En este preciso momento, el kirchnerismo puede sumar un nuevo “logro” a su nómina de desaciertos.
En las últimas horas, un grupo de presos de la cárcel de Devoto decidieron amotinarse y, luego de varias horas de revuelta, consiguieron rubricar un “acta acuerdo” que podría beneficiarlos, a algunos con eventuales prisiones domiciliarias; a otros directamente con conmutación de penas.
Es que, so pretexto de evitar posibles “infecciones” con coronavirus dentro de la prisión, el gobierno accedió a tal alternativa, semi “oculta” en el punto 3 del párrafo final del documento de marras. Allí se habla de “compensación de penas” y “conmutación”.
Es todo un avance del kirchnerismo duro respecto del “albertismo”. Una remake de lo ocurrido el 25 de mayo de 1973 en esa misma cárcel, cuando el gobierno de Héctor Cámpora decidió liberar a cientos de presos “políticos”, la mayoría de los cuales estaban allí por cometer actos de terrorismo en nombre de organizaciones como el ERP, Montoneros, FAR y FAL.
Quien ofició para que ello ocurriera fue Esteban Righi, entonces ministro del Interior y posteriormente designado por Néstor Kirchner como procurador General de la Nación, en 2004.
Todo un gesto —nada casual—, al que debe sumarse la iniciativa del entonces presidente de asumir su cargo un 25 de mayo, pero de 2003. Justo 30 años después del “Devotazo”, como se conoció a ese momento vergonzoso de la historia argentina.
¿Puede decirse entonces que lo ocurrido este viernes es parte de la misma lógica perversa? ¿Puede arriesgarse que busca imitarse la “épica” del 73? No podría afirmarse de manera concluyente, pero tampoco debería descartarse.
Dicho sea de paso, lo que sucedió fue consecuencia directa de lo acaecido con Amado Boudou y otros referentes K que fueron enviados a sus casas sin más ni más so pretexto del coronavirus. Ello envalentonó a los presos de Devoto a intentar el mismo derrotero.
¿Qué ocurrirá ahora si otros reclusos, de otras prisiones, deciden también amotinarse y pedir el mismo beneficio? Es la incómoda pregunta que se hacen en el entorno de Alberto Fernández, quien optó por el más elocuente silencio.
El contraste anoche era brutal: en las filas del kirchnerismo había pura algarabía; en las del albertismo, mutismo. Las redes sociales no dejan mentir al respecto.
Entretanto, empezaron a viralizarse inquietantes videos, filmados por los propios presos, donde amenazan con hacer la “guerra a la gorra” (a la policía) y de vengarse de quienes los denunciaron cuando salgan de su reclusión. Las siguientes imágenes son una muestra de ello:
Éstos son los amotinados que quieren su libertad.
— Machirula. De rodillas,nos pedirán volver (@JuanyGdCambioo) April 24, 2020
Escuchen bien.
Antes de salir ya están amenazando con venganza y más asesinatos pic.twitter.com/nn9wnVMSQo
En conclusión… lo que acaba de suceder no es “moco de pavo”. Nada que deba tomarse a la ligera. Es una avanzada peligrosa que ostenta consecuencias que aún no pueden mensurarse, pero que no auguran nada bueno. Para colmo, ocurre en medio de la cuarentena por el coronavirus.
Y otra vez hay que citar la brillante frase de Karl Marx… “la historia se repite dos veces, la primera en forma de tragedia; la segunda como farsa”. Nunca mejor dicho.