Finalmente, Alberto Fernández lo dijo con todas las letras: aseguró que es "absolutamente aceptable" el pedido oficial para que Ricardo Jaime sea beneficiado con la prisión domiciliaria.
Es curioso, porque no se trata de cualquier preso, sino de aquel que reconoció dos veces haber sido “coimero”. El mismo que ostenta un avión que cuesta 4 millones de dólares y que incluso negoció con la justicia devolver dos millones de pesos de “la que se choreó”.
No es todo: Jaime es el mismo que armó la estructura de Southern Winds, la aerolínea K que se armó al solo efecto de traficar drogas a Europa, tal cual revelé en el año 2005, sobre la base de los testimonios de los “mandamases” de la misma firma. Uno de ellos, el gerente Walter Beltrame.
Y si ello no fuera suficiente, debe recordarse que fue el principal responsable político de la tragedia de Once, ocurrida en febrero de 2012, hecho por el cual purga prisión. Amén de que enfrenta otros cinco procesos judiciales.
Por eso sorprenden las palabras del jefe de Estado, porque es imposible que no sepa quién es Jaime. El tipo más corrupto de la Argentina. Porque, ¿cuántos otros funcionarios se animaron a confesar sus propios delitos?
Ergo, ¿por qué el presidente de la Nación busca “liberar” a un tipo de tal calaña? ¿Qué oscuro secreto se esconde detrás de la figura del exsecretario de Transporte de la Nación?
Ya lo conté, pero volveré a hacerlo: en los albores del kirchnerismo, Jaime solía cruzar los pocos metros que había entre su despacho y la Casa Rosada, y le llevaba al entonces presidente Néstor Kirchner una valija desvencijada donde se presume que había dinero contante y sonante, producto de los “retornos” de puntuales empresas de transporte.
Las mismas que luego se desentendían de hacer las inversiones necesarias que hubieran permitido evitar tragedias como la de Once.
No obstante lo dicho, Jaime es solo el árbol delante del bosque. Porque no es solo lo que sucede con su persona, sino además lo ocurrido con otros chorros de la talla de Amado Boudou, a quien logré meter en prisión en el año 2017 por enriquecimiento ilícito.
Allende lo político, preocupa la avanzada oficial para liberar a cientos de presos so pretexto de que se contagiarán de coronavirus en los penales argentinos. En principio, el gobierno negó la versión, pero más temprano que tarde la realidad demostró lo contrario.
Hasta el momento, han sido liberados más de 750 malvivientes en la provincia de Buenos Aires, a los que se suman otros 250 de diversas cárceles federales.
No debería sorprender: ayer mismo, tal cual publicó este portal, un preso de la cárcel de Devoto admitió que "desde el lunes salen 1.900 libertades".
Tal vez suene forzada la comparación, pero remite a lo sucedido en 1973, cuando el gobierno de Héctor Cámpora decidió liberar a cientos de terroristas de Montoneros, ERP y otras organizaciones criminales con la excusa de que eran “presos políticos”.
Quien ofició el milagro fue Esteban Righi, quien ocupaba entonces el Ministerio del Interior. Se trata del mismo actor político que Néstor convocó luego, en 2004, para ser el jefe de los fiscales.
No se trató de ningún error: el kirchnerismo siempre despreció al peronismo y supo destacar el breve gobierno de Cámpora. La denominada “izquierda peronista”. Por eso, cuando llegó al poder, Néstor decidió “regalar” una frase que casi pasó desapercibida: “Volvimos”.
No fue el único gesto: asumió el 25 de mayo de 2003, exactamente 30 años después de ocurrida la referida liberación de presos “políticos”.
A su vez, como frutilla del postre, Néstor y Cristina decidieron impulsar la creación de la funesta orga “La Cámpora”, comandada por su propio hijo Máximo, conocido por ser el único multimillonario que nunca trabajó.
Luego de todo lo antedicho, está claro que no hay coincidencia alguna, todo remite a la idea del kirchnerismo de revivir aquellos días del año 73.
Como bien diría Coti Sorokín, “nada de esto fue un error”.