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"Neuroeconomía, disrupción y cambio”, entrevista a Sebastián Laza por su nuevo libro

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"La Economía del Comportamiento viene poniendo en apuros a la Economía Neoclásica"
"La Economía del Comportamiento viene poniendo en apuros a la Economía Neoclásica"

Sebastián Laza es economista... y mendocino. Su última obra es llamativa, acaso más por el título que por el contenido.

 

"Neuroeconomía, disrupción y cambio: de A.Smith a D.Kahneman y P.Glimcher", reza el libro, que aún no he leído.

No obstante, me llama la atención lo que sugiere en su resumen: "Las decisiones relacionadas con el consumo, la inversión, el ahorro, el riesgo y la incertidumbre, entre tantas otras, no se basan exclusivamente en la razón calculadora y maximizadora del homo economics neoclásico (corteza pre-frontal), sino que en ellas suelen entrar en juego, con bastante fuerza, elementos más incontrolables y automáticos, como son las emociones, los sentimientos, las intuiciones y los sesgos (sistema límbico)".

Esas palabras resuenan en mi cabeza, me obligan a entrevistarlo para Tribuna de Periodistas y preguntarle un poco más, bastante más.

-¿Qué es la neuroeconomía, concepto que parece novedoso?

-Las personas tomamos decisiones permanentemente bajo racionalidad limitada, es decir, sujetos a todo tipo de sesgos, de los que vos te imagines (miedos, fobias, comportamientos de rebaño, etc.), que nos llevan a conducirnos de forma bastante alejada con respecto a lo que dice la Teoría Economía Tradicional (Neoclásica), que no está pensada para seres humanos de carne y hueso, sino seres ideales que no existen en la Tierra.

La Economía del Comportamiento viene poniendo en apuros a la Economía Neoclásica desde hace al menos cuatro décadas, con los nóbeles Simon, Kahneman y Thaler, entre otros, pero hasta ahí la cosa venía dentro del camino de la Economía, no había algo demasiado disruptivo, de hecho la Economía del Comportamiento es una rama de la Economía.

Sin embargo, en los últimos años, por distintas razones que explico en el libro y en mis conferencias, han terminado confluyendo Neurociencias, Psicología y Economía, ahora sí de manera disruptiva, construyendo este híbrido llamado Neuroeconomía, que con métodos diferentes a los tradicionales está intentando armar una teoría de las decisiones unificada, más real, y con métodos bastante diferentes a las "preferencias reveladas", "utilidad esperada" y demás tradicionales en Economía.

-¿Es una ciencia como dicen algunos? 

-Sin dudas que lo es, para ser más precisos, es un nuevo programa de investigación ubicable dentro de las Ciencias Económicas, o bien dentro de las Neurociencias Cognitivas, y en ambos casos con buen fundamento epistemológico, o sea de método científico.

-En tu libro hablás de "anomalías existentes en la teoría tradicional", ¿podés nombrar alguna de ellas?

-La teoría tradicional predice bien algunos aspectos de la realidad, pero otros no. Mirá... la Neuroeconomía ya está haciendo aportes interesantes en el Marketing, la Investigación de Mercados y las Finanzas, por nombrarte algunos, pero sin duda el gran desafío es que está empezando a impactar en las Políticas Públicas, es decir en la forma que se diseñan las políticas educativas, de prevención de la salud, de tránsito, de seguridad, etc. De hecho, es en las políticas públicas donde vamos a ver la gran utilidad social de esta nueva disciplina, y ya hay varios académicos y consultores importantes en ese camino, como el movimiento del Behavioral Insights en Europa, y acá en Argentina Facundo Manes, entre otros.

-Teniendo en cuenta que aún se desconoce cómo funciona el cerebro por completo, ¿no es pretencioso hablar del uso del mismo en combinación con la economía?

-Para nada. Pretencioso era no incorporar la neuropsicología a los modelos económicos. Bueno... más que pretencioso, era hasta un poquito irrespetuoso. Recordemos que el diktat epistemológico del siglo XX fue llevando a la Economía a prescindir de a poco de la Psicología, con la que había nacido con Adam Smith (Teoría de los Sentimientos Morales), y a buscar una cierta "seriedad" en la matemática optimizadora, y en la lógica utilitarista, que prescindía de lo emocional, ya que el homo economicus decidía con altas habilidades computacionales, sin sesgos, sin miedos, y sin nada de lo que nos hace profundamente humanos.

Pero como los modelos neoclásicos empezaron a explicar cada vez menos aspectos de la realidad, y a fallar cada vez más, no ha quedado otra que volver a los fundamentos de la neuropsicología económica para ver si mejoramos un poco, en especial las políticas públicas, donde acá en Argentina somos especialmente desastrosos. 

 

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