No es la primera vez ni será la última, eso está claro. Las operaciones del grupo Clarín en torno al caso Nisman parecen no tener fin.
La más increíble de ellas ocurrió en mayo de 2017, cuando el “gran diario argentino” publicó con gran anticipación que la Gendarmería concluiría que el fallecido fiscal había sido asesinado. Ello mientras ese organismo aún analizaba los elementos colectados por los investigadores.
Lo sorprendente de esa nota de Clarín es que allí se admite que aún no se habían hecho los estudios más relevantes: “Las autoridades, bajo indicaciones de los expertos, están preparando un predio donde se replica el interior del departamento de Nisman. Allí se hará la simulación decisiva para ponerle broche final a la pericia”. Ergo, si no se había hecho la simulación, ¿cómo sabía el matutino en qué concluiría?
Ahora, en esa misma línea, Clarín publica hoy una nota de ¿investigación? en la que revela que durante la madrugada en la que se encontró el cuerpo de Nisman hubo más de 30 llamados telefónicos entre Cristina Kirchner y Sergio Berni.
El dato en sí mismo no significa nada —sería relevante si las comunicaciones se hubieran dado antes de su muerte, no después—, ya que lo inusual hubiera sido que los otrora funcionarios no hablaran ante un hecho de tamaña importancia.
Entonces, para darle a la “primicia” la vuelta de tuerca que no tiene, Clarín inventa que, a pesar de la treintena de contactos descubiertos, anteriormente Berni había asegurado haber hablado solo dos veces con la expresidenta.
El dato es falso, típico de aquel que jamás ha leído el expediente, como ocurre con el autor de la nota, Héctor Gambini, quien ya se ha mandado media docena de pifies en esta otra nota sobre el mismo tópico.
En ninguna parte de la causa judicial el exsecretario de Seguridad asegura haber hablado dos veces con Cristina. Más aún: Berni dejó por voluntad propia su celular para que sea analizado por los investigadores y certifiquen, no solo los llamados realizados, sino también las conversaciones por Whatsapp y otras vías.
Es curioso, porque aquellos que hablaron con Nisman antes de que muriera jamás han sido cuestionados. Por caso, Laura Alonso y Patricia Bullrich han tenido interminables intercambios con el malogrado fiscal horas antes de que su cuerpo se descubriera. Eso sí genera certera suspicacia.
Hay quienes incluso dicen que los llamados de Berni fueron para confirmarle a Cristina que el “trabajo” —léase el “asesinato” de Nisman— ya había sido llevado a cabo. ¿Treinta veces se lo confirmó? Sin palabras.
Es como aquellos que dicen que el exsecretario fue al departamento para modificar la escena del crimen. ¿En qué cabeza cabe que alguien llegue más de 12 horas después de cometido el supuesto asesinato para taparlo?
Ni siquiera fue el primero en llegar: antes que él recalaron el médico de Swiss Medical y la madre de Nisman, Sara Garfunkel.
Tampoco es cierto que se alteró la escena del crimen: lo desmintió el propio perito de Sandra Arroyo Salgado, Daniel Salcedo.
Realmente es absurdo creer que Cristina Kirchner mandara a matar al fiscal especial de la causa AMIA. Y lo dice quien, no solo ha hecho la mayor cantidad de denuncias contra la expresidenta, sino que además pretende que esta termine tras las rejas por los hechos de corrupción que la abrigan.
Es una verdadera pena lo que hace Clarín, porque privilegia hacer política a informar a sus lectores. Ello explica por qué el matutino decidió reflotar una vieja noticia sobre este mismo tema en sus páginas hace unos días. Penoso.