El dato pasó inadvertido, pero pasó. Fue el año pasado y lo reveló casi al pasar el periodista de diario Clarín Matías Longoni en medio de una extensa nota.
Se la trata del traspaso del lujoso Hotel Park Hyatt Casino de Mendoza a manos de un grupo de hermanos santafesinos de apellido Vignati, íntimamente relacionados con Julio De Vido. Por caso, uno de ellos es el mismísimo contador del exministro de Planificación Federal.
Según refiere Longoni, el clan se volvió millonario de la noche a la mañana, lo cual alimenta aún más las suspicacias.
En la actualidad, despuntan en las actividades petroleras y dicen poseer la más completa colección de camisetas de fútbol de todo el mundo. “Se sabe sí como comenzó todo: con una serie de lucrativos contratos obtenidos con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela”, según publica Clarín.
Para entender parte de la misteriosa trama, hay que enfocarse en la confección de la Sociedad Latinoamericana de Entretenimiento SA, refrendada a través de una escritura del 1 de julio de 2015 que consta en el Boletín Oficial 33.170.
Sus socios son Roberto Antonio Vignati y María Eugenia Vignati y el objeto de la firma es sugestivo: “Inversión, consistente en tomar participaciones en otras sociedades, mediante la compra, venta o permuta, al contado o a plazos, de acciones, obligaciones negociables u otra clase de títulos o aportes de capital a sociedades constituidas o a constituirse, o celebrar los contratos de colaboración empresaria tipificados en la ley de sociedades comerciales”.
La otra sociedad a la que hay que prestar atención es Regent Casino Management SA, escriturada el 1 de octubre de 2015.
El célebre Hyatt de Mendoza
Sus socios son Roberto Antonio Vignati, Horacio Damián Díaz Sieiro y María Eugenia Vignati. Allí, el objeto es más claro: “La dirección, administración, management, consultoría y asesoramiento relacionado con los juegos de azar, tragamonedas, bingos, casinos tradicionales o electrónicos y juegos de cartas como black jack, poker, etc. b) La creación, soporte, mantenimiento de software para juegos de azar, tragamonedas, bingos, casinos tradicionales o electrónicos y juegos de cartas electrónicos como black jack, póker”.
Consultadas por Tribuna de Periodistas, fuentes del Hyatt minimizaron la cuestión: “Efectivamente, hubo un cambio en la conformación de los propietarios de Park Hyatt Mendoza, pero dicha modificación no implicó que una de las partes tome el control del negocio”, sostuvo Leandro Livschitz, General Manager del lugar.
Por las dudas aclaró: “Nosotros en Park Hyatt Mendoza estamos comprometidos a ofrecer los más altos estándares de servicio y calidad a cada uno de sus huéspedes, aplicando todas las prácticas de ética en sus negocios, conforme a las leyes. Hyatt requiere y espera que todos sus propietarios y desarrolladores de sus hoteles alrededor del mundo se adhieran a los mismos altos estándares de conducta ética”.
A pesar de los dichos de Livschitz, este portal pudo saber que Díaz Sieiro, uno de los nuevos socios, se reunió con funcionarios del Instituto de Juegos y Casinos de Mendoza hace dos semanas, justamente en representación del Regency.
Como sea, suena sugestivo que el cambio accionario de uno de los lugares más emblemáticos de Mendoza haya sido manejado con tanta discreción.
Por caso, exfuncionarios de dos directorios anteriores del Instituto de Juegos consultados por TDP no sabían nada del cambio de manos del Regency; menos aún la existencia de esta familia santafesina detrás de la operación.
Más aún: nadie recuerda haber visto escrito ni expediente alguno al respecto.
Todo queda en familia
No es la primera vez que el Hyatt queda en medio de una controversia: en tiempos del gobernador Rodolfo Gabrielli, su dueño original, Samuel Liberman, quedó en medio de una denuncia por lavado de dinero.
Quienes hicieron la presentación, pidieron que se investigaran “posibles vinculaciones con el narcotráfico de funcionarios del gobierno y de la legislatura” de Mendoza.
Aparecían entonces sospechosas empresas: la panameña Elegant Glance y Mendoza Investment Company Limited, de las islas Cayman, controlada por Hyatt International Corporation.
En ese contexto, aparece la sombre de De Vido, a través de los Vignati, quienes hasta el año 2009 carecían de participación accionaria en empresa alguna.
“Roberto era un simple empleado de Talleres Marisa SRL, una fábrica de silos de Arteaga fundada por su abuelo materno. Fue en ese rol que empezó a viajar hacia Venezuela, donde logró cerrar desde 2008 los primeros negocios con la empresa socialista Leguminosas del Alba SA. Luego, en 2012, comenzó a actuar como intermediario en las exportaciones de maquinaria agrícola”, según reveló Clarín.
Y allí aparece la clave, el gran golpe que posicionó a la familia: fue cuando lograron exportar miles y miles de toneladas de arroz y maíz a Venezuela con elocuentes sobreprecios de hasta el 80%.
Esas operaciones, siempre sospechadas, fueron reveladas por una investigación de Clarín y se hicieron a través de la firma Bioart SA, la primera sociedad de la que participan los hermanos.
Como dice un viejo refrán italiano, “no hay nada más lindo que la familia unida”.