El video se viralizó de una manera que sorprende. No solo a través de WhatsApp, sino además de las redes sociales e incluso el célebre “boca a boca”.
Refiere a una supuesta comunicación entre Alberto Fernández y George Soros, en el cual le habría pedido una serie de “favores”, entre los cuales se encontraría la “servidumbre estudiantil en donde los jóvenes trabajarían gratis para multinacionales”. No es chiste (ver video al pie).
Quien hace el relato es un tal Nicolás Morás, quien gusta definirse a sí mismo como “investigador” y suele promover todo tipo de conspiraciones sin mínima base sólida.
Por caso, el video que se viralizó, el de Soros y el supuesto llamado al presidente argentino, carece de elemento concreto alguno que permita darle credibilidad a sus dichos. No obstante, este cronista consultó a todas las fuentes oficiales posibles a efectos de confirmar tal pretensión. Todas, absolutamente todas, descartaron que haya sucedido.
Dicho sea de paso, no solo es absurda la idea de un eventual llamado del siempre sospechado magnate al jefe de Estado, sino que además es poco creíble que le pidiera los “favores” que le pidió.
Por ejemplo, Morás jura que le pidió “aumentar la cuarentena”a Alberto, justo lo contrario de lo que está haciendo este último, quien ha decidido flexibilizarla de a poco. Ni hablar de lo ya dicho, aquello de la “servidumbre estudiantil”.
Como se dijo, Morás es el difusor de teorías conspirativas de todo tipo, tan disparatadas como incomprobables, como cuando dio a conocer la “lista secreta de los políticos que son financiados por la Open Society, que banca el aborto mundialmente”.
A su vez, es autor de un documental titulado “La dictadura silenciosa: censura sionista en el Cono Sur”, cuyas valoraciones pueden resumirse en el mismo título.
En sus discursos, Morás tiene connotaciones antisemitas y conceptos reñidos con la realidad. Por caso, acusa a la AMIA de “pretensiones mesiánicas” sobre las cuales fundamentan “su accionar censor e inquisitorial”.
Respecto de la DAIA, advierte que la organización judía ostenta un “mecanismo inquisitorial” con el cual “extorsiona, castiga y lincha públicamente a sus detractores”.
De más está decir que este cronista ha escrito infinidad de artículos críticos —y un libro— contra AMIA y DAIA, por su accionar en los atentados en Buenos Aires, en 1992 y 1994. ¿Dónde está el linchamiento público, la extorsión y el castigo frente a los duros calificativos pronunciados por quien escribe estas líneas?
Morás no solo es prejuicioso, sino también irresponsable. Porque, como comunicador, debe pensar en el mensaje que lleva a quienes informa. La desinformación es uno de los peores pecados en el periodismo.
Sinceramente, no se sabe quiénes son las “fuentes” con las que habla Morás, aunque queda claro con quién sí debería conversar de manera urgente este “investigador”: con un psicólogo.
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