al expediente'. El pacto se cumplió. Yo lo fui a ver en el 95 ... y el tipo me dijo claramente que él no publica nada que no constara en el expediente. Ahora, le dije a Lavieri, si en el expediente no hay nada, ¿vos vas a publicar nada? Eso no es periodístico”.
Insiste Levinas: “El 20 (de julio de 1994), Clarín decía que, a juzgar por la forma en que se encontró el volquete, que estaba bajo los escombros, que estaba desflorado, desgastado en todas sus partes, eso era porque algo había explotado adentro. El 21 se olvidó de lo que había publicado el 20, se olvidó de lo del volquete y habló de la teoría de la Trafic. El 20 a la noche, en Clarín, fue la reunión con Galeano con un testigo que era amigo mío y que está dispuesto a declarar. Pero no hizo falta ya, porque Lavieri habló, en esos días, en el programa de Aliverti y le dijo que el pacto no lo hizo él, que lo hizo directamente Clarín”.
Más claro, echarle agua Evián.
Bonadío no dice ni pío
“Bonadío la sobreseyó en esta causa para mostrarse imparcial, porque la va a embocar por lavado de dinero”, aseguró a este periodista un conocido periodista que recala en Tribunales día tras día.
Es probable, o no… o solo una conjetura del colega. Lo cierto es que, hasta ahora, Bonadío solo ha avanzado contra la expresidenta en el expediente menos consistente que tiene en su poder: el del dólar futuro, que terminará demostrándose inconsistente. No hay jurista que diga lo contrario.
Quien escribe estas líneas intentó hablar con Bonadío esta semana, a efectos de aportarle documentación novedosa sobre la falsa titulación de abogada de Cristina, pero jamás quiso atenderlo y lo derivó a un secretario que no resolvió nada. Rívolo directamente apeló a la mentira: aseguró que estaba de vacaciones para no hablar al respecto.
¿Por qué ni uno ni otro quiso acceder a nueva evidencia y testimonios? ¿Por qué se les negó a docentes, exfuncionarios y peritos la posibilidad de declarar? No hay respuesta a ello.
Contra lo que todos creen, Bonadío no es un juez independiente: su mayor celebridad llegó de la mano del ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien lo incluyó en la célebre servilleta donde reposaban los nombres de jueces federales entonces afines al gobierno menemista.
Derrumbado el menemismo, rápido de reflejos, Bonadío se alineó rápidamente al kirchnerismo a partir de su llega al poder, en el año 2003, siendo una importante herramienta a la hora de desestimar denuncias contra funcionarios señalados por hechos de corrupción y perseguir a aquellos que se mostraban críticos a las políticas del oficialismo. Baste recordar lo ocurrido en su momento con los ex ministros Gustavo Béliz y Horacio Rosatti.
De la misma manera supo cajonear y demorar importantes expedientes que comprometían a funcionarios del gobierno. Dos de ellos han sido la irregular importación de autos diplomáticos por parte de funcionarios de Cancillería —donde avanzó sólo sobre un par de “perejiles”— y la célebre causa Skanska.
A su vez, en gesto de gratitud, el kirchnerismo paralizó oportunamente las denuncias que pesaban sobre Bonadío ante el Consejo de la Magistratura.
Recién en los últimos años, por motivos que se desconocen, Bonadío se enfrentó al kirchnerismo. O, al menos, eso simuló hacer.
Hasta ahora, nada indica que sea algo más que una simulación.