Solo en 2016, 1,5 millones de personas cayeron en la pobreza. Así podría resumirse al extremo el demoledor informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) que impactó hace unos días en los ánimos de propios y ajenos.
A ello hay que sumar a otros 600.000 que se convirtieron en indigentes, sin más.
A diferencia de la anterior medición de la UCA, que terminó blanqueando gran parte de los datos que había escondido con relativa eficacia el kirchnerismo, ahora los pobres “son de Macri”.
A quien le quepa alguna duda, sepa que la pobreza pasó de 29 por ciento a fines de 2015 a 32,9 en el tercer trimestre de 2016, en tanto la indigencia subió a 6,9 por ciento.
Es bien cierto que gran parte del “arrastre” de pobreza e indigencia corresponde al kirchnerismo, pero no es menos real que el macrismo ha elevado esos porcentajes a través de su errática política económica, que no careció de aumentazos y ajustes en tópicos que afectan a los que menos tienen. Eso sin mencionar a la indomable inflación.
Frente a los datos crudos, del documento de marras, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, solo atinó a decir que "la economía argentina está en un camino de recuperación" y ha "dejado atrás una recesión de dos años", de la que se está "saliendo". También habló de recuperar el trabajo de los argentinos.
Sus palabras no carecen de tino, pero parecen dichas por un gobierno que acaba de asumir. Por otro lado, ¿qué está haciendo ahora mismo el macrismo para generar empleo y recuperar la economía? ¿Qué política específica ha impulsado para beneficiar a los que menos tienen?
Otro que se refirió al mismo tema es el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien directamente diluyó las responsabilidades oficiales, al afirmar que "la única razón de este fracaso es la incapacidad de la dirigencia" política.
Al mismo tiempo, el funcionario afirmó que "hay datos complejos y alentadores en una Argentina que está viviendo una transición" y que "la tensión" hoy es "entre una Argentina que quiere cambiar y una Argentina que no quiere cambiar". Lo curioso es que Peña no sustentó ninguna de sus afirmaciones con datos concretos.
Más allá de las eventuales responsabilidades políticas, la realidad indica que la pobreza es un tema que nadie ha intentado resolver de manera integral en las últimas décadas.
De hecho, desde fines de los 80 hasta ahora, persiste un núcleo duro de pobreza e indigencia que afecta a entre el 20 y el 25% de la población.
En números concretos: casi 10 millones de personas sufren esa pobreza estructural, que pasa de generación en generación. Es parte de ese grupo definido como la gran "deuda social" a la que hace referencia la UCA en cada uno de sus informes.
¿Cómo se resuelve esta situación? ¿Hay en la cabeza de algún funcionario interés en hacerlo? No se trata ya de declaraciones de buena voluntad, sino de avanzar en un plan integral que permita pensar en los próximos 10 o 20 años.
Lamentablemente, no será posible en Argentina, donde todo es impredecible y los gobiernos que llegan viran de raíz respecto de las políticas de los que se van.
Concluyendo
Frente a todo lo antedicho, el macrismo ha reaccionado reglamentando —mediante el decreto 159/2017— la ley N° 27.345 que establece la prórroga de la emergencia social hasta el 31 de diciembre de 2019.
Se trata de una norma que no resolverá los problemas de fondo, apenas una aspirina para un cuadro de mediana gravedad.
En ese decreto se detallan las funciones y objetivos del Consejo de la Economía Popular y los parámetros para la asignación del Salario Social Complementario, ambos dentro de la órbita del Ministerio de Desarrollo Social. Se insiste, nada relevante de fondo.
“Si quieren magos, busquen a Copperfield, yo soy falible”, dijo Macri hace poco menos de un mes en Chapadmalal.
En realidad, no hace falta ser mago para tomar nota de la realidad. Más allá de los números fríos y la estadística cruel, el dato concluyente es otro: en la actualidad, uno de cada tres argentinos es pobre.