Parte de la organización diaria del ser humano tiene que ver con el “orden”. Ciertamente, se puede vivir sin él, pero todo sería más complicado sin ese simple concepto.
Según la tercera acepción del diccionario de la Real Academia Española (RAE), se trata de la “regla o modo que se observa para hacer las cosas”. Esto es, la metodología para proceder en cuestiones puntuales. Una serie de pasos que se siguen para llegar a un resultado determinado.
De acuerdo a la RAE, la metodología son un “conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica o en una exposición doctrinal”.
Según Víctor Manuel Martínez Chánez, el método se contrapone a la suerte o el azar, pues ante todo es un orden manifestado en un conjunto de reglas.
En su libro “Fundamentos teóricos para el proceso del diseño de un protocolo en una investigación” (Plaza y Valdes, 1998), Martínez Chánez advierte:
El método, como instrumento empleado en la investigación para descubrir procesos, sus propiedades y relaciones, conduce a la formulación de teorías. Pero al mismo tiempo, el método es un conocimiento adquirido y, como tal, posee una estructura teórica.
La teoría del método o metodología propiamente dicha, tiene la misma armazón lógica y los mismos principios específicos que se aplican tanto a las ciencias naturales como a las sociales. Sin embargo, hasta ahora solamente se han logrado determinar algunas de las regulaciones que gobiernan la actividad metódica, sin que se pueda conjeturar que todas ellas sean, en sentido estricto, leyes que se cumplan indefectiblemente.
Las reglas metódicas son constructivas. En consecuencia, representan restricciones en el comportamiento del investigador y en sus interacciones con los procesos que trata de conocer. Las reglas son principalmente guías para participar en la actividad de la investigación.
Sirven para evitar errores en la actuación del investigador. El cumplimiento de las reglas metódicas es necesario y conveniente, pero nunca es suficiente.
Las reglas y el método entero son instrumentos y, por lo tanto, lo principal es saberse servir de ellos como instrumento, para manejarlo con destreza y acierto en el cumplimiento del propósito perseguido.
Como sea, no hay un método “oficial” para hacer investigación periodística ni existe un criterio unificado sobre cómo proceder en ese campo, pero existen algunas pautas comunes utilizadas por las ciencias sociales que nos servirán en nuestro trabajo.
Primero debemos definir qué es investigación: se trata de un proceso metodológico de descubrir, interpretar, explicar y valorar (clasificar por importancia) una realidad, prediciendo su desarrollo a futuro.
Luego, podemos empezar con la metodología en sí. Es la que uso en mi trabajo como periodista de investigación y consta de 7 pasos.
1-Planteo del problema
En este punto, el investigador delimita su problema a estudiar, especificando como primera medida los objetivos de la investigación. Así es que tenemos el "objetivo general" y el "objetivo específico", que es el que delimita al general.
Luego se trabaja sobre el “marco teórico”, sustento de lo que vamos a investigar. Se hace a través de material bibliográfico, discusión con otros investigadores que se ocupen del tema y observación directa, entre otras medidas.
Todas las vertientes contribuyen a configurar el marco teórico con el que implícitamente o explícitamente el investigador manejará su investigación.
Es algo que se irá incrementando a lo largo del trabajo, ya que iremos consiguiendo más y más material a medida que avancemos en nuestra indagación.
Finalmente se enuncian hipótesis (cuando la investigación lo requiere) en el marco del planteo del problema con sus objetivos generales y específicos. Pueden ser varias.
¿Que es una hipótesis? Es un supuesto que merece ser demostrado. No solo se trata de formularlas, sino de contrastarlas con la realidad, con el objetivo de confirmarlas, refutarlas o reformularlas.
A esta altura, algo que cae de maduro; ¿Cómo detectar hechos investigables? El puntapié inicial puede surgir de un rumor o una infidencia, pero también puede ser el resultado de la búsqueda del periodista (Presupuestos gubernamentales, Boletín Oficial, causas judiciales, hechos policiales, etc).
Alguna ayuda puede encontrarse en organismos como la Sindicatura general de la Nación, el Archivo de la Nación, la Auditoría General de la Nación y la Oficina Anticorrupción. Allí abunda material para un buen periodista de investigación.
Siguiente duda: ¿Dónde buscar qué investigar? Siempre debe hacerse dentro del “campo de la realidad”. Todo lo que tenga que ver con el mundo de las ilusiones, duendes y cosas similares, quedan fuera de lo periodístico.
