En estas horas, las sensaciones aparecen encontradas. Unos están indignados, otros asustados, incluso hay quienes denotan preocupación. Refiere a la eventual liberación de presos, detrás de lo cual muchos ven la mano del gobierno de Alberto Fernández, con alcances que aún no han sido del todo precisados.
¿Cuántos quedarán libres? ¿Cuál será el patrón, si es que hay alguno? ¿Está realmente el oficialismo detrás del fenómeno que se observa en estas horas, donde más de mil reclusos ya han sido enviados a sus domicilios?
El presidente no es ajeno al malestar social que se vive en estas horas —las redes sociales son un espejo cabal de ello— y por eso ha decidido aclarar los puntos a través de su cuenta de Twitter. Es curioso, porque allí solo aporta confusión y engaño. Veamos:
Dice Alberto: “Es conocida mi oposición a ejercer la facultad del indulto. Digo esto en momentos en que una campaña mediática se desata acusando al Gobierno que presido de querer favorecer la libertad de quienes han sido condenados”.
Vaya "acto fallido", diría algún psicoanalista... nadie ha hablado de “indulto”, sino de conmutación de penas, beneficio que aparece mencionado en el documento que firmó el gobierno con los presos de Devoto y que fue publicado por Tribuna de Periodistas. Dicho sea de paso, ¿hay que presumir que se otorgue algún indulto puntual? Habrá que esperar.
Respecto de la presunta “campaña mediática”, es el típico caballito de batalla del kirchnerismo cuando intenta desligarse de sus propios “mocos”. Ellos se mandan las cagadas, pero la culpa siempre es de los periodistas que las dan a conocer.
Prosigue Alberto: “La Argentina, como todo el mundo, enfrenta una pandemia de enormes proporciones. El riesgo de contagio se potencia en los lugares de mucha concentración humana por lo que las cárceles se convierten en un ámbito propicio para la expansión de la enfermedad”.
El argumento no es válido, toda vez que se ha demostrado que los casos de coronavirus en prisiones federales argentinas se cuentan con los dedos de una mano.
Avanza el jefe de Estado: “Organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han formulado recomendaciones para evitar que el hacinamiento en las cárceles ponga en riesgo la vida de los reclusos”.
Ídem anterior: está demostrado que en las cárceles federales argentinas no hay hacinamiento. Hoy en día el sistema cuenta con 119 plazas disponibles cuando hace un año la sobrepoblación era del 12,2 por ciento. Entonces sí se acumulaban los fallos sobre las condiciones de detención.
Avanza el presidente: “En el mundo, muchos gobiernos han dispuesto libertades tratando de minimizar ese riesgo. Algunos han conmutado penas, otros han indultado condenas y otros han dejado el tema en manos de la Justicia”.
La Argentina, como todo el mundo, enfrenta una pandemia de enormes proporciones. El riesgo de contagio se potencia en los lugares de mucha concentración humana por lo que las cárceles se convierten en un ámbito propicio para la expansión de la enfermedad.
— Alberto Fernández (@alferdez) April 29, 2020
Es cierto, los ejemplos más concretos son EEUU, Francia e Italia. El tema es que esos países tienen un sistema de control inquebrantable. En la Argentina, ello no es así. Por caso, el propio Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense, advirtió que la pretensión del control domiciliario de presos en el país “es un verso”. Nuevamente, hay que detenerse en la reiteración del término “indulto”. ¿Hay algo que aún no sepamos y se haya negociado con los reos?
Prosigue Alberto: “Formulo estas aclaraciones tan solo ante la malintencionada campaña que se ha desatado en redes y medios de comunicación induciendo a hacer creer a la ciudadanía que el Gobierno prepara una salida masiva de gente detenida en virtud de procesos penales”.
Ninguna campaña malintencionada: el mismísimo secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, ha pedido formalmente la liberación de corruptos de la talla de Luis D’Elía y Ricardo Jaime. Es sintomático que, luego de avanzar en tal sentido, nadie le haya pedido la renuncia.
Más allá de los tuits del presidente, diversos referentes K salieron a minimizar la cuestión. Uno de ellos fue el mega procesado Fernando Esteche, quien aseguró que las eventuales liberaciones beneficiarían solo a reos que cometieron delitos menores. Incluso provocó en su cuenta de Twitter, desafiando a que alguien le mencione a algún violador que hubiera sido liberado y enviado a su casa.
¿Habrá leído el líder de Quebracho el caso de Pedro Olmos, el violador de Burzaco que fue liberado y que vive a metros de la nena a la que violó? Por si fuera poco, en Cipoletti beneficiaron a una peligrosa mujer narco llamada Ruth Montecino.
Los referidos, ¿le parecerán delitos menores a Esteche? Habrá que preguntarle.
Finalmente, merece recordarse aquella vieja frase de Alberto Fernández, en 2012, cuando el concepto de impunidad parecía mucho más claro en su cabeza, en el marco del femicidio de Wanda Taddei.
“Siempre la impunidad produce desazón. La misma desazón que genera ver salir de la cárcel a Eduardo Vázquez a 10 días de su condena por femicidio”, dijo entonces el hoy presidente. Está claro que debería releer sus propios tuits.