Lo dije en mayo pasado y lo reitero hoy: diario Clarín, junto con otros medios de comunicación, puntuales, empezó a pergeñar una operación relacionada al caso Nisman que aún no se percibe quién la inició, de qué manera se la impulsa y/o por qué se hace.
Es muy similar a lo acaecido con la investigación del atentado a la AMIA, que empezó bien encaminada y luego derivó en un “refrito interesado” que acusó a un grupo de iraníes que nada tuvieron que ver con ese hecho. ¿Los verdaderos culpables? Bien gracias.
En ese mar de desinformación, en estas horas, pueden leerse varias veintenas de notas que carecen de rigor periodístico, pero que han penetrado en la cabeza de la ciudadanía cual si fueran verdades reveladas.
Por caso, este lunes, Clarín publicó un curioso artículo referido al caso Nisman, firmado por el periodista Héctor Gambini. Se trata de un errático mamotreto que abunda en imprecisiones y falacias de diversa laya.
Desde el vamos empieza con un dato falso, típico de quien no ha leído siquiera mínimamente el expediente judicial. Gambini asegura que “el experto que le enseñó a tirar a Diego Lagomarsino es un ex agente de Inteligencia de la Fuerza Aérea que conocía a Nisman desde cuando el fiscal era secretario judicial del caso del asalto al cuartel de La Tablada, en 1989”.
En realidad, quien le enseño a disparar al sospechado informático no fue Carlos Moro Rodríguez, como intenta hacer creer Gambini, sino un instructor del polígono del Tiro Federal de San Fernando. Ello consta en el expediente.
Luego, asegura que “casi nadie en la fiscalía especial AMIA conocía a Lagomarsino como experto informático”. Ello también es falso: Germán Darío del Río, quien estaba a cargo del Departamento de Informática de la fiscalía especial AMIA, reveló que sí conocía al informático porque "lo trajo Nisman en el 2007”. Y añade: “Lo presentó como una persona de su confianza que iba a trabajar para él“. Si alguien alberga alguna duda puede leer la foja 1.078 de la causa judicial.
Insiste Gambini: “Lagomarsino tenía acceso remoto a los dispositivos de Nisman y está probado que hubo movimientos en la computadora y el celular cuando el fiscal ya estaba muerto”. No es cierto: no se ha probado aún que haya habido movimientos en los dispositivos del fiscal cuando estaba muerto.
Y aún hay más: “Ahora se supo que le habían dado ketamina en una dosis que le hubiera impedido hasta apretar un gatillo”. ¿Cómo sabe Gambini cuánta dosis de esa droga tenía Nisman en su organismo si no se pudo precisar en la investigación?
Sin embargo, la mejor parte de la nota de Clarín es cuando se habla del arma que Lagomarsino le llevó a Nisman, la cual “estaba cargada con balas de alta tecnología y punta hueca, como las que usan los sicarios en los crímenes por encargo”. Está probado en el expediente que las balas eran… ¡del año 2002!
No solo eso: el propio Lagomarsino entregó las municiones —44 proyectiles en total— y el dato aparece a fojas 136.
No hace falta mencionar que gran parte de los restantes datos también están equivocados. La gran duda es: ¿Fue mera desinformación del periodista —lo cual reviste una gravedad no menor— o existe una “opereta” en ciernes para instalar una verdad que no se sostiene en el expediente?
Cuando se tiene en cuenta que la propia Sandra Arroyo Salgado insiste en dar por ciertos datos que no lo son, y que en el expediente son totalmente opuestos —como la dirección de la bala que ingresó en la cabeza de Nisman—, la cosa se pone bien turbia. El siguiente video es revelador a ese respecto:
Más crecen las sospechas aún cuando se relee la nota que Clarín publicó en mayo pasado donde asegura que la Gendarmería determinaría el “asesinato” del fiscal especial, aún cuando no se había iniciado siquiera la reconstrucción. ¿Cómo sabía el "Gran diario argentino que ello ocurriría? ¿Acaso sus periodistas poseen poderes paranormales?
Otra vez las dudas, más allá de la ironía: ¿Se quiso llegar a una conclusión más allá de los elementos científicos existentes? ¿Por qué? ¿Quién está detrás de ello?
Algo turbio persiste en el aire, insisto, y me recuerda a lo que sucedió con el expediente que investiga el atentado a la AMIA, que terminó exculpando a quienes realmente estaban implicados, enfocándose en quienes nada tuvieron que ver.
En ese contexto, ya mismo puede predecirse qué ocurrirá con el caso Nisman. Nada nuevo bajo el sol, ciertamente.