Uno de los tópicos que más enfurece a la ciudadanía a la hora de hablar de política es el de los “acomodados”, aquellas personas que logran acceder a lugares ostentosos, no por su calidad profesional, sino más bien por su cercanía con algún poderoso de turno.
En muchos casos es por cercanía familiar —léase “nepotismo”— pero en otros solamente es por “amiguismo”.
Los ha habido en todos los gobiernos, desde Raúl Alfonsín en adelante. Nadie zafó al respecto. Ni Menem, ni De la Rúa, ni Macri… y mucho menos los Kirchner.
Estos últimos no solo han acomodado a propios y entenados, sino que los han puesto en lugares clave de la política y la Justicia.
Tal el caso de Romina de los Ángeles Mercado, sobrina de Cristina, que fue nombrada en su momento una fiscalía santacruceña donde se cocinan alguna causas judiciales que complican al kirchnerismo.
Ahora mismo, en su regreso al poder, el neo kirchnerismo ha vuelto a hacer de las suyas. Ciertamente, no se trata de ninguna revelación: se viene mostrando desde diciembre pasado cómo se van acomodando al calor del poder amigos y familiares.
Sin embargo, hay dos casos que merecen ser destacados, primero porque nadie ha reparado en ello; segundo, porque son casi vergonzantes.
El primero es el de Soledad Mariella Barboza, quien fue puesta como directora del Registro de la Propiedad Inmueble de la Ciudad de Buenos Aires sin ser escribana. Solo por el mero pedido de Víctor Santa María, de quien se presume que es su amante.
El otro caso refiere a María Eugenia Doro Urquiza, quien fue puesta a cargo de la Dirección Nacional de Registro del Automotor por ser hija de Lidia "Norita" del Carmen Urquiza, la masajista de Cristina Kirchner.
Su designación fue refrendada el 23 de enero de este año a través de la publicación en el Boletín Oficial de la Decisión Administrativa 5/2020 del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
Dicho sea de paso, la propia Urquiza —la madre— fue nombrada en su momento a través del Decreto 257/2011, en pleno gobierno de Cristina, como asistente kinesiológica.
Como se dijo, ambos casos no son los primeros… ni serán los últimos. Eso sí, son emblemáticos: por el increíble descaro más que nada.