Si decidimos investigar a una persona, debemos tener en cuenta que siempre dejará a su paso una suerte de “estela documental”, cual si fuera un cometa que surca por el cielo.
Todo ser humano deja un registro de sus actos en el paso por esta vida: actas de nacimiento, matrimonio, cuentas, fotos, recuerdos de amigos, etc.
A ello podemos sumar todo lo que pueda aparecer en organismos como:
-La Inspección General de Justicia (IGJ): allí sabremos si la persona que investigamos aparece en algún tipo de sociedad comercial. El registro es de acceso público, pero no gratuito.
-El Banco Central de la República Argentina (BCRA): nos dirá si aquel que investigamos tiene cuentas bancarias, tarjetas de crédito, si ostenta cheques rechazados, y mucho más. Es público y gratuito.
-Registro de la Propiedad Inmueble: sabremos allí si el sujeto tiene viviendas a su nombre. Su consulta tiene un costo.
-Registro de la Propiedad Automotor: es igual que el anterior, pero está referido a vehículos. También es pago.
Como puede verse, hay mucho donde buscar, más aún si sumamos a lo antedicho la consulta en redes sociales como Twitter y Facebook.
También es útil hurgar en Google y otros buscadores, siempre con los reparos del caso, ya que aparece mucha basura allí. En lo personal, lo tomo con pinzas.
2-Universo de Estudio
Es el conjunto de unidades de análisis a las cuales va dirigida la investigación. Constituye la población o universo.
Tenemos que determinar cuáles van a ser las unidades de análisis (personas, empresas, instituciones) luego tenemos que cuantificar y delimitar dicho universo. Hay universos fáciles de cuantificar y delimitar pero hay otros difíciles.
Aquí marcamos los límites geográficos y temporales; es el “donde” y “cuando” vamos a realizar la investigación.
Por ejemplo, cuando decidí escribir mi primer libro —“La mafia, la ley y el poder”, editorial Dunken 1996—, referido a la corrupción legislativa, lo hice tomando como límite temporal los primeros años del menemismo, centrado a su vez en el Congreso Nacional.
De no haber establecido esas demarcaciones, mi trabajo hubiera sido interminable. Corrupción hay en casi toda la historia argentina y en casi todos los ámbitos oficiales.
3-Variables
Se trata de los los conceptos susceptibles de asumir distintos valores. Variable es cualquier característica del objeto de investigación que puede cambiar de valor o puede expresarse en diferentes categorías.
No es lo mismo una persona que nos da información desde su cargo de ministro, que aquella que lo hace desde el llano. El primero es un informante más calificado que el segundo si de información oficial se trata.
Si investigamos temas relacionados con el crimen urbano, no es lo mismo hacerlo de día que de noche, cuando el movimiento es otro. Obviamente, encontraremos más acción cuando el sol apaga su luz.
4-Tarea de Campo
Es la parte más interesante para el periodista, porque es cuando trabaja sobre “el terreno”, en el lugar de los hechos. Es un acercamiento al universo para conocerlo. Aquí las fuentes indirectas pasan a ser directas.
Cuando llevé adelante la investigación que culminaría en mi libro sobre la muerte del hijo de Carlos Menem, en el año 1999, trabajé durante dos años entre papeles, videos y el propio expediente.
Luego de tener bien claro en mi cabeza todos los hechos, me dirigí al kilómetro 211,5 de la ruta 9, donde había caído el helicóptero que trasladaba al vástago del entonces presidente de la Nación.
En ese preciso momento, cobraron forma muchos de los elementos que había acopiado a lo largo de la conformación de mi marco teórico. Fue como una representación gráfica, un rompecabezas que se armó de inmediato en mi mente.
Ello me permitió saber qué testimonios eran fiables en el expediente y cuáles podía descartar. Por ejemplo, aparecía un testigo que aseguraba haber visto algo que era imposible de observar desde la posición en la que él mismo juraba haber estado al momento de la caída de la aeronave.
Por eso, insisto, es importante que la tarea de campo sea llevada a cabo luego de haber hecho una buena investigación documental.
5-Procesamiento
El procesamiento de los datos se realiza en función de los objetivos planteados por la investigación y de las hipótesis formuladas.
Primero se revisa el material con que se cuenta (importante sobre todo cuando se trabaja en grupo), luego se clasifica y finalmente se tabula, es decir, se le da un orden por importancia.
6-Análisis
Esta es una de las fases más interesantes de la investigación. La riqueza que se puede extraer de la información recogida dependerá en gran medida al bagaje teórico de los conocimientos y de la imaginación del investigador.
En esta etapa se deben confrontar los datos para extraer los que aparezcan veraces y luego poder jerarquizarlos.
En este punto sabremos si hemos trabajado bien el marco teórico de la investigación.
Por caso, si se confirman dos hipótesis contrapuestas, significa que no hemos hecho un buen relevamiento previo. En ese caso, debemos volver a revisar nuestro marco teórico. Es probable que debamos trabajarlo un poco mejor.
7-Redacción del Informe
Aquí el investigador enuncia las conclusiones, relacionando los hallazgos desprendidos de su análisis de los datos con los objetivos propuestos y las hipótesis planteadas en el marco teórico.
De esta manera, cierra el círculo con la contrastación de niveles empíricos y teóricos.
En investigación social el resultado se manifiesta a través de un informe ad hoc. En periodismo, culmina en la redacción de un artículo que debe cumplir con la respuesta a las cinco preguntas del trabajo de prensa: qué, cómo, cuándo, quién y por qué.
Lo más complicado es lo último, el “por qué”, ya que en muchos casos desconocemos qué es lo que impulsa a que ocurran ciertas cosas, especialmente las vinculadas a la política.
En lo referido al periodismo de investigación sucede algo similar: podemos descubrir tramas sorprendentes de corrupción o crimen organizado, pero pocas veces lograremos explicar por qué ocurren.
En el fondo, es poco y nada relevante. ¿Qué tanto interesa qué motiva a alguien a cometer un desaguisado en tanto y en cuanto logremos exponer el desaguisado en sí?
En algunas de mis investigaciones, me ocurre eso mismo. No logro descubrir qué motiva a que sucedan puntuales hechos de corrupción.
No obstante, ello no me evita avanzar en mis indagaciones periodísticas, las cuales, por su contundencia, suelen repercutir a nivel judicial.
¿Por qué mataron a Leopoldo “Poli” Armentano en 1994? Jamás pude saberlo, pero logré revelar quiénes y cómo lo habían hecho. Incluso pude probar quién planificó su muerte: Guillermo Cóppola.
Logré conseguir los extractos bancarios que demostraban los pagos del ex manager de Diego Maradona al entonces juez Francisco Trovato. Pero nunca descubrí qué motivó a que decidiera mandar a asesinar a quien era su amigo. ¿Era importante saberlo? Tal vez para mi ego, pero no para la investigación en sí.
En mis libros sobre la muerte de Carlos Menem hijo y el atentado a la AMIA sí llegué a concluir los motivos de sendos hechos, pero fue solo una cuestión circunstancial. La suerte que brinda el lograr acceder a fuentes de información calificadas.
En la obra que escribí sobre el ataque a la mutual judía —junto a mi amigo y colega Fernando Paolella— conseguí hablar con tres informantes de primer nivel, que habían estado junto a Menem cuando este negoció con el presidente de Siria, en 1988, las bases de un oscuro acuerdo que nunca se cumplió.
Ello motivó los ataques, primero a la Embajada de Israel, en 1992, y luego a la AMIA, en 1994.
Los que me revelaron los detalles que allí se conversaron fueron: Mario Rotundo, entonces jefe de campaña de Menem; Oscar Spinosa Melo, quien sería luego embajador en Chile por parte del menemato; y Domingo Cavallo, quien no precisa presentación alguna.
Fueron tres de las casi 50 fuentes de información que logré entrevistar para el libro sobre la mutual israelita, durante los 10 años que duró la investigación.
Lo que surgió de ese trabajo fue ofrecido —y aportado— a la justicia, junto con mi propio testimonio, en el año 2006. Fue el resultado de un cuidado trabajo metodológico, idéntico al que se describió en este mismo capítulo, con los siete pasos de rigor.
Parte del capítulo 6 del libro “Manual urgente para periodistas de investigación” de Christian Sanz, de próxima aparición.
Ah no pero no esta en lenguaje inclusivo. Si no dice para hombras y mujeros no sirve. Ahora en serio: muy bueno. Lo del campo de la realidad, me atrevo a señalar, podria ser "el campo de lo comprobable".