Cristóbal López está preocupado, sabe que el próximo en terminar con los huesos tras las rejas es él. Se lo ha dicho a sus íntimos, incluido su socio, el siempre suspicaz Fabián De Sousa.
“No quiero que mis hijos me vean así. Antes que eso me pego un tiro”, le respondió De Sousa entre lágrimas. Fue a fines de octubre pasado.
Se insiste: no fue casual la referencia, ya que ambos saben que terminarán complicados a nivel judicial en el marco de la causa que los investiga por la evasión de más de 10 mil millones de pesos.
La carátula reza "defraudación a la administración pública" y tiene que ver con la falta de pago del Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC) por parte de su empresa Oil Combustibles SA.
A ello se suma otra causa por evasión de aportes previsionales durante 2015, que alcanza a algunas de sus empresas, entre las cuales está la productora de contenidos para TV Ideas del Sur, donde Marcelo Tinelli ostenta un gran capital accionario. Una digresión: ¿Tiene algo que ver con esto el nerviosismo que ostenta el conductor del Bailando en las últimas horas?
Por si fuera poco, López es investigado en el marco de la causa Los Sauces, en la que se analiza una millonaria operatoria de supuesto lavado de dinero que involucra al testaferro K Osvaldo Sanfelice.
En ese marco, está claro que Cristóbal tiene de qué preocuparse, sobre todo por el contexto: ¿Qué le evitaría terminar preso cuando, por mucho menos, Julio De Vido y Amado Boudou corrieron esa suerte?
En ambos casos, la justicia se basó en una resolución de la Sala II de la Cámara Federal porteña, donde se hizo hincapié en la posibilidad de que el exministro de Planificación pudiera obstruir la investigación en curso sobre su persona.
Por eso, los camaristas Martín Irurzun y Leopoldo Bruglia ordenaron su inmediata detención. Días más tarde, el juez Ariel Lijo se sustentó en el mismo documento para pedir la prisión de Boudou.
Debe decirse que Cristóbal intentó zafar hasta último momento, pero no pudo. Ofreció un plan de pagos a la AFIP —algo que dividió las aguas dentro del organismo, entre quienes querían aceptarlo y quienes no— y optó por vender sus principales empresas. Sin embargo, no contó con un factor fundamental: Macri se la tiene jurada.
Ciertamente, al presidente no le interesa la evasión o el potencial lavado de dinero: le molesta el hostigamiento que sufrió personalmente a través del canal C5N en los últimos años a través de informes sobregirados y, en algunos casos, falsos.
Por eso, para zafar, Cristóbal le “regaló” la cabeza de Roberto Navarro. Pero ello no alcanzó, al menos no a esta altura. El presidente va por todo, sobre todo después de la rotunda victoria de octubre.
Ahora todo es cuestión de tiempo, de sentarse a esperar aquello que se muestra irreversible, indefectible e indudable: la orden del juez que lo meterá preso. No será inminente, pero tampoco será en el largo plazo. Solo se sabe que es un hecho consumado.
Es curioso, porque el otrora empresario K terminará siendo víctima de aquella frase de William Shakespeare que suele recitar ante sus amigos: “Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nuestros vicios”.