El “ahora dicen” es casi una humorada, que refiere a diario Clarín. Es su forma de titular cuando no sabe cómo publicar algo que no está confirmado y quiere evitar el abuso del potencial, desde la memoria de los tiempos. O cuando precisan rectificar algo que anticiparon y jamás sucedió.
Con Mauricio Macri ocurre algo de ello, hay algunos que quieren instalar la idea de que detrás de la eyección de periodistas críticos de puntuales medios ad hoc, está su mano.
Ya sea Víctor Hugo Morales y Roberto Navarro en C5N, u Horacio Verbitsky en diario Página/12. Todo es por la acción voraz del presidente de la Nación.
Los que juran que fue el jefe de Estado el que levantó el teléfono para que esos “colegas” se quedaran sin trabajo, carecen de algo fundamental en el periodismo: evidencia.
¿Qué prueba hay de que Macri levantó algún teléfono y avanzó contra aquellos cuyas voces supuestamente le molestan? Ninguna, pero los imbéciles se repiten a sí mismos en un coro de incongruencias que se disemina por las redes sociales.
Son los mismos que exigen pruebas de que Cristina Kirchner ha sido corrupta —las hay y en sobradas dosis— o de que Julio De Vido se hizo con dinero ilegal de la obra pública.
En este caso, no les importa que haya elementos concretos que respalden sus afirmaciones. No. Basta con invocarlo como un dogma de fe y ya está. “Macri es el gran censurador”, repiten a pie juntillas.
Se trata de aquellos que callaron en los días en los que el kirchnerismo perseguía a aquellos que dejábamos expuesta la corrupción de sus funcionarios. Ahora, de repente, se despertaron de un letargo de 12 años de saqueo del Estado e inundan los foros de discusión.
Eso sin mencionar que defienden a mercenarios de la talla de Verbitsky y Navarro, que no han dudado en apelar a la mentira para avanzar en sus operaciones de prensa. El primero llegó a tildar a Francisco De Narváez de narcotraficante para enchastrar su carrera política en 2009. Obviamente, sin ninguna evidencia.
Del segundo, podrían contarse infinidad de operetas y desaciertos, como cuando aseguró que Daniel Scioli había ganado las elecciones en 2015. Ello lo dice todo.
Es curioso, porque los que acusan a Macri de censura nada dicen respecto de las eternas pifiadas de estos operadores periodísticos.
No voy a defender a Macri, porque no me corresponde y porque repudio muchas de las medidas que está tomando en los últimos meses, principalmente las que van en detrimento de los jubilados. Tampoco me gustan algunos de los funcionarios que lo rodean, manchados en el barro de la corrupción.
No obstante, no tiene nada que ver que se lo impute por algo sobre lo cual no hay, no solamente ninguna evidencia, sino tampoco un solo indicio.
Más aún, el propio Verbitsky acabó este domingo con las suspicacias al aclarar el tema en Página/12: "Las urgencias de un año político me impidieron tomarme las vacaciones correspondientes hasta la conclusión del proceso electoral. Por este único medio informo que dedicaré el próximo año a cuestiones pendientes que demandan mucha atención", sostuvo.
¿Qué más puede decirse? Como sostiene aquella frase que suelen atribuirle a Einstein, “la inteligencia es limitada pero la idiotez no tiene límites”.