Ayer nomás, Alberto Fernández calificó a Hugo Moyano de “dirigente sindical ejemplar”. Lo hizo en el marco de la inauguración —la tercera o la cuarta, ya uno perdió la cuenta— del Sanatorio Antártida, en la Ciudad de Buenos Aires.
Es curioso, porque el elogio del presidente se dio en el mismo lugar que está sospechado de lavado de dinero, de acuerdo a una investigación de la Justicia Federal que aún permanece en curso.
¿Es posible que el jefe de Estado desconociera ese dato? Imposible, porque es de dominio público. Entonces, ¿por qué el innecesario calificativo hacia Moyano? ¿Cree Fernández que el camionero es un “dirigente sindical ejemplar”? Para nada.
El 19 de octubre de 2015, en una entrevista que le hizo Infobae, el hoy primer mandatario hizo una crítica solapada hacia el sindicalista. Fue en el marco del acercamiento de este último a Mauricio Macri: "Alguien que dice ser parte de la nueva política y quiere terminar con todo lo viejo, termina acompañado de (Eduardo) Duhalde y de (Hugo) Moyano para construir lo nuevo”, dijo.
Quienes se mueven en la periferia de Fernández aseguran que en realidad le teme a Moyano, como en su momento lo hicieron Néstor y Cristina Kirchner. Por diversos motivos, principalmente por su poder de movilización.
“Después de los que les pasó en Santa Cruz en 2002 —incidentes en una marcha docente—, sumado a lo de Kosteki y Santillan, los K le tiene pánico a la calle, y a cualquiera que pueda manejarla”, dijo a este periodista hace más de 10 años un ministro del gabinete kirchnerista. Y no se equivocó.
Alberto conserva esos reflejos. Y por eso no duda en elogiar a Moyano públicamente, a pesar de saberlo un tipo oscuro y vinculado a lo peor del sindicalismo y la política.
Porque, hay que decirlo, Moyano está relacionado con los delitos más aberrantes calificados en el Código Penal argentino, como la extorsión, el blanqueo de dinero y el tráfico de drogas. Sobre esto último casi no se habla, pero la información es vasta y contundente. Pero nadie lo dirá porque, como se dijo, todos le temen.
El kirchnerismo tuvo sus vaivenes para con su persona. Momentos de amor y odio, recurrentes y periódicos.
Moyano es el mismo que supo criticar a Cristina Kirchner en 2012, acusándola de implementar un Estado tipo "soviet" y de no tener "simpatía con el movimiento obrero organizado". En 2013 incluso llamó a “no votar” por ella.
Meses después volvieron a amigarse: fue justo después de que la hoy vicepresidenta le “liberara” varios miles de millones de pesos del Fondo de Redistribución Solidaria, el gran curro de las obras sociales que permite a los sindicalistas vivir como millonarios.
Porque, también hay que decirlo, Moyano se autocalifica “obrero”, pero es un hombre multimillonario, con una fortuna que ha amasado gracias al “enjuague” que hace a través de empresas que maneja a través de testaferros, como Covelia, Dienst Consulting, OCA y otras. Con dinero proveniente de la mafia de los remedios y otros hechos de corrupción comprobados.
Tribuna de Periodistas vienen denunciando esa situación desde el año 2003. Esta fue la primera nota en cuestión, firmada por el editor General de este portal, Carlos Forte.
A partir de entonces, se han publicado varias docenas de artículos de investigación al respecto e incluso se ha aportado documentación a la Justicia Federal para que se investigue a Moyano, pero nada ha ocurrido. Ni ocurrirá.
Nadie jamás se atreverá a meterse con él. Ni siquiera la clase política vernácula. Perdura en el recuerdo colectivo de todos ellos lo ocurrido el 26 de octubre de 2010, cuando el camionero “apretó” a Néstor Kirchner en el marco de la sesión del Consejo del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires.
En esos días, según reveló Omar Plaini, el expresidente intentaba “vaciar” de poder al camionero dentro del PJ. El duelo fue subiendo de tono, siempre por teléfono.
El final es harto conocido: un día después, Néstor fallecía en El Calafate y, poco después, Moyano lograba unificar todo el poder del peronismo bonaerense.