“Estoy donde me necesiten”, disparó Aníbal Fernández hace apenas unos días. Como quien no quiere la cosa. Como si no supiera que los discursos en la política son analizados milimétricamente.
Por eso, no se trató de ningún comentario “al pasar”, sino que fue bien estudiado.
Porque el otrora lenguaraz jefe de Gabinete de Cristina Kirchner ya no quiere ser un gris interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, cargo desde el cual poco y nada puede tejerse en política.
Aníbal busca más protagonismo, como en el pasado. Un cargo que le permita “mojar” dentro del mundillo político vernáculo.
Se lo refiere a sus íntimos. Una y otra vez. Jura que se siente testigo de una película de cual quiere ser protagonista. Al menos “de reparto”. En momentos en los cuales, según él mismo, hace falta “dejar de ser tibios”.
Su irrupción llega en medio de la disputa entre “halcones” y “palomas”, que Tribuna de Periodistas viene relatando hace semanas y que se disparó por la investigación por presunto espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri.
El sector más radicalizado, el “cristinista”, salió con los tapones de punta a ocupar todos los espacios posibles —mediáticos y en redes sociales— a efectos de atacar al macrismo. En cambio, los “albertistas” prefirieron la mesura. Ello desató la furia de Cristina y de La Cámpora por igual.
En ese contexto, Aníbal decidió reaparecer en público. Y lo hará más y más seguido, porque quiere ganar protagonismo.
En realidad, no es nada nuevo. En enero de este año ya había mostrado sus intenciones ante una consulta periodística: “Si en algún momento el Presidente me necesita, me buscará y estaré”.
Lamentablemente para él, el cargo que más ansía, el de jefe de Gabinete de Ministros, ya está ocupado por un íntimo de Alberto, Santiago Cafiero. Ergo, allí no podrá recalar.
El cargo que sí podría llegar a ocupar, y que estaría consensuado con el propio Alberto, sería en la cartera de Energía, trabajando junto al misionero Sergio Lanziani, quien ocupará antes de que termine agosto la titularidad de la Secretaría de marras.
A su vez, esa Secretaría pasaría a tener rango de Ministerio merced a los oficios del mendocino Roberto Dromi, tristemente célebre en los idus del menemismo por la “ingeniería” que supo pergeñar en el marco de las privatizaciones de los 90.
Lo que queda claro es lo que viene: la ampliación de la “grieta” a niveles hiperbólicos. Como en los viejos tiempos.
Presumiblemente también regresen los añejos negocios de Aníbal, siempre relacionados con el mundo narco y el crimen organizado. Pero eso está por verse.
Porque, como dijo alguna vez Karl Marx, la historia se repite dos veces; la primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa.
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