Mucho puede decirse sobre Alberto Fernández, pero jamás que es incoherente. Hace instantes nomás anunció a los popes de la CGT que el ministro de Trabajo de la Nación de su gobierno será Claudio Moroni, con quien compartió insondables curros en los años 90, cuando este último era titular de la poderosa Superintendencia de Seguros de la Nación.
Las trapisondas quedaron registradas en un libro que pasó sin pena ni gloria por las librerías, titulado "Saqueo asegurado". El que lo firma es el salteño Roberto Guzmán, quien supo reportar entre 1994 y 1996 como liquidador del Instituto Nacional de Reaseguros, enfrentándose desde ese cargo con uno de los sectores más corruptos de la Argentina: el del seguro.
La trama fue detallada por el colega Julio Nudler —hoy fallecido— en el año 2004, pero la nota fue censurada por diario Página/12, donde escribía este último. Finalmente, fue publicada por Tribuna de Periodistas en el mismo año, a pedido del propio autor.
Sin embargo, lo curioso es que, quien obró el milagro de la censura fue el mismísimo Alberto Fernández, en esos días jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, quien había decidido nombrar a Moroni al frente de la Sindicatura General de la Nación. La intentona duró bien poco.
“Guzmán no debió lidiar sólo contra los aseguradores privados, que pretendían tener acreencias contra el INdER por unos 2.000 millones de pesos/dólares, sino también contra el tándem que conducía la Superintendencia de Seguros de la Nación: Alberto Fernández y su incondicional y apolítico Moroni. Ellos presionaban para que el INdER reconociera una deuda de casi 1.200 millones con el sector, cuando Guzmán (que denominaba a ese delirio un cut off a la criolla) demostró fehacientemente que el pasivo a lo sumo llegaba a 500 millones”, reveló Nudler hace 15 años.
De acuerdo al mismo colega, Guzmán frustró así uno de los mayores robos contra el Estado aunque, luego, en 1999, Fernández, gracias a su estrecha vinculación con las aseguradoras, la mitad de las cuales pertenecían a bancos, “pudo ocuparse de la financiación de la campaña de Duhalde”.
Nudler refiere la gravedad de los choreos del hoy candidato de Alberto: “Los hechos protagonizados por Moroni en la SSN en sus dos gestiones como titular son de una gravedad poco usual”.
El futuro ministro de Trabajo K diseñó, siempre según el colega Nudler, un sistema que desamparó totalmente a los pasajeros de medios de transporte. Es, por citar sólo un caso, el fraude que sufrieron los deudos de los nueve estudiantes muertos el 27 de diciembre de 1996 cuando el micro en que viajaban a Bariloche chocó con un camión en el partido de Laprida.
“Hubo también muchos heridos, algunos graves, que tampoco vieron un peso. Ello pese a que El Rápido Argentino tenía contratado el seguro de rigor con La Uruguaya Argentina, LUA. Pero falta un detalle: mientras Moroni no tuvo cargo en la SSN, entre febrero de 1998 y marzo de 2002, fue sucesivamente asesor y directivo ¡de LUA, precisamente!”, avanza Nudler.
Y explica que Moroni fue el mismo que convirtió al seguro obligatorio en un arma letal contra los transportistas chicos: “A fines de 1997 implantó un régimen por el cual las pólizas que estaban forzados a contratar tendrían una franquicia de 40.000 pesos/dólares. En la práctica, esto implicaba que los colectiveros debían afrontar la gran mayoría de los siniestros, a pesar de estar asegurados. Incapaces de soportar el pago de las indemnizaciones, recibían préstamos de un sistema de mutuales armado por Moroni. Por ese medio les generaban deudas impagables, que desembocaban en su expropiación”, según Nudler.
Lo curioso es que Alberto Fernández se habría encargado en su gestión al frente de la SSN de amparar el ocultamiento que muchas compañías hacían en sus balances de los juicios que tenían entablados en su contra por siniestros, “ello para no tener que constituir las reservas de rigor”.
Hay mucho más, contado por Nudler y, antes, por Guzmán. Más detalles de negociados y desaguisados cometidos por el hoy presidente electo y su entonces compañero de trapisondas. Solo basta releer aquella vieja y documentada nota de Nudler.
No obstante, no servirá de mucho, ya que Fernández ha decidido que Moroni —su otrora compañero de estudios— volverá a tener poder. Como lo tuvo alguna vez, pero “mejorado”. No hay remate